Primero llega la muerte y después el duelo, la desolación infinita.
Casi siempre acompañada de dolor, desconcierto y la pena y la tristeza más absolutas. También de intentos de consuelo, sin excepción destinados al fracaso.
Nada nos prepara para la pérdida, por más que la razón nos diga que es una posibilidad. Y la realidad es que, si llega, no sabemos cómo afrontarla.
Publicada por primera vez en 1988, El orden de los acontecimientos es la primera obra en que Miguel Morey explora el problema de la relación entre la expresión filosófica y la expresión narrativa del pensamiento. En ella trata de esclarecer las reglas del juego que se establecen entre una y otra, partiendo de la contraposición entre las cosas que son -objetos y hechos- y las cosas que pasan -acontecimientos-, concediendo en principio la verdad (positiva) a las primeras y el sentido (narrativo) a las segundas. En esta nueva edición revisada del texto, el autor incluye, además de algunos textos complementarios -entre ellos, Del pensar como forma de indisciplina (1990), considerado una "continuación natural" de la obra-, un prólogo de sumo interes en el que informa de la genesis y desarrollo del trabajo, y se interroga acerca de su sentido tras más de tres decenios en los que la alfabetización se ha deteriorado, quizá, de forma irreversible. Otras obras de Miguel Morey en esta colección: Vidas de Nietzsche y Monólogos de la bella durmiente: Sobre María Zambrano.
El Gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald cumple cien años y Rodrigo Fresán invita a su celebración con este pequeño manual de instrucciones para descubrirlo o redescubrirlo.
Aquí, los secretos de su escritura, las fiestas desenfrenadas, los negocios turbios, el amor turbulento, la amistad hasta la muerte, las películas, la posibilidad o la imposibilidad de repetir el pasado, los blues de su autor y all that jazz que lo consagró como clásico indiscutible y cada vez más grande Gran Novela Americana.
Javier de Hoz (1940-2019) ofrece una síntesis de la literatura griega en sus fases arcaica y clásica enraizada en la historia cultural, que permite comprender no sólo el desarrollo de la literatura en su tiempo, sino la forma en que la hemos recibido y transformado en canon a lo largo de los siglos. Los géneros y los autores aparecen aquí en el marco de la pólis desde su origen, atendiendo a los distintos grupos sociales, las circunstancias que marcan cada momento de la historia de Grecia y las vicisitudes de la composición literaria según la etapa: desde las obras impulsadas por el propio gobierno de la pólis para ser disfrutadas por toda la comunidad, como el drama, hasta las que se representaban para un selecto auditorio, como buena parte de la lírica.
Arrastrados por los acontecimientos, movidos por el acicate de la curiosidad u obligados por la exigencia profesional, han sido muchos los hombres de letras -periodistas y escritores- que a lo largo de los dos últimos siglos se han acercado a ese centro imaginario del horror -del horror absoluto- que supone toda guerra. La presencia de escritores y periodistas en los campos de batalla acompañando a los ejércitos viene siendo habitual desde que la prensa se consolidase como vehículo de comunicación masiva allá a principios del siglo XIX. Vivir la guerra -desde una periferia más o menos alejada o desde el centro mismo del combate- se convierte en el paso previo para poder contarla y explicarla, acercándola así a un gran público interesado por unos acontecimientos cargados siempre de emoción humana y cuya interpretación responde muy a menudo a evidentes intereses ideológicos. Los diferentes autores que colaboran en este volumen describen, analizan y estudian con detalle la experiencia de un amplio conjunto de escritores y cronistas que tras vivir la guerra en primera persona se ocuparon de dar testimonio de lo acontecido a sus lectores. A la descripción de los numerosos casos particulares, estudiados con detalle, se le suma el cuidadoso análisis de las implicaciones políticas e ideológicas que plantea, desde siempre, la representación de la guerra. Así pues, el volumen ofrece nuevas perspectivas a todos aquellos que se preocupan por la literatura y el periodismo -y por sus interrelaciones-, pero también, y muy especialmente, a quienes trabajan en el campo de la comunicación social.
La acogida excepcional que, hace cinco años, obtuvo la compilación de los artículos aparecidos con el título El dardo en la palabra ha llevado a Fernando Lázaro Carreter a reunir en este volumen los publicados desde 1999 en el diario El País.
Con erudición y agudo sentido del humor, el eminente académico alerta acerca del desconocimiento de los recursos del propio idioma, tan recuente en cuantos gozan de vida pública, y el aluvión acrítico de términos nuevos innecesarios, que hacen peligrar la comunicación entre millones de hispanohablantes. Procurar la estabilidad del español es una labor que corresponde a todos los hablantes con una conciencia crítica. A ellos van destinados estos «dardos».