El tigre y la guitarra es la historia de Yoichiro Yamada, un japonés que vino a España para ser guitarrista flamenco y jamás regresó a su país. Terminó abducido por dos mundos idílicos y en principio opuestos: el del flamenco que amaba y el de los samuráis de los que era descendiente. En su deriva no supo encontrar la salida a su propio laberinto. «¡Vuelve a casa!», le pedían sus amigos. Pero se negaba: no podía regresar porque no se había convertido en el guitarrista que soñó. El tigre y la guitarra nos habla del choque de universos paralelos, de pasiones y de obsesiones, pero también de hasta dónde nos arrastran nuestros pensamientos, del fracaso y de cómo los sueños que perseguimos pueden acabar persiguiéndonos.
El 27 de mayo de 1784, Wolfgang Amadeus Mozart se encontró en una tienda vienesa con un coqueto estornino que cantó una versión improvisada del tema de su Concierto para piano n.º 17 en sol mayor. Al percibir un espíritu afín en el joven pájaro, lo compró y se lo llevó a casa como mascota. Durante tres años, el estornino vivió con Mozart, influyendo en su obra y sirviéndole de compañero, distracción, consuelo y musa. Dos siglos después, los estorninos son vilipendiados incluso por los conservacionistas más compasivos. Como especie invasora no autóctona, invaden hábitats sensibles, compiten con las aves locales por los lugares de anidación y el alimento, y diezman los cultivos. La ornitóloga y naturalista Lyanda Lynn Haupt conoce bien las tensas relaciones de estas aves con otras especies y el medio ambiente. Pero, tras rescatar a una cría de estornino, quedó encantada con esa inteligencia y el espíritu juguetón que habían maravillado a su compositor favorito. Haupt explora el improbable y extraordinario vínculo entre uno de los compositores más apreciados de la historia y uno de los pájaros más comunes de la Tierra. Las historias entrelazadas de la mascota de Mozart y del estornino de Haupt ofrecen una insólita mirada a la amistad entre humanos y animales, al mundo secreto de los estorninos y a la naturaleza de la inspiración creativa.
Entre las décadas de los años veinte y cincuenta de la pasada centuria, las películas, que comenzaron siendo curiosidades de gabinete en ferias, lograron convertirse en el mayor espectáculo del mundo. Los protagonistas de aquellos shows de celuloide que encandilaban al público desde la gran pantalla, pronto fueron erigidos como reyes dominantes del imaginario colectivo del siglo XX.
Pero aquel panteón cada vez más poblado de rutilantes deidades, albergaba asimismo siniestros y decadentes bastidores, plagados de sombras sin fin: espectros, maldiciones, muertes extrañas, crímenes sin resolver, adicciones, magia sexual, satanismo… Hechos misteriosos, sucesos estremecedores y, en ocasiones, atroces ocurrían entre el lujo y la fatalidad, entre el oropel y la decadencia.
Crueles destinos inexorables, tanto de numerosas estrellas, como de aspirantes a serlo.