Gregory Cajina, experto en neurociencia, se adentra en el fascinante mundo que se nos presenta a partir de los 40 y nos ayuda a entender mejor quiénes somos.
La mediana edad ronda hoy desde los 35 hasta los 60 años o más gracias a la medicina, la tecnología y los estilos de vida saludables. Cuando anteriormente el objetivo vital de muchas personas se resumía en trabajar, emparejarse, endeudarse y cuidar a los hijos, muchos ya lo han conseguido en la primera mitad de su vida. Entonces, ¿qué hacer con las décadas que restan aún de este viaje?
En La vida empieza a los 40, Gregory Cajina nos ofrece propuestas aunando ciencia, reflexión y acción para encarar la segunda parte de nuestras vidas: posiblemente la fase vital en la que, tras haber dedicado nuestros primeros años a lograr lo que creíamos más importante, ha llegado el momento de escoger lo que en realidad es relevante.
A través de sus páginas buscaremos comprender mejor a qué se refiere la crisis de la mediana edad —cuando ni es una crisis, ni sucede solo en la mediana edad—, viajaremos en el tiempo para enlazar filosofías milenarias con los avances más actuales en neurociencia y, finalmente, descifraremos algunas de las claves de lo que nos inspira, lo que nos motiva y, sobre todo, de lo que somos y podemos llegar a conseguir en la etapa más significativa de nuestras vidas.
Criada por un rey y una reina estrictos e inflexibles, la delicada Victoria crece soñando que algún día será rescatada por un príncipe encantador tal y como ocurre en los cuentos de hadas. Pero cuando es rescatada las cosas no suceden como tenía previsto y el príncipe deja de ser encantador y la princesa, siguiendo el consejo de un sabio búho, emprende un emocionante viaje por el Camino de la Verdad, al final del cual descubrirá que los cuentos de hadas pueden hacerse realidad.
Este relato maravilloso, en la línea de El caballero de la armadura oxidada simboliza el viaje que todos hacemos en la vida a medida que separamos la ilusión de la realidad y descubrimos qué somos en verdad y cómo funciona ese milagro cotidiano que es la vida.
Annie aborrece su vida. No le gusta su trabajo, ni compartir piso, ni tener que volver a la casilla de salida con treinta y cinco años. Se está recuperando de una terrible pérdida y no quiere hablar de ello. Pero todo cambia cuando conoce a Polly. Esta joven alegre, vivaz, excéntrica y francamente entrometida acaba de recibir una noticia que la ha hecho consciente de lo valioso que es cada segundo de nuestra vida y está convencida de que debemos ser felices a toda costa. Para ello, le pide a Annie que la acompañe en una misión que durará cien días y en la que todos los días, cada una de ellas hará algo que la haga sentirse feliz. Poco a poco, Annie empezará a abrirse de nuevo al amor y a la amistad, y descubrirá que quizás sí es posible volver a encontrar la alegría, ya sea en los grandes triunfos o en las pequeñas cosas.
Respondiendo a una llamada silenciosa, Dios regresa cuando más se lo necesita.
Antes de conocer a Jim y enamorarse de él, Christine se había enamorado de su música. Ahora es su marido, y está claro que nunca llegará a ser una estrella del rock. Su situación económica no es muy buena.
Ha pasado mucho tiempo desde que Dios la visitó #bajo la insólita apariencia de un joven montado en una Harley Davidson- para indicarle el camino hacia la felicidad con sus palabras sencillas y sabias. Tanto, que casi le parece un sueño. Cuando se casó con Jim estaba segura de que jamás volvería a sentirse sola. Sin embargo, el fuego de la relación se ha extinguido y percibe, con inquietud, que la vida se le escapa de las manos. Se siente insegura en su papel de madre, agotada, desilusionada e insatisfecha.
"La causa de las cosas que ocurren en nuestra experiencia cotidiana no se encuentra en los demás, no está fuera de nosotros, sino dentro. Durante nuestros primeros años de vida, el estado emocional de las personas que son responsables de nosotros nos deja una huella. Sus sentimientos se superponen a la esencia de quienes somos, de manera que aprendemos a comportarnos como ellas en lugar de crecer para convertirnos en nosotros mismos. En La alquimia del corazón, se nos pide que seamos conscientes de la forma en que esas huellas se grabaron en nosotros y cómo influyen en nuestro comportamiento. Para corregir este rumbo debemos seguir al corazón. A través de su lenguaje, el corazón nos permite reeducarnos y nos libera de manera incondicional al amor. El corazón es nuestro puente a la dimensión vibracional de la realidad, que es experimentada como consciencia. Este viaje consiste en permitirnos sentir la vida en todo momento, en estar presentes y despiertos siempre. Es una oportunidad única para participar de manera activa, responsable y creativa en nuestras vidas."