Me acerqué a El regreso del hijo pródigo de Rembranndt como si se tratara de mi propia obra: un cuadro que contenía no sólo lo esencial de la historia que Dios quería que yo contara a los demás, sino también lo que yo mismo quería contar a los hombres y mujeres de Dios. En él está todo el evangelio. En él toda mi vida y la de mis amigos. Este cuadro se ha convertido en una misteriosa ventana a través de la cual puedo poner un pie en el Reino de Dios.
En vísperas de su muerte, y en una larga carta en la que le hablaba a un amigo íntimo de sus primeras experiencias, le decía a propósito de ellas: "Todo ello parece pertenecer a otra época y a otro mundo. Creo que actualmente todo mi interés se centra en otra cosa: en el 'el mundo del espíritu', y todo lo demás me resulta verdaderamente insignificante y sin importancia. Las cosas que tanto me importaban en el pasado ya no tienen interés, son cosas como las de Achaan Chab, el maestro budista, y estoy perdiendo el gusto por otras cosas. No sé si todo esto es una ilusión; lo que sí sé es que nunca en mi vida me había sentido tal feliz y tan libre..."
Toda mujer que desea una relación más íntima con su esposo apreciará esta mirada refrescante al poder de la oración y "las herramientas de poder", versos que inspiran y animan, y ayudan a las esposas a confiar en la seguridad de las maravillosas promesas de Dios, de restauración, renovación y crecimiento en el matrimonio.
Orar por un cambio en nuestras esposas es invitar a Dios para que también haga grandes cosas en nuestra vida. Caballeros, ¿Qué desean para sus matrimonios? Amas a tu esposa, y más que ninguna otra cosa deseas verla feliz, próspera y creciendo a tu lado. Y no hay mejor manera de amarla que orar por ella.
¿Por qué arriesgar la vida de tu hijo cuando se la puedes dar a Dios?
La ganadora de premios, cantante y compositora, Stormie Omartian y su esposo Michael, han pasado los últimos veinte años criando a sus hijos... y aprendiendo sobre el poder de la oración por ellos. Ahora, en treinta capítulos cortos y fáciles de leer, ella comparte cómo puedes orar por tus hijos en cada edad y etapa de su vida.
¿Le conocen por las maletas que se echa a cuestas? Probablemente lo hizo esta mañana. En algún punto entre su primer paso y el último para cruzar el umbral, usted tomó quipaje. Fue hasta el dispensador de maletas y cargó unos cuantos bolsos. Pero este dispensador no es la correa transportadora del aeropuerto. Es la de la mente. Y las valijas que tomamos no son de cuero, sino de cargas. La maleta de la culpa. El baúl del descontento. La mochila de la ansiedad y un bolso de tristezas colgado del hombro. Añádase un maletín de perfeccionismos, el saco de la soledad y la bolsa de lona del temor. No es raro que estemos tan cansados al final del día. ¿Hacia dónde podemos volvernos en busca de ayuda? ¿Qué le parece si consultamos a un viejo amigo, el Salmo Veitnitrés?