Las ideas artísticas de Ayn Rand que completan su sistema filosófico
En su filosofía moral, Ayn Rand ensalza la virtud del egoísmo, y en su concepción del arte no es menos radical. Este libro contiene su original y audaz teoría estética, que estipula los principios indispensables para juzgar una obra de arte de manera objetiva.
Rand sostiene que esos estándares objetivos son posibles porque el arte es una necesidad fundamental de la vida y tiene una función esencial como expresión condensada de la mente racional del ser humano. Las manifestaciones artísticas materializan los conceptos abstractos a través de recreaciones estilizadas de la realidad, que proyectan la visión del artista sobre la naturaleza humana y concretan las representaciones filosóficas de las distintas culturas.
Abriéndose paso entre la confusa niebla de misticismo y sentimentalismo que suele envolver a la experiencia artística y a los juicios estéticos, Rand ofrece una definición precisa del arte.
Desarrolla, además, una crítica devastadora del naturalismo y el modernismo, concibiendo el arte contemporáneo como testimonio de la corrupción del estado intelectual de nuestra cultura. Su argumentación permite entender mejor la obra literaria de la propia autora, más afín al romanticismo y orientada a ofrecer un retrato del hombre ideal.
Publicada por primera vez en 1969, El manifiesto romántico es una de las obras más desconocidas del canon randiano, pese a ser uno de sus ensayos más sólidos y coherentes, y que nos permite entender por qué hemos ingeniado y consumido obras de arte desde tiempos inmemoriales, alegando que la creación debería tener el horizonte de elevar el espíritu humano.
En este volumen de Historia social del conocimiento, descubriremos el período que abarca desde 1750, con la publicación de la Enciclopedia francesa, hasta la eclosión de la Wikipedia.
Al igual que en el volumen anterior, Peter Burke no se centra solo en los individuos, sino en los grupos, las instituciones, las prácticas colectivas y las tendencias generales para demostrarnos que las actividades que parecen ser intemporales —como la búsqueda, el análisis, la difusión y el empleo del conocimiento— están, de hecho, limitadas en el tiempo y adoptan diferentes formas en distintos períodos y lugares.
Esta obra contrarresta la tendencia a escribir una historia triunfalista del «crecimiento» del conocimiento aportando datos sobre las pérdidas de distintos conocimientos y el precio de la especialización y nos descubre panorámicas geográficas y sociológicas del conocimiento.
Historia social del conocimiento es una contribución indispensable a nuestra historia social y sociocultural que aporta rasgos sumamente originales, como la perspectiva del lector, del oyente o contemplador sobre el conocimiento, que apelan tanto a historiadores de la ciencia, sociólogos, antropólogos y geógrafos como a cualquier persona interesada en la materia.
La raíz y causa principal de la historia de la humanidad tanto en sus aspectos positivos como negativos es el carácter dual y antitético que caracteriza sin excepción al hombre, esto es, su inclinación tanto al bien como al mal. Este dualismo individual es asimismo la clave para explicar y comprender el dualismo colectivo que ha existido siempre y las luchas que han surgido una y otra vez entre las diversas clases y estratos sociales. Partiendo de esta tesis, Heleno Saña reconstruye en su nuevo libro los conflictos de la más diversa especie que se han dado en todos los ciclos históricos, tipos de sociedad y civilizaciones desde los tiempos más remotos a hoy.
Consecuente con su concepción dualista del hombre y de la historia, el autor rechaza como dogmáticas y unilaterales las visiones edificantes de la historia, a la vez que rechaza las concepciones pesimistas que niegan al hombre la capacidad de aprender de sus errores y buscar modos de vida y una tabla de valores capaces de poner en pie un modelo de sociedad lo más humano y justo posible. El camino a seguir para alcanzar esta meta es el de combatir, a través de la reflexión y el examen de conciencia, sus inclinaciones egoístas y potenciar lo que en él anida de noble y altruísta.
La dispersión de las semillas recoge cuatro proyectos de libro —inéditos en castellano— en los que trabajaba Thoreau antes de morir. «La dispersión de las semillas» es el principal: un texto que, en un momento en el que la generación espontánea o la permanencia de las especies eran lugares comunes, cuando no dogmas de fe, trata de demostrar de qué manera el viento, el agua y los animales participan en la creación y regeneración de los bosques.
Completan el volumen, preparado por Bradley P. Dean, tres escritos de la misma época y que complementaban ese gran estudio de las semillas: «Frutos silvestres», «Hierbas y pastos» y «Árboles forestales».
Este libro cuenta, además, con un prólogo de Gary Paul Nabhan, una introducción de Robert D. Richardson, jr., unas magníficas ilustraciones de Abigail Rorer y un epílogo de Marc Badal.
Reunimos aquí los escritos de Simone Weil sobre la guerra civil española, en la que la autora participó tras cruzar la frontera en agosto de 1936 y unirse a la Columna Durruti en el Frente de Aragón. Se trata de una antología que pone de relieve el inquebrantable compromiso de Weil con los oprimidos, con la libertad y la dignidad humana, un compromiso que le lleva a denunciar no solo los excesos del bando contrario, sino los del propio, la traición a los ideales por los que se afirma luchar.
Entre los escritos de Paul Valéry destacan aquellos que tienen en el arte y la estética motivo fundamental: sus célebres diálogos El alma y la danza y Eupalinos o el arquitecto, junto con los que sucesivamente dedicó a Leonardo da Vinci, escritos que ofrecemos en una cuidadosa traducción: Introducción al método de Leonardo da Vinci (1894), Nota y digresión (1919) y Leonardo y los filósofos (1929). El autor de El cementerio marino se reconoce en la figura de Leonardo, más un Leonardo posible que un Leonardo histórico, no por ello menos real y riguroso, y sus análisis son precisa manifestación tanto del arte del pintor cuanto de la estética del propio Valéry.