Redescubre el poder y la emoción de los mitos griegos. #redescubrelosmitos Tras La lengua de los dioses, Andrea Marcolongo vuelve a tender hilos entre el mundo griego y el nuestro, y nos descubre por qué volver a la mitología en el siglo XXI. Esta vez se embarca con los argonautas en busca del legendario vellocino de oro. Jasón es solo un niño inexperto cuando zarpa en el Argo y, tras sortear los miedos, tentaciones y trampas que la larga navegación entraña, regresa como un héroe victorioso acompañado de su amada Medea. La medida de los héroes retoma esta historia universal y atemporal para hablarnos del amor y del difícil arte de irse, cruzar límites y crecer (sin importar la edad que se tenga). A esta aventura marítima con peligro de hundimiento plasmada en los versos de Apolonio de Rodas, la autora contrapone la prosa sobria pero emocionante de Cómo abandonar una nave, un manual de supervivencia inglés escrito en 1942, un compendio de estrategias para resistir y superar los naufragios de la vida. Apoyada en ambos textos, Andrea Marcolongo cuenta su viaje personal hacia esa codiciada Ítaca que es la edad adulta. La palabra «héroe», descolorida y gastada, ya solo se usa para definir a los triunfadores. Pero los mitos griegos nos enseñan que todos tenemos una medida heroica, y únicamente al dejar la tierra firme descubrimos la nuestra.
101 cuentos zen se publicó por primera vez en Londres en 1939. Se trata de experiencias reales de maestros chinos y japoneses de zen a través de más de cinco siglos. Fueron ranscritos al inglés a partir del libro Shaseki-shu (Colección de piedra y arena), escrito a fines del siglo xiii por el maestro zen japonés Muju ('el que no mora'), así como de anécdotas de monjes zen tomadas de varios libros publicados en Japón hacia comienzos del siglo xx. El zen podría considerarse el arte interior y la concepción de Oriente. No es una secta sino una experiencia.
Según una antigua costumbre, los príncipes y soberanos de la India congregaban periódicamente a pensadores, ascetas y religiosos de diferentes escuelas para discutir sobre alguna cuestión controvertida. La identidad o diferencia entre el cuerpo y el alma, la vida después de la muerte, el sentido de la existencia, las reglas de comportamiento y ciertas cuestiones morales fueron algunos de los temas de debate. De su resultado dependían las condiciones de vida de las escuelas en litigio, con lo que la habilidad persuasiva o arte de probar adquiriría una gran importancia social y política. El tratado de Nâgârjuna (ca. siglos II-III) Abandono de la discusión (Vigraha-vyâvartanî) expone la postura de los madhyamika ante la discusión filosófica a la luz de la doctrina del vacío, siendo uno de los mejores ejemplos de la dialéctica de Nâgârjuna y de su postura filosófica con relación al papel que el lenguaje y el razonamiento lógico deben jugar en la búsqueda del despertar.
En esta edición revisada de Alquimia y religión, Raimon Arola amplía el volumen original con sus investigaciones acerca de «lo oculto», situando este concepto como lo que está detrás de un velo, alejándose así de lo que se conoce como ocultismo, el movimiento del siglo XIX, que, en general, fue una degeneración de las ciencias tradicionales. En la primera parte del libro se incide en el estudio de la alquimia tal y como se conformó en la Edad Moderna, en especial a partir de Paracelso, cuando se convirtió en el lugar donde algunos sabios concentraron un tesoro de conocimiento y desarrollo espiritual que, según ellos, debía llegar a convertirse en el núcleo interior y secreto de la tradición cristiana, así como el impulso necesario para una reforma religiosa. Con el racionalismo que se impuso en Europa a finales del siglo XVII, a esta ciencia o arte se la encerró en un cajón de sastre ;ocultismo, espiritismo, esoterismo, etc.; y se la consideró como algo ajeno a la religión. Sin embargo, tras la aparente locura de los antiguos alquimistas se esconde una enseñanza que merece ser tenida en cuenta por los filósofos e historiadores de las religiones, de las artes y de las ciencias actuales. Sus postulados esclarecen registros y modos del ser humano que han permanecido olvidados o enmarcados en campos disciplinares ajenos a la vida del espíritu. Con este olvido, se ha marginado del pensamiento occidental su universo simbólico más íntimo, expresado básicamente por medio de imágenes.
En la historia de la humanidad son muy pocos los libros que han ejercido tanta influencia sobre más personas y durante más tiempo que las Analectas de Confucio. Nacido en el 551 a. de C., conocido en su época como El Maestro, Confucio puede considerarse uno de los más importantes filósofos de todos los tiempos, a la par que un extraordinario conocedor y analista de la naturaleza humana. Su legado sigue presente como un invalorable modelo de sabiduría aplicable en el ámbito de la reflexión ética y política, y con la misma vigencia que hace veinticinco siglos. En cuanto al texto, este consiste en una serie de sentencias breves, pequeños diálogos y anécdotas, que fueron recopilados por dos generaciones sucesivas de discípulos a lo largo de unos 75 años después de la muerte de su maestro, considerándose el único testimonio donde podemos encontrarnos un Confucio vivo y real. Asimismo, hay que destacar la magnífica traducción plena de rigor y lucidez, que convierten esta versión en una de las más importantes nunca publicadas, permitiendo una lectura ágil y directa.
Pocos filósofos han influido tanto en la idiosincrasia de un pueblo como Confucio, quien se podría decir que ha acuñado la identidad cultural de la nación china. Su obra más importante son sus Analectas, cuya tesis central se basa en la Benevolencia,que es el «amor al prójimo» y «la lealtad y la tolerancia». Asimismo, su obra refleja los ideales políticos del Maestro, quien siempre defendió «gobernar por la virtud» en contra del despotismo y, como gran pedagogo, abogó por «impartir la educación sin diferenciación de las condiciones socioeconómicas». Contemporáneo de grandes filósofos como Parménides, Heráclito o Platón -quienes indagaron la esencia ontológica-, las enseñanzas de Confucio rebasan sin embargo los límites de la metafísica paraextenderse a lal iteratura, a la erudición, a la política, a la religión, a la pedagogía y a la ética. Quizás justamente por esta peculiaridad, siguen vigentes sus razonamientos, consejos, moralejas, anécdotas e instrucciones,así como sus reflexiones, contenidas todas ellas, en las Analectas.