Tommy y Helsey están a punto de descubrir que el amor de verdad no se puede controlar y que un beso puede hacerte volar hasta tocar las estrellas.
Helsey solo tiene dos reglas:
Nunca te relaciones con los chicos del equipo de fútbol. Nunca seas el centro de atención.
Porque Helsey tiene dos objetivos: Mantenerse en su zona de confort. Conseguir que su secreto siga siendo un secreto.
Solo hay una cosa con la que Helsey no ha contado: Tommy Taylor
Siendo concretos: Tommy Taylor y tener que fingir que son novios para que su familia no piense que es una negada total.
¿Qué podría salir mal?
¿Lo de fingir una relación? ¿Lo de hacerse amigos en el proceso? O, quizás, ¿lo de dejarse llevar? Sí, seguramente será eso último… Lo que Helsey no imagina es lo increíble que va a resultar, cuánto va a reír, cuánto va a soñar y, sobre todo, cuánto va a sentir.
En el antiguo Egipto existieron muchos oficios y profesiones. Gracias al arte, la arqueología y los textos podemos conocer cómo era el trabajo de agricultores y ganaderos, pero también de escribas, sacerdotes, embalsamadores, soldados, artistas... todo el universo de los oficios que constituían la base de esta fascinante sociedad.
En la antigua Grecia, el ocio era la aspiración máxima de cualquier persona, y los ciudadanos solo trabajaban por necesidad, pues normalmente asistían a la Asamblea o los tribunales y dejaban los trabajos manuales a los metecos o los esclavos. Pero si había que trabajar, el ideal griego de vida era el del campesino, a pesar de ser un oficio durísimo. Además de campesinos, había médicos, soldados, políticos, arquitectos, artesanos o maestros, entre otras muchas ocupaciones.
¿Sabías que se han llegado a localizar más de 160 oficios diferentes en las inscripciones encontradas en la ciudad de Roma? Campesinos, ganaderos, artesanos, herreros, orfebres, panaderos o alfareros; políticos, soldados o administrativos, gladiadores, sacerdotisas... todo un universo de oficios que constituían la base de esta fascinante sociedad.
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Sheila Hernández nos regala un relato honesto que refleja los problemas de una generación, en el que el bullying, la depresión, el miedo, el amor, las despedidas y las relaciones familiares están presentes. Nos muestra cómo ella y sus circunstancias le han ayudado a alcanzar su sueño de ser periodista, y a seguir luchando cada día. Nada ni nadie la hizo más fuerte.
Soy joven, no gilipollas es un ejemplo de cómo la resiliencia ante las adversidades nos hace a todos capaces de conseguir nuestras metas.