BELLAS ARTES

La primera obra consagrada a la fructífera relación entre el espionaje y el cine, las series de televisión o incluso los dibujos animados, desde la película Protea, dirigida por Victorin Jasset en 1913, a los trabajos de Fritz Lang, Alfred Hitchcock, Kathryn Bigelow, Brian de Palma, John Huston o Laura Poitras. Organizado por orden alfabético, este libro ofrece además entrevistas en exclusiva con realizadores como Olivier Assayas, Arnaud Desplechin y Éric Rochant, o con la actriz y chica Bond Léa Seydoux, así como textos perfectamente documentados sobre la historia que ha entrelazado al cine con el espionaje. Se muestran los resortes de la geopolítica mundial a través de James Bond, Jason Bourne, Argo, Misión Imposible, Shiri… o de series como Homeland, The Spy o Le Bureau des légendes [Oficina de infiltrados].

The Wunderkammer, or “cabinet of curiosities,” saw collectors gathering objects from many strands of artistic, scientific, and intellectual endeavor, in an ambitious attempt to encompass all of humankind’s knowledge in a single room. From the Grand Duke Francesco I de’ Medici and Holy Roman Emperor Rudolf II to Archduke Ferdinand II of Habsburg, these aristocratic virtuosos acquired, selected, and displayed the objects in real-life catalogues that represented the entire world―spanning architecture, interior design, painting, sculpture, gemology, geology, botany, biology and taxonomy, astrology, alchemy, anthropology, ethnography, and history. Marvel at the unicorn horns (narwhal tusks), gems, rare coral growths, Murano glasswork, paintings and peculiar mechanical automata. Browse through illustrations of exotic and mythical creatures and discover the famed “Coburg ivories,” an astounding collection of crafted artifacts. These collections are nothing short of a journey through time, from the Renaissance and Age of Discovery, the Mannerist and Baroque periods, up to the present day. Although many of these cabinets of curiosities no longer exist, others have been meticulously reconstructed, and new ones born.

Gabinete de curiosidades naturales de Albertus Seba es una de las mejores obras de historia natural del siglo XVIII y sigue siendo uno de los ejemplares de esta disciplina más valiosos de todos los tiempos. Si bien era habitual que los científicos de su época coleccionaran especímenes naturales para sus investigaciones, el boticario de Ámsterdam Seba (1665-1736) sentía verdadera pasión por esta actividad. Su insólita colección de animales, plantas e insectos de todo el mundo le reportó fama internacional en su tiempo. En 1731, después de varias décadas dedicado al coleccionismo, Seba encargó ilustraciones minuciosas y a menudo adornadas de cada espécimen. Con estos dibujos publicó un catálogo de cuatro volúmenes que reunía su colección completa con especies raras y exóticas, desde plantas hasta serpientes, ranas, cocodrilos, moluscos, corales, aves y mariposas, así como animales actualmente extinguidos.

En 1975 se reunieron en un solo libro los principales artículos publicados por André Bazin en la prensa especializada, con el respaldo de Jeanine Bazin y François Truffaut. Este último llegó a decir que, “más que un crítico, Bazin era un escritor de cine, que se preocupaba más de escribir los films que de juzgarlos”.

Muchos arquitectos se han acercado a la Industrialización a lo largo de la historia de la arquitectura contemporánea. Hoy en día, los avances tecnológicos en materiales más resistentes y ligeros hacen por fin posible que la arquitectura industrializada de alto nivel, con plena libertad creativa, sea una realidad.

Esta ambiciosa obra es una revisión fundamental de la música clásica compuesta en el siglo XX. Su autor afirma que fueron las tres grandes guerras que tuvieron lugar en él las que conformaron su historia. Desde esta perspectiva, Mauceri indaga en los motivos por los que se han añadido tan escasas obras al canon musical desde 1930, examinando las diferentes trayectorias de los grandes compositores que, tras la Primera Guerra Mundial, desarrollaron una voz tan única como versátil, pero con una vocación más popular. Asimismo, defiende que el destino de los compositores durante la Segunda Guerra Mundial estuvo inextricablemente unido a los propósitos políticos de sus respectivos gobiernos. Ello derivó en acontecimientos tan significativos como la desaparición de la música experimental en Alemania, Italia y Rusia; el éxodo de numerosos compositores a Estados Unidos y la repentina recuperación de la música experimental lo que Mauceri llama «la vanguardia institucional», entendida como la lengua franca de la música clásica occidental durante la Guerra Fría.