En definitiva, con su dibujo verbal y rítmico, el poeta
Toribio nos muestra su peculiar modo de tejer los deseos
y los recuerdos a la luz del torrente más puro de la poesia.
El trazo -por no decir la huella- es fino y no se diluye en su diálogo
interior donde la poesía es parte esencial de la vida, es '
"sangre de
mis venas" pero también sabe que es canto, que "suena una luz
por las extremidades de la noche". Esta es una poética del desve-
lo, del duelo y el ligero vuelo de la conciencia, de la subjetividad
que flota sobre el ruedo y las orillas del mundo.
He aquí un canto tapizado sobre la base de buena madera, un
trazo de la memoria que pretende perdurar y perpetuarse en el
tiempo, he aquí un poemario provocador, sutil, de impecable
lirismo. Está bien facturado y recoge etapas varias y varios temas, es
como el tapiz o la alfombra de entrada al gran templo de Babilonia:
son muchas las voces y diverso el canto de los pájaros. Pero aun
así prima el Auir del lenguaje y las bellas imágenes -que nunca
llegan a rozar el cliché-, con las que el poeta teje y describe un
universo metafísico que es donde comienza la existencia inmutable
y donde duermen las razones profundas de la existencia de tu
voz, de mi voz, la voz de Montesinos y las voces de todos los seres
que recorren este "valle de lágrimas"
Agotado