Desde que su papá murió en un accidente, Rafelito no ha vuelto a ser el mismo, se muestra huraño y triste. Extraña demasiado a su padre y rechaza los intentos de acercamiento de su mamá, quien también está sufriendo. Hasta que tiene un sueño que lo hace comprender y cambiar de actitud.
Al quedar huérfano, Juan se va a vivir con su tía en un barrio de la Capital. El muchacho se da a querer en el vecindario y se integra con facilidad al nuevo ambiente. Como tiene un gran corazón, empieza a ayudar a un joven, miembro de una banda, que desea dejar ese tipo de vida. ¿Se da cuenta Juan de los riesgos que corre?
Mariana sale de su casa dando un portazo. Está enojada porque sus padres no le han permitido quedarse en casa. De camino a la escuela, junto a su amiga Patricia, observa las escenas que la rodean y desea ser mayor para ya no tener que ir a la escuela. Cuando va pasando frente a una vitrina con un letrero que promociona cierta playa, algo muy extraño empieza a suceder y Mariana se verá arrastrada a una increíble aventura.
Los animales se aburren como ostras. Pasan el tiempo debajo de un árbol de flamboyán,echándose freco y mirando a las hormigas subir por el tronco. Hasta que un día, una bandada de cotorras les propone un inesperado concurso que va a sacarlos de su pereza y desánimo. Una fábula sobre el esfuerzo, la autoestima y las habilidades propias.
Había una vez una almohada muy especial que pertenecía a José Antonio. De un lado, el durmiente soñaba sus sueños y del otro daba respuestas a situaciones concretas y reales que otros niños le consultaban a nuestro protagonista. Pero un día la almohada cayó en manos de unas personas malvadas, avaras, vanidosas y envidiosas. ¿Y saben lo que hizo? Pues no se quedó de brazos cruzados, decidió darles su merecido. Esta es la historia de una almohada que descubre el corazón de cada persona.
Carlitos está deseoso de llegar a pasar el verano con sus abuelos cocolos. En el batey de San Pedro de Macorís podrá jugar pelota con sus amigos, salir a coger cangrejos con Papá Viejo y, lo que más le gusta, entrar a la cocina de Mamá Ñola, con sus ollas burbujeantes, sus ingredientes misteriosos y sus irresistibles sabores. Panecicos de yuca, chivo guisado, mondongo, arroz con lentejas, domplines, todo se prepara en su maravillosa cocina. Aunque el abuelo dice que cocinar es cosa de mujeres, Carlitos sueña con que algún día será un gran cocinero... ¿o será pelotero?