Cassle Redgrim es la hija mayor de la chamana de una pequeña aldea próxima a la capital del condado élfico de Thandel, y ha crecido feliz entre hierbas, plantas y brebajes. Cuando su madre es acusada de haber dañado a un príncipe elfo con una de sus pociones, decide hacerse pasar por ella para defender su inocencia.
Altair Ryner es el príncipe heredero de la alianza élfica. Odia a los humanos, por eso, cuando su hermano Niowar cae enfermo a causa de una pócima elaborada por mortales, envía a su guardia de mayor confianza a atrapar a la chamana que la ha preparado para que la lleve ante él y poder ajusticiarla por semejante afrenta.
Sin embargo, cuando sus ojos se tropiezan con los de la joven, Altair se da cuenta de que no es la primera vez que se ven, y que, de nuevo, vuelve a sentir que hay algo especial en aquella muchacha de cabellos dorados y mirada tenaz.
Kailey es nueva en el Trinity College de Dublín, pero nadie sabe que guarda un secreto: es una fae, una guerrera elfa enviada por su reina para ganarse la confianza de Aiden, el príncipe de los dragones.
Los fae esperan lograr así una ventaja en la inminente guerra entre los elfos y los dragones. Lo que Kailey no imagina es que Aiden tiene una misión muy parecida. Ambos interpretan un papel falso, pero acaban sintiendo algo real el uno por el otro.
¿Podrán realmente confiar en alguien del bando enemigo?
¿Cuánto tiempo es suficiente para vivir toda una vida?
Ese es el dilema al que se enfrenta Perséfone cuando le diagnostican una enfermedad terminal Y también el jarro de agua fría que le hace darse cuenta de que vive atrapada en una rutina gris, en lo amoroso, lo laboral y lo personal.
Quizá ha llegado el momento de darle un giro a todo y enfrentarse a la realidad:
Solo le quedan unos meses para VIVIR.
En mayúsculas.
Sin miedo.
Sin disculpas.