La historia de Lorenzo no es solo la biografía del hombre que ayudó a Primo Levi: es el relato de una humanidad deshumanizada en la que es necesario hacer una elección moral.
En Si esto es un hombre, Primo Levi escribió: «Creo que es a Lorenzo a quien debo estar vivo hoy». Pero, ¿quién era Lorenzo? Lorenzo Perrone, que así se llamaba, es la pieza del puzzle de la biografía de Primo que nos faltaba por conocer: un albañil piamontés que vivía frente a la valla de Auschwitz III-Monowitz. Un hombre pobre, casi analfabeto que durante seis meses llevó a Levi un plato de sopa cada día para ayudarle a compensar su desnutrición en el Lager. Y no se limitó a ayudarle en sus necesidades más concretas: fue mucho más allá, arriesgando incluso su vida para permitirle comunicarse con su familia. Cuidó de su joven amigo como sólo un padre podría haberlo hecho. La suya fue una amistad extraordinaria que, nacida en el infierno, sobrevivió a la guerra y continuó en Italia hasta la agónica muerte de Lorenzo en 1952, doblegado por el alcohol y la tuberculosis. Primo nunca le olvidó: hablaba a menudo de él y puso a sus hijos nombres en recuerdo de su amigo. Este libro es la biografía de una de una de esas personas que viven sin dejar, aparentemente, huella ni recuerdo de sí mismas. Pero que, bien mirado, son la verdadera piedra angular de la humanidad.
Cuando se cumplen los cincuenta años de la muerte de Salvador Allende, Ediciones B publica esta obra única, que profundiza en la dimensión humana del "compañero presidente". Un retrato de época en el que se cruzan figuras como el Che Guevara, Michel Foucault y Jacques Derrida y en el que se da cuenta de la efervescencia política y social de aquellos años convulsos.
El 11 de septiembre de 1973 Salvador Allende, presidente de Chile, moría defendiendo la democracia de su país mientras los militares se hacían con el poder a punta de fusil. En esta arriesgada novela, Carlos Tromben entabla un diálogo con el máximo exponente de la vía chilena al socialismo, al que permite hablar desde el más allá.
Con destreza y genio, Carlos Tromben desenreda una madeja que mantendrá al lector en vilo explorando aspectos desconocidos de una historia que nunca se terminará de contar. El autor logra bucear en esas aguas grises y rescatar, como un prodigioso buzo submarino, la verdad de la ficción.
La trayectoria de Rodrigo de Rato fue paralela a la de la propia economía española. Ascendió con ella hasta lo más alto, incluida la entrada de España en el euro, y cayó sacudido por la crisis mundial que se desató a finales de la década del 2000, que puso en peligro la supervivencia de la moneda única y transformó el sistema financiero mundial y español. Pasó de ser una de las figuras más admiradas y respetadas de la economía mundial, a tener que lidiar con un vendaval mediático, judicial y político en el que se mezclaban estrategias para lidiar con la crisis financiera con intereses empresariales y todo bajo el trasfondo de las consecuencias de la sucesión de José María Aznar.
Este libro es un relato en primera persona de aquellos años, una reflexión meditada sobre unos hechos a los que pone luz, al tiempo que indaga sobre las fuerzas y maniobras que se desataron lejos del foco, muchas de ellas con nombre y apellidos. También profundiza en el camino que una persona recorre cuando afronta un cambio radical de sus circunstancias, lo hace en medio de una máxima exposición pública y descubre, tras más de treinta años integrado en los círculos de poder, el otro lado del espejo del Estado. Por sus páginas aparecen figuras esenciales de aquellos años —Luis de Guindos, Francisco González, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy— y nos sitúa en el epicentro de lo que fue uno de los mayores terremotos políticos de la historia reciente de España.
Las memorias de Arthur Koestler, una de las figuras intelectuales más representativas y sobresalientes del siglo XX, constituyen uno de los testimonios más lúcidos y apasionantes del pasado siglo. Este volumen reúne, por primera vez, los dos títulos de su autobiografía: Flecha en el azul, que abarca el periodo de 1905 a 1931, y La escritura invisible, de 1931 a 1940. Desde su nacimiento en Hungría, el comienzo de su carrera periodística, su iniciación sentimental y su ingreso en el Partido Comunista hasta sus profundos análisis sobre las convulsiones políticas de la época, su desengaño del comunismo y su testimonio sobre la guerra civil española, este volumen es un monumento a la memoria del siglo XX.
En el 40.º aniversario de uno de los pensadores más relevantes de nuestra historia reciente, Lumen recupera una obra imprescindible para entender la actualidad.
¿Cómo se construye una nación? Este revolucionario estudio de Eugen Weber, publicado originalmente en 1976 pero nunca traducido al español hasta ahora, ofrece una iluminadora respuesta a esa pregunta a través del caso de Francia, considerado el ejemplo más acabado de identidad nacional perdurable a lo largo del tiempo. Weber demuestra que, cien años después de la Revolución, millones de campesinos, que conformaban más de la mitad de la población, seguían llevando las mismas vidas que sus antepasados, con un contacto limitado y superficial con el resto del país.
A partir de los hechos pequeños, de los detalles de las vidas de la gente (el choque lingüístico entre el francés y los diversos patois, las fiestas populares, el papel de la música, la lectura y la prensa, los usos de cama de los jóvenes...), Weber da forma a una obra monumental y viva que revolucionó la historia social y de los nacionalismos. Describe de forma amena, documentada y provocadora cómo en Francia tuvo lugar una auténtica crisis civilizatoria a finales del siglo XIX, a medida que las ideas y las costumbres tradicionales iban sucumbiendo ante las fuerzas de la modernización. El ferrocarril y las carreteras fueron factores decisivos, al acercar regiones hasta entonces lejanas e inaccesibles a los mercados y los centros principales del mundo moderno. La producción industrial, por su parte, hizo redundantes numerosas profesionescampesinas y el creciente sistema educativo enseñaba no solo el idioma de la cultura dominante sino también sus valores, entre ellos el patriotismo. A la altura de 1914, Francia finalmente era «La Patrie» de hecho, y no solo en nombre.
«Con el estado de ánimo de quien reconoce que la vida ha sido amable con uno y sabiendo que sería un desagradecido si no reconociera que, hasta ahora, los momentos placenteros han superado con creces a aquellos otros dominados por la amargura y la desesperación, me encuentro, con noventa años a las espaldas y en un siglo distinto a aquel en que nací, en condiciones de reflexionar sobre la persistencia de ciertas imágenes en la retina. Esas imágenes me han acompañado para recordarme que sí hay una respuesta a las grandes preguntas:¿De dónde vienes y adónde vas? Vengo de allí, de la guerra. Voy allá, hacia la muerte, y, entre medias, la vida de cada día».