Desde 1934 hasta su muerte, Simone Weil acostumbró a apuntar en sus Cuadernos reflexiones que son el núcleo de su pensamiento. La gravedad y la gracia es una antología ordenada de esas notas: textos desnudos y carentes de ardides que traducen una experiencia interior de una exigencia poco común. Luz y gravedad rigen la realidad del ser humano. Simone Weil trató de desentrañar los modos de la participación de la gracia divina en el mundo, así como el punto de intersección de la misma con la ley de la fuerza que lo domina. Toda su vida anduvo buscando ese encuentro imposible entre la perfección divina y la desgracia de los hombres.
El sabor y el saber tienen el mismo origen: del verbo latino sapere se derivan sapor, "sabor característico de una cosa", y sapiens, "inteligente, sabio". Nuestro autor le aplica sabor y saber a este gozoso viaje por los orígenes de la gastronomía y la evolución de nuestras pasiones y costumbres culinarias. Para ello cataloga las clases de restaurantes o los tipos de cocineros, y reflexiona sobre el gusto o la glotonería & x02013;"desde la noche de los tiempos, la humanidad ha oscilado entre la voracidad y la hambruna"& x02013;, entre otras muchas cosas. Todo a traves de una escritura descarada y veloz, llena de juegos de palabras y humor que hacen de este Breve tratado cocinado a fuego lento un libro desenfadado, pero tambien erudito, con infinidad de referencias que enlazan la antropología, la filología, el amor por la cocina y el arte de una manera muy ocurrente. Un sabroso menú apto para todo tipo de lectores, desde los más tragones hasta los más sibaritas.
Este alegato a favor de la ética a la hora de contar historias y pensar en utopías defiende que la búsqueda de la verdad ante la violencia y la catástrofe climática tiene que mirar en distintas direcciones: hacia atrás, para comprender qué ha pasado, y hacia delante, para mostrar lo que será y no olvidar que también debemos hablar de lo que podemos esperar.
En esta obra que fusiona magistralmente el arte y la ciencia, Fernando Giráldez, catedrático emérito y experto en neurociencias, nos guía a través de las grandes obras del Museo del Prado para revelarnos cómo ya los pintores clásicos, desde El Bosco hasta Sorolla, utilizaban técnicas pictóricas que, sin saberlo, avanzaron los descubrimientos científicos sobre la percepción visual.
El autor explora cómo estas técnicas, como el sfumato de Leonardo o la perspectiva aérea de Velázquez, reflejan los complejos mecanismos del cerebro humano, y no solo nos muestra cómo los artistas han sido neurocientíficos intuitivos, sino que también nos invita a reconsiderar la experiencia estética desde una perspectiva científica, revelando la estrecha relación que hay entre cómo vemos el mundo y cómo lo representamos.
Un lúcido ensayo que nos muestra cómo la filosofía puede ayudarnos a entender la ansiedad, aprender a convivir con ella y descubrir lo que revela sobre la condición humana.
Hoy en día la ansiedad suele considerarse una patología y es el trastorno psicológico más diagnosticado y medicado de todos. Pero esta no es siempre —ni exclusivamente— una enfermedad. De hecho, muchos filósofos sostienen que es una parte normal, esencial incluso, del ser humano, y que aceptarla nos permitirá entendernos mejor y vivir una vida más significativa.
Samir Chopra explora las valiosas ideas sobre la ansiedad que nos ofrecen el budismo, el existencialismo, el psicoanálisis y la teoría crítica para afirmar que, aunque la filosofía no pueda suprimirla, puede lograr mitigarla. Y, a través de su experiencia personal, el autor nos revela cómo el autoconocimiento y la autoaceptación a los que nos conduce la filosofía pueden ayudarnos a lidiar con ella.
Basándose en las reflexiones de múltiples filósofos —entre los que figuran Buda, Kierkegaard, Tillich, Nietzsche, Freud, Heidegger, Marx y Marcuse —, Chopra afirma que la ansiedad es una condición inherente del ser humano, y es indispensable para comprendernos. Y, aunque la pobreza y otras circunstancias materiales sí que pueden acentuarla, ni el dinero ni la medicación pueden librarnos totalmente de ella.
En el mundo occidental, la primera figura que encarna el arqueVpo del mediador sapiencial entre la comunidad humana y lo divino es Pitágoras de Samos. Las implicaciones de sus doctrinas en la historia de las ideas son enormes, pues sus invenciones abarcan todos los campos del saber: matemáVcas, astronomía, filosoca, retórica, políVca, adivinación, medicina y religión. Nada escapa a este sabio griego, al que se atribuyen un famoso teorema matemáVco, las escalas musicales y la noción de la inmortalidad del alma.