Sebastian Rudd no es el típico abogado: lleva pistola y su oficina es una camioneta a prueba de balas conducida por un guardaespaldas, que a su vez es su asistente legal y único amigo. Defiende a quienes otros no querrían ni ver: un drogadicto, un chico tatuado que supuestamente forma parte de un culto satánico acusado de acosar y matar a dos niñas, un criminal en el corredor de la muerte, un hombre arrestado por disparar a dos policías al entrar por error a su casa... ¿Por qué estos clientes? Porque cree que todo el mundo tiene derecho a un juicio justo aunque tenga que hacer trampa para conseguirlo. Odia las injusticias, no le gustan las aseguradoras, los bancos o las grandes empresas, desconfía de cualquier persona que tenga que ver con el Gobierno y se ríe de las nociones del sistema judicial sobre comportamiento ético. Con un protagonista valiente, agudo y fascinante John Grisham vuelve a demostrar que es el maestro del thriller legal.
Agotado
