CRIMEN Y CASTIGO (TD) (ALBA)

Raskólnikov es un joven de veintitrés años que acaba de terminar sus estudios y que malvive en una buhardilla de San Petersburgo. A pesar de su pobreza, es apuesto y elegante y de una gran inteligencia. Desde el principio de la novela acaricia el plan de robar y matar a una prestamista, una anciana ciertamente desalmada y mezquina. Originalmente titulada Los borrachos, con el propósito de desarrollar el tema del alcoholismo en la familia, Crimen y castigo ?que aquí ofrecemos en una nueva traducción de Fernando Otero Macías fue escrita por Dostoievski en una época de deudas y penurias muy particular. Hoy es, incuestionablemente, su obra más conocida.
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PaPartiendo de un original titulado "Los borrachos" para tratar el tema del alcoholismo en la familia, Crimen y Castigo que aquí ofrecemos en una nueva traducción de Fernando Otero Macías fue escrita por Dostoyevski en una Época de deudas y penurias muy particular: acababa de morir su hermano, tenia que ayudar a mantener su viuda e hijos, estaba también escribiendo El jugados, y se vio obligado a recurrir al editor de la revista El Mensajero Ruso, con quien estaba enemistado. Allí la publicó en 1866 y hoy es, incuestionablemente, su obra más conocida.

Especificaciones de productos
Autor DOSTOIEVSKI, F.
Editora ALBA
Encuadernado PASTA DURA
Páginas 641
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Imagen de STEPHEN HERO
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STEPHEN HERO

Stephen Hero es una de las primeras versiones del célebre Retrato del artista adolescente de Joyce. Quiere la leyenda que el manuscrito original hubiera superado la frontera de las mil páginas de extensión antes de que el autor resolviese deshacerse de él arrojándolo al fuego, del que su hermana Eileen rescataría varios pasajes incólumes. Aunque Joyce reescribió más tarde la novela en la que el joven irlandés se rebela contra la iglesia, el país y la familia, en esta primera versión, muy ágilmente escrita, el ambiente es más discursivo y personal que en el Retrato. Muchos episodios cercenados con posterioridad en aras de una buena forma novelesca, en especial los de carácter autobiográfico, que dan cuenta de la vida íntima y familiar del protagonista, se presentan aquí en su totalidad, con algunos de los diálogos más vivaces que Joyce hubiera compuesto nunca. En conjunción y contraste, ambas versiones ilustran eficazmente el desarrollo literario del genio irlandés y ofrecen a los lectores sustanciosos detalles y matices relacionados con su periplo vital.
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Imagen de DUBLINESES (NAVONA)
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DUBLINESES (NAVONA)

Escritas casi una década antes de la publicación de su obra magna –Ulises–, las quince historias que componen Dublineses forman la primera gran pieza narrativa de James Joyce, un homenaje a su ciudad natal que ya denota la gran capacidad de observación y burla de su autor, así como la sensibilidad y el minimalismo propios de su literatura. En esta colección de relatos aparecen políticos corruptos, sacerdotes fracasados, adolescentes melancólicos, seductores, cotillas, prostitutas, músicos, poetas, patriotas y vagabundos que servirán de inspiración para las obras posteriores del escritor y que describen a la perfección la compleja realidad social de principios del siglo XX en el Dublín que Joyce convirtió en leyenda.
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DAVID COPPERFIELD (ALBA) (TD)

«Nadie pondrá en duda que soy un padre afectuoso con todos los hijos de mi imaginación, y que ningún otro pro­genitor puede querer a su familia con tanta ternura. Pero, como muchos padres afectuosos, tengo un hijo favorito en el fondo de mi corazón. Y su nombre es David Copperfield.» Este reconocimiento de Dickens en el prólogo a la edición de 1867 de la novela tiene el valor de venir de su propio «padre». Pero, desde su publicación por entregas entre 1849 y 1850, Dcnñd Copperfield no ha dejado más que una estela de admiración, alegría y gratitud. Para Swinburne era «una obra maestra suprema». Henry James recordaba que de niño se escondía debajo de una mesa para oír a su madre leer las entregas en voz alta. Dostoievski la leyó en su pri­sión en Siberia. Tolstói la consideraba el mayor hallazgo de Dickens, y el capítulo de la tempestad, el patrón por el que debería juzgarse toda obra de ficción. Fue la novela favori­ta de Sigmund Freud. Kafka la imitó en Amerika, y Joyce la parodió en el Ulises. Para Cesare Pavese, en estas «páginas inolvidables cada uno de nosotros (no se me ocurre elogio mayor) vuelve a encontrar su propia experiencia secreta». El lector tiene ahora la ocasión de recuperar esa experien­cia secreta gracias a la excelente traducción íntegra de Marta Salís, la primera en español en más de cincuenta años de una obra de la que, sin ningún género de duda, cabe afirmar que es clave en la literatura universal.
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