¿Intervencionismo o liberalismo? El duelo entre dos titanes de la economía
En 1966, dos insignes economistas ficharon como columnistas para la revista Newsweek. Su labor: debatir sobre la actualidad de la economía y la empresa. Paul Samuelson era una prominente figura en el ámbito de la economía keynesiana, que abogaba por políticas económicas en la línea marcada por la Teoría General de John Maynard Keynes. Por su parte, Milton Friedman, prácticamente desconocido en aquella época fuera de los círculos académicos liberales, defendía el “monetarismo”, e insistía en que la Reserva Federal mantuviese un estrecho control sobre la cantidad de dinero en circulación.
En Samuelson vs Friedman, el periodista y escritor Nicholas Wapshott elabora un relato ameno y absorbente a partir de la historia de estos dos gigantes de la economía moderna, sus vidas cruzadas y su colosal batalla intelectual.
Paul Samuelson, un genio deslumbrante de la técnica, creció en una familia relativamente privilegiada y acabaría revolucionando la macroeconomía. Fue el autor del libro de texto de economía más vendido de todos los tiempos y en 1970 fue el primer estadounidense en conseguir un Nobel de economía.
Su amigo y adversario durante décadas, Milton Friedman, Premio Nobel de Economía en 1976, siguió el camino marcado por Friedrich Hayek escribiendo un exitoso tratado, Capitalismo y libertad, que apostaba por el libre mercado y las políticas económicas liberales, en una potente argumentación que aún hoy marca el ideario del liberalismo económico.
Con su ágil prosa, Wapshott nos abre una puerta a la polémica que durante décadas mantuvieron Samuelson y Friedman en materia económica y sobre el papel y alcance de los Estados para dirigir el rumbo de sus políticas.
¿Cómo se vive con menos de un dólar al día? ¿Por qué los micro-créditos resultan útiles pero no son el milagro que algunos esperaban? ¿Por qué los pobres dejan pasar las campañas de vacunación gratuita pero pagan por medicinas que a menudo no necesitan? ¿Por qué sus hijos pueden ir a la escuela año tras año y no aprender nada? ¿Por qué no siempre invierten en obtener más calorías, sino calorías que saben mejor? Nuestra tendencia a reducir a los pobres a un conjunto de clichés nos ha impedido hasta ahora comprender los problemas a los que se enfrentan a diario. Dado que poseen tan poco, hemos asumido que no hay nada de interés en su vida económica. Las políticas gubernamentales destinadas a ayudarles muchas veces fracasan porque se fundamentan en suposiciones erradas con respecto a sus circunstancias y su conducta. Repensar la pobreza supone un revolucionario giro en el modo de abordar la lucha global contra la pobreza. Sus autores, dos prestigiosos economistas del MIT, han acudido directamente a los protagonistas para comprender cómo funciona de verdad la economía de los pobres, cuáles son sus motivaciones y aspiraciones. Los resultados de su trabajo contradicen muchas de nuestras creencias más arraigadas.El innovador planteamiento de este libro empieza por cambiar las preguntas. A partir de ahí, ofrece las respuestas y, con ellas, un gran potencial transformador y una guía esencial para políticos, activistas y cualquier persona preocupada por construir un mundo sin desigualdad.
Casi nadie cuestiona hoy que nuestro modelo capitalista requiere una revisión urgente, porque no responde plenamente a las necesidades y retos actuales. Si queremos avanzar hacia una sociedad en la que el desarrollo no esté reñido con la justicia ni con y el respeto por nuestro propio hogar, la Tierra, hemos de aspirar a un nuevo capitalismo, básicamente más humanizado. Antes de que lleguemos al punto de no retorno ?que está a la vuelta de la esquina?, debemos cambiar la manera en la que nos relacionamos entre nosotros y con nuestro planeta, pensando siempre en un ideal ambicioso pero justo, atrevido pero equilibrado, ilusionante y a la vez integrador. En este nuevo libro, Ventura Ruperti propone algunas vías para encaminarnos hacia ese futuro diferente. Entre otras, la implementación de una economía mucho más centrada en la Reciprocidad, que combine de manera constructiva los legítimos intereses personales y los comunitarios; que instituya el voto múltiple como estímulo hacia la solidaridad y la acción social; que promueva la instauración de un reparto equitativo de los resultados remanentes en las empresas, y que desarrolle una regulación de los mercados que sea beneficiosa para el conjunto y no solo para unos pocos. Recipronomics ofrece una revisión absolutamente necesaria de nuestra sociedad, porque? o cambiamos ahora o ya no podremos.
¿Cómo podemos explicar que la economía de crecimiento se haya convertido en un poder que se empeña en destruir la vida en lugar de sostenerla? ¿Cómo hemos llegado a producir un mundo cuyo motor es el hambre de la Tierra y de los seres humanos? ¿Podemos pensar en alternativas realmente sostenibles para reorganizar la sociedad?
Este es el objetivo de Reanimar el mundo: la búsqueda de nuevas formas de relacionarnos con los otros, con nosotros mismos y con la Tierra, no desde una economía de mercado que solo puede conducir a la explotación del hombre por el hombre, sino desde las prácticas de vida que reverberan por todos lados y que fueron invisibilizadas por discursos hegemónicos. Para ello, Lina Álvarez recurre al método genealógico, adopta una perspectiva decolonial y analiza los discursos de la fisiocracia –escuela francesa de filosofía política del siglo XVIII– y de los pensamientos de la Tierra, estableciendo entre ellos un diálogo. Esto le permite, por un lado, desocultar los dispositivos de poder determinantes en la configuración del orden colonial-moderno-capitalista; y por el otro, visibilizar rutas alternativas para organizar la producción, el consumo y la toma de decisiones políticas en la sociedad, basadas en criterios de justica cosmocéntricos.
Estas alternativas podrían abrir el camino a la estructuración de las sociedades alrededor del cuidado, la regeneración y la reciprocidad con nuestros territorios, y así, con nuestros cuerpos y con nuestra casa común que es la Tierra.
Todo lo que debes saber para hacer fácil lo difícil en el mundo de las inversiones.
Hay cosas que son complicadas y a la vez extremadamente fáciles: invertir es una de ellas. Desde fuera parece un mundo excitante pero inaccesible, con su jerga y sus vaivenes incomprensibles; desde dentro, en cambio, puede resultar un juego de niños. Y ahí es donde también podemos equivocarnos.
Richard Oldfield narra su experiencia como gestor de inversiones partiendo precisamente de sus fracasos para demostrar que «aunque no es complicada, la inversión es difícil». Con un lenguaje accesible, humor y mucha carga autobiográfica, analiza los tipos de inversión, la importancia de las comisiones, la medición correcta del rendimiento o el extraño arte de elegir un buen gestor.
«He tenido la rara oportunidad de observar a distintos gestores de fondos y de ser uno de ellos, de modo que lo que pretendo transmitir aquí son los frutos de esa observación, así como las lecciones que he aprendido a través de mis propios éxitos y fracasos», confiesa Oldfield al inicio de este libro.
Una crítica vehemente y documentada al modo en el que entendemos hoy la economía
En su búsqueda de certidumbres científicas, la economía ha acabado imponiéndonos una visión del mundo demasiadoestrechay ha creado una ortodoxia que no es sana. Muchas de las decisiones más relevantes para nuestras sociedades se toman siguiendo premisas falsas y modelos económicos erróneos.
La manera en que se enseña en la universidad no transmite a los estudiantes qué es lo más importante y verdadero de la vida humana. Por eso, cabe preguntarse: la economía, tal y como la practicamos y entendemos en la actualidad, ¿es buena para la prosperidad y el bienestar?
El pensador de la economía Robert Skidelsky explica,en este libro perspicaz y rompedor, las circunstancias que nos han llevado a esta situación. Con una prosa amena, y a partir de una sucesión de críticas convincentes, nos propone entender la economía como una suma de disciplinas que va mucho más allá de los modelos y la obsesión por los números.
Y reivindica la vieja propuesta de John Maynard Keynes, según la cual el economista debe ser en la misma medida un“matemático, un historiador, un hombre de Estado [y un] filósofo”.