Una joven lectora muy exigente no aceptará clichés en esta historia. No hay princesas en peligro, dragones y brujas malvadas. Ni violencia ni alcohol: no son buenos para los pequeños lectores. Pero los cuentos clásicos y de hadas están llenos de clichés y detalles políticamente incorrectos... y si quieres eliminarlos, puedes obtener resultados bastante extraños. Una historia que lo da vuelta todo para dejarnos con una gran sonrisa en la boca.
La jirafita está triste, se siente diferente a los demás porque... ¡no tiene manchas! Claro que en su clase también hay una cebra sin reyas, un león sin melena y un hipopótamo que no sabe nadar y eso le va a ayudar a no preocuparse tanto.
La verdad sobre el plan de Sera ha salido a la luz, y ha hecho pedazos la frágil confianza que se había forjado entre ella y Nyktos. Rodeada de personas que no confían en ella, solo le queda cumplir con su deber. Hará lo que sea necesario para acabar con Kolis, el falso Rey de Dioses, y su gobierno tiránico en el Iliseeum, y así detener la amenaza que supone para el mundo mortal.
No obstante, Nyktos tiene un plan, y mientras trabajan juntos lo último que necesitan es la innegable y abrasadora pasión que continúa ardiendo entre ellos. Sera no puede permitirse enamorarse del torturado Primigenio, especialmente ahora que la posibilidad de obtener una vida alejada de un destino que nunca quiso está más cerca que nunca.
Y cuando Sera comienza a darse cuenta de que quiere ser más que Consorte solo en el nombre, el peligro que los acecha se intensifica. Los ataques en las Tierras Umbrías se multiplican y cuando Kolis los convoca a la Corte, un nuevo riesgo se hace evidente. El poder Primigenio de la Vida crece en su interior y, sin el amor de Nyktos (una emoción que él es incapaz de sentir), no sobrevivirá. Eso si consigue alcanzar su Ascensión y Kolis no la atrapa primero.