La autora cautiva con una prosa que abraza. Es la viñeta de una juventud excitada con un inusitado desafío y al mismo tiempo aturdida porque descubre sensaciones insospechadas. Describe la nostalgia de humedad y salitre, la imposibilidad de la utopía. Entre el deber y el placer, el dolor y ya ilusión, los prejuicos devoradores de arrojos, está la escritura de imposibles. Margarita Cordero se convierte en la voz del asombro y el pudor, de la decepción y la falsía. Es el manifiesto de la derrota, el vacío de la dignidad sin recompensa que identifica a una generación.