¿Es lo común de la muerte que todos seamos mortales? No es a eso, a una propiedad consustancial y compartida entre los seres vivos, a lo que se refiere el título de este libro. La muerte en común es, por un lado, un intento de pensar en las consecuencias de perder a alguien que te constituye como persona y, por otro, de reflexionar sobre qué sucede en la comunidad cuando esto ocurre. Si, según se dice, quien no sabe afrontar una pérdida recae en un duelo patológico, ¿qué sucede en una sociedad en la que no se sabe hacer duelo? ¿Hay duelos patológicos a nivel comunitario? ¿Qué impacto tiene la pérdida de un miembro de la comunidad en el todo? ¿Es solo una cuestión 'privada' que debe resolver cada uno en su casa? ¿Qué impacto pueden tener la desaparición de los rituales compartidos y el acortamiento del tiempo que nos damos para superar esta vivencia? Para responder a estas preguntas este ensayo parte del recorrido que une en el mundo antiguo las nanas infantiles con el canto fúnebre conocido como nenia y analiza el sentido de las consolaciones para poder pensar nuestro propio tiempo y nuestra manera de afrontar la pérdida.
Poeta de la imaginación, elegante narrador y dramaturgo secreto, Rafael Pérez Estrada es un convencido escritor -en sus palabras- de 'ínfimas veleidades poéticas, mínimos relatos, intenciones epigramáticas, sentencias, delicadas perversidades, pensamientos surgidos de lo inesperado (muchas veces de las aristas provocadoras de la realidad) y extrañas máximas llenas de provisionalidades surrealistas', que disemina, agrupadas en series temáticas, por los diferentes títulos que publica. A este gusto por la escritura de lo mínimo lo denomina 'Pasión de lo Breve' y convierte la greguería y el aforismo, tras vincularlos a una imaginación sin límites, en un fértil terreno donde asentar su extraordinaria obra poética y literaria. 'En la mayoría de los estudios sobre el género aforístico -como recuerda Vicente Luis Mora en el prólogo a este volumen- se dedica un apartado a reunir las diversas terminologías personalizadas que el género concita, y entre ellas siempre se incluye la de 'brevería', creada por Rafael Pérez Estrada para sus creaciones minúsculas y afortunadas'. Breverías completas reúne las series aforísticas que publicó Rafael Pérez Estrada entre 1985 y 1992, a las que se suma, a continuación, una antología de poemas con estructura aforística dispersos por su obra. Este conjunto singular levanta uno de los pilares sobre los que emerge el renacimiento del género en el siglo XXI y convierte en indiscutible la ascendencia y maestría del autor en la historia del aforismo contemporáneo.
A mediados de 2022, Tamara Tenenbaum recibió el encargo de traducir Un cuarto propio, de Virginia Woolf. Tomando como punto de partida las cuestiones que le suscitó dicho encargo, Tenenbaum nos propone una relectura del libro de Woolf para reflexionar sobre la situación actual de las mujeres (aunque no solo de ellas) abordando los temas que le interesan: la precariedad laboral, el amor desaparecido en la era de Tinder, la comida, el dinero, el resentimiento como respuesta política o la nostalgia y el poder de la tradición.
Con una prosa lúcida y fluida, a lo largo de este texto, rico en referencias literarias y filosóficas, pero también de la cultura pop, Tenenbaum dialoga con el clásico de Virginia Woolf y nos propone un ensayo que busca ir más allá de un manifiesto y que quiere ser «una propuesta de contramundo plebeya y feminista basada en la importancia de la belleza y el trabajo como […] productores de igualdad y libertad».
A Tenenbaum, a quien le interesa escribir sobre su tiempo, Un cuarto propio le funciona como inspiración y oráculo, y le ofrece la oportunidad de pensar en otras formas posibles de vivir en el siglo XXI que se opongan al discurso neoconservador circundante y que sean modernas y posmodernas a la vez, pero, sobre todo, que nos ayuden a transitar la incertidumbre sin caer en un optimismo ingenuo ni en un pesimismo reaccionario.
En palabras de la propia autora: «Estoy yendo a Un cuarto propio a hacer lo que Virginia decía que hacemos con los clásicos griegos: a buscar, más que lo que Virginia tenía, lo que a nosotras nos falta».
El enfoque que inspira la composición de esta obra se centra en los planteamientos éticos sobre las guerras desarrollados por los pensadores políticos más lúcidos de la historia hasta nuestros días. De ellos se derivan criterios morales tanto para la humanización de los enfrentamientos armados recientes (trágicos e infernales) como para la denuncia pública de la crueldad. El autor -con términos distintos a los clásicos- es partidario de establecer principios desde los cuales regular las motivaciones defensivas o humanitarias que pueden justificar el inicio de una contienda bélica (ethica ad bellum), exigir la protección de inocentes, refugiados, heridos y prisioneros (ethica in bello), además de impulsar pautas para la pacificación social, penalización de criminales y reparación de daños sufridos por las víctimas más frágiles (ethica post bellum). Es constatable que los mínimos parámetros normativos resultan aplastados cuando las primeras bombas empiezan a expandir la epidemia de la violencia durante las hostilidades militares. Sin embargo, también es cierto que los dardos éticos se disparan con mayor agudeza crítica contra la maldad humana. ¿Cuáles son los criterios morales más relevantes (del pasado y actuales) que pueden seguir siendo válidos para enjuiciar los conflictos bélicos que nos circundan hoy y que tanta desolación y muerte provocan?
¿Qué papel desempeña la voluntad en la formación de nuestras creencias? El filósofo y matemático WILLIAM KINGDON CLIFFORD (1845-1879) defendió en un famoso ensayo titulado La ética de la creencia, que «creer algo tomando como base una evidencia insuficiente es moralmente inaceptable siempre, en cualquier lugar y para todo el mundo». Entre las muchas respuestas que provocó este polémico escrito, brilla con luz propia el célebre escrito de WILLIAM JAMES (1842-1910) La voluntad de creer. En este ensayo, el que fuera uno de los fundadores del pragmatismo y creador de la psicología científica americana rechaza, con la autoridad de quien ha experimentado en sus propias carnes el conflicto pascaliano entre las razones del corazón y las del intelecto, las pretensiones de vetar que «nuestra naturaleza pasional» intervenga en las decisiones de adoptar creencias filosóficas, religiosas o sentimentales, a la vez que busca fundamentar científicamente «la legitimidad de la fe voluntariamente aceptada». El libro se completa con una introducción que ofrece una panorámica del contexto filosófico y social de Clifford y James, así como un análisis de los detalles menos conocidos de la polémica.
En este iluminador ensayo, Gómez Pin desbroza la tesis reduccionista, con escrupuloso respeto de las disciplinas en las que esta busca apoyo, y propone razones para reivindicar la excepcionalidad del animal humano, el peso de nuestra frágil y abisal inteligencia: una inteligencia surgida de la vida, pero capaz de ser testigo de la misma y proyectar la forja de entidades que podrían ser homologables a ella misma. Por su ansia de contar y su empeño en dar cuenta de las cosas, el humano importa, es decir, se alza como el ser que cuenta.