Fernando Botero es un artista con estilo propio. Durante más de seis décadas, la técnica del boterismo colombiano ha fascinado a coleccionistas, instituciones y espacios públicos de todo el mundo por su visión exagerada, rolliza y singular del cuerpo humano. A través de sus corpulentas creaciones. Botero se ha convertido en uno de los artistas más reconocidos de Latinoamérica, y sus obras se han expuesto en algunos de los lugares más emblemáticos de todo el mundo, como la Parle Avenue de Nueva York y los Campos Elíseos de París.
Esta edición ofrece una introducción esencial a esta destacada figura del arte contemporáneo. El libro, que recorre la obra de Botero desde sus primeras caricaturas de animales hasta las últimas esculturas en bronce a gran escala, analiza las diversas influencias del artista, de Paolo Uccello al expresionismo abstracto, y rinde homenaje al ingenio, la ironía, la perspicacia y la agudeza crítica que se ocultan tras las proporciones absurdas de sus composiciones.
Leonardo da Vinci (1452-1519), que llenó un cuaderno tras otro con bosquejos, inventos y teorías, no solo es uno de los dibujantes más excepcionales de la historia del arte, sino también un genio y un visionario que anticipó algunos de los mayores descubrimientos del progreso humano, en ocasiones siglos antes de su realización material. Desde las arterias más pequeñas del corazón humano hasta las remotas constelaciones del universo, Leonardo comprendió que la naturaleza y la ciencia estaban inequívocamente conectadas. Sus campos de investigación y su inventiva abarcaban la filosofía, la anatomía, la geología y las matemáticas, desde las leyes de la óptica, la gravitación, el calor y la luz hasta la construcción de una máquina voladora. Leonardo llevó la pintura más allá de la Edad Media con obras como La última cena y la famosísima La Gioconda (o la Mona Lisa), al representar no solo la apariencia física, sino también una cautivadora profundidad e intriga psicológica que continúan atrayendo a multitud de visitantes a París, Milán, Washington, Londres y Roma fascinados por estas obras maestras.
Paul Gauguin (1848-1903) no estaba hecho para las finanzas. Tampoco duró mucho en la marina francesa, ni como vendedor de carpas en Copenhaugue porque no sabía hablar danés. Empezó a pintar en su tiempo libro en 1873. y en 1876 participó en el Salón de París. Tres años después, exponia junto a Pissarro, Degas y Monet. Vehemente y gran bebedor, Gauguin solía autoadjetivarse como «salvaje». Su íntima pero agitada amistad con el también temperamental Vincet van Gogh llegó a su clímax con un incidente violento en 1888, cuando Van Gogh se enfrentó supuestamente a Gauguin con una navaja de afeitar y más tarde se cortó la oreja. Poco después, tras completar una de sus obras maestras, La visión tras el sermón (1888), Gauguin se trasladó a Tahití con la intención de escaparse de «todo lo artificial y convencional» del mundo.
Este libro reúne las obras más famosas y revolucionarias de Caravaggio, que explican por qué este artista está considerado uno de los pintores más importantes del Barroco y su influencia sobre artistas como Ribera, Vermeer, Rembrandt, Delacroix, Courbet y Manet.
El gran soñador
La huella lírica y caleidoscópica de un maestro moderno
Con una carrera artística que se desarrolló a lo largo de siete décadas, Joan Miró (1893-1983)fue un titán renacentista del arte moderno. Creó obras maestras en disciplinas creativas tan diferentes como la pintura, la escultura, los libros de arte, los tapices y la cerámica, y asimiló influencias artísticas tan variadas como el fauvismo, el surrealismo, el dadaísmo, el realismo mágico, el cubismo y el arte abstracto.
Las cautivadoras imágenes creadas por Frida Kahlo (1907-1954) son, en muchos sentidos, la manifestación de un trauma. Sufrió un accidente de tráfico casi mortal a los 18 años, numerosos problemas de salud, un matrimonio turbulento y varios abortos que le impidieron tener hijos y, sin embargo, supo transformar todas sus aflicciones en arte revolucionario.
En sus autorretratos reales y metafóricos, Kahlo contempla al espectador con una mirada audaz, negándose a ser una víctima pasiva y entrelazando símbolos de su experiencia en un híbrido lenguaje de vida surrealista: pelo, raíces, venas, enredaderas, tentáculos y trompas de Falopio. Muchas de sus obras también exploran los ideales políticos comunistas, que Kahlo compartía con Rivera. La artista describió sus cuadros como «lo más sincero que podía hacer para expresar lo que siento dentro y fuera de mi ser».
Este libro ofrece un amplio repaso de la obra de Kahlo, que descubre su inagotable determinación como artista y su importancia como pintora, icono feminista y pionera en la cultura latinoamericana.