En una sociedad que evita el dolor y la incomodidad, es necesaria una llamada a la valentía. El miedo, la decepción o la tristeza no son los opuestos al amor, la ilusión o la alegría. Todo forma parte de la experiencia de vivir. Si queremos aspirar a los puntos dorados de la vida, hemos de estar dispuestos también a caer y sentir el desaliento de los puntos de sutura. La alternativa acostumbra a ser la zona media, ese espacio donde por evitar la herida cerramos las puertas a los momentos más extraordinarios. Desgraciadamente, mucha gente la elige.
Vive de forma que te duela marcharte es una filosofía de vida valiente que nos acerca a los sueños y a las conexiones profundas a través de la implicación, la autenticidad y el coraje. ¿La recompensa? Sentir que, a pesar de las heridas, nuestra existencia ha valido la pena.
Parece que estamos en la época de la necesidad de que todos seamos felices. La terapia, la meditación, el yoga, la espiritualidad... cualquier camino parece bueno. La cuestión es que, si funcionaran bien, probablemente la gente en general sería más feliz y no necesitaría consumir todas esas cosas. Pero no es así. El pensamiento negativo aparece y permanece, a pesar de nuestros esfuerzos para no pensar en él. Es ahí donde podemos cambiar.
En este libro, el psicólogo Victor Amat desmonta uno a uno los mitos del pensamiento naif y nos muestra que podemos reivindicar nuestras capacidades mentales y aprovecharlas a nuestro favor, y que, a pesar de la paradoja, el hecho de permitirse ser negativo nos lleva a un estado de bienestar.
¿Cómo se explica que, en una sociedad que se autodenomina de bienestar, el consumo de antidepresivos no pare de crecer año tras año? ¿Es factible escapar del malestar? ¿Y si el problema es que estás buscando las causas del sufrimiento en el lugar equivocado?
Vivimos bajo la percepción de que la plenitud llega con la adquisición: más logros, más bienes, más relaciones. Se nos ha inculcado que ciertos pilares, como tener una pareja, una familia y un empleo estable, nos garantizarán felicidad. Pero en esa frenética búsqueda de más, ¿no estaremos, sin darnos cuenta, incrementando nuestro propio sufrimiento?
Respuesta de la autora a tres preguntas de un niño: qué es la vida, qué es la muerte y por qué tienen que morir los niños.
La autora escribió esta carta respondiendo a un niño de nueve años enfermo de cáncer, que le preguntó por la vida, por la muerte en general y por la muerte de los niños en particular.
La reacción del niño fue muy positiva. Se sintió muy orgulloso de tener un libro escrito e ilustrado especialmente para él. Lo compartió con otros niños y también con los padres de niños muy enfermos.
El búho que no podía ulular es una recopilación de cuatro cuentos con los que Robert Fisher y Beth Kelly le recuerdan al niño que hay dentro de todos nosotros algunas ideas importantes que hemos perdido en nuestro viaje por la edad adulta. Sus protagonistas son un búho y un pato que no saben pronunciar lo que se supone que dicen los búhos y los patos, una cuclilla que busca hacer suyo el canto de otro pájaro, una pequeña mariposa que decide aprovechar al máximo el único día de su vida y una perrita lebrel atemorizada por todo. Redactados en clave de fábula, estos cuentos nos ayudan a identificar nuestros temores, nuestras inquietudes y nuestras dudas.
EN DOS remotas islas de la costa de Maine, los pescadores de langosta han luchado ferozmente durante generaciones por los derechos de pesca en el mar que los separa. La joven Ruth Thomas, nace en medio de estas disputas. A los dieciocho años, convertida en una joven despierta, inteligente y poco romántica, Ruth regresa del internado decidida a dejar a un lado su educación universitaria y unirse a los «lobos de mar», con quienes trabajará en los barcos codo con codo, se endurecerá, luchará para que el oficio de sus antepasados sobreviva... y encontrará el amor.