Milo, un pequeño lobo travieso y aventurero, crece pensando que un día, de repente, se convierte en un lobo feroz. Cuando descubre que eso no pasará por arte de magia y que debe entrenar todo el día, como los demás lobos de la manada, Milo se pregunta: ¿acaso tendré que dejar de ser como soy para ser feroz? Los amigos de Milo lo conocen bien y saben que no será feliz entrenando como los demás, así que deciden ayudarlo. Descubre cómo Milo crea su propio camino y se convierte en un lobo fuerte, ágil, rápido, astuto, sigiloso, que llega a saltar muy muy alto y logra que su aullido atraviese las montañas.
Sheila Hernández nos regala un relato honesto que refleja los problemas de una generación, en el que el bullying, la depresión, el miedo, el amor, las despedidas y las relaciones familiares están presentes. Nos muestra cómo ella y sus circunstancias le han ayudado a alcanzar su sueño de ser periodista, y a seguir luchando cada día. Nada ni nadie la hizo más fuerte.
Soy joven, no gilipollas es un ejemplo de cómo la resiliencia ante las adversidades nos hace a todos capaces de conseguir nuestras metas.
Ya hace mucho tiempo que Tally dejó de ser una imperfecta rebelde e indisciplinada. Por aquel entonces, ella aún creía que los especiales no eran más que un rumor siniestro y aterrador: de ellos se decía que eran veloces, atractivos y crueles como nadie. Irónicamente, el destino la ha llevado a convertirse en especial, y, tras someterse a la más sofisticada de las operaciones quirúrgicas, ha recibido una misión: acabar con la resistencia...