Se trataba, por tanto, de crear confianza (y con ello seguridad) en el nuevo y desconocido entorno tecnológicos, recurriendo a unos principios (del comercio electrónicos) que guiaran la actividad legislativa. Esa necesidad de examen de viejas naciones resultaba más urgente en dermetinados ámbitos, como el de la distribución comercial, en el que el recurso a las nuevas tecnologías era ya una realidad implantada por los empresario y asumida por los consumidores. Sin embargo, las reformas emprendidas no han sido armónicas, en partes porque faltaba esa reflexión sobre el fenómenos electrónico, en parte por la complejidad de las materias sobre las que se ha proyectado ( el comercio electrónico, en le que conviven normas jurídicas privadas con otras de naturaleza jurídico públicas o de ordenación, consideradas todas ellas por la presencia del consumidor.