“Al otro día lo despertó la llamada de Marta. No mintió cuando le dijo que era su mejor despertar en treinta años. Lo invitó al hotel a las siete y treinta de esa noche, para coordinar una actividad donde quería que la ayudara. No es hora dominicana, señaló Marta con una carcajada. Jaja, siempre he sido exageradamente puntual, gruñó. Era verdad. Pak nunca llegaba tarde. Marta le dio el número y el nombre de la : calle, pero no creyó poder encontrarlo, así que le pidió que lo recogiera en la librería donde se habían conocido. A las siete estaba sentado al frente del edificio que por ser público y sábado estaba cerrado. Cortázar le acompañó en la espera. Era devoto de Julio. Decía que era el mejor escritor del mundo. Escucharlo de él me asustaba; ¡había leído pila!”
Agotado