¿Qué significa ser libre? ¿Podemos siquiera demostrar que lo somos? Y si lo fuéramos, ¿por qué deberíamos subordinar nuestra libertad a una norma ética? Si el universo no manifiesta interés alguno en nosotros, ¿por qué debemos actuar moralmente?
Practiquemos o no el bien, la naturaleza seguirá su curso y continuará ciega ante los esfuerzos éticos de la humanidad. Por mucho que nos afanemos en escuchar su voz, su lenguaje resultará siempre ininteligible para nuestras aspiraciones, pues se basa en leyes matemáticas impersonales, fijadas en los inicios del universo y ajenas a cualquier preocupación por nuestra suerte y por el valor de nuestras acciones.
En este libro, Blanco intenta responder a estas inquietudes. La libertad emerge como la capacidad de crearnos a nosotros mismos, de construir, de legar algo al mañana y de ampliar los horizontes y las posibilidades de nuestra reflexión.
Descubre el estoicismo y recupera la tranquilidad con Cómo dejar de preocuparte, un viaje al pasado en el que aprenderemos de los grandes filósofos estoicos cómo aplicar sus enseñanzas a la vida actual. Un libro oportuno, lleno de perspicacia y humor, que nos brinda las razones para dejar de preocuparnos.
Todos buscamos respuestas a las grandes preguntas: ¿Cómo ser buena persona? ¿Cómo encontrar la calma? ¿Cómo vencer el FOMO? ¿Cómo descubrir lo que realmente importa? Tenemos buenas noticias: los más sabios de la historia se hicieron las mismas preguntas, ¡y encontraron respuestas! A través del estoicismo podemos descubrir que ya poseemos las herramientas para extraer esta sabiduría tan necesaria por nosotros mismos.
En Cómo dejar de preocuparte nos adentramos en el pasado a un tiempo que no difiere mucho del nuestro: lleno de caos, guerras, plagas, traiciones, corrupción, ansiedad, excesos e incluso el temor a un apocalipsis climático. Al aprender y vivir las enseñanzas de tres guías ancestrales, Epicteto, Séneca y Marco Aurelio, Brigid Delaney nos muestra cómo aplicar estas lecciones a nuestras vidas contemporáneas para recuperar un sentido de agencia y tranquilidad.
El estoicismo puede resultar un remedio difícil de asimilar, pero no en este caso: este libro rebosa de perspicacia, humor y compasión. Es oportuno y sumamente útil, y ofrece múltiples formas de retomar el control. Aquí encontrarás todas las razones para dejar de preocuparte.
La Historia de la Filosofía de Durant no solo ofrece las ideas y los sistemas filosóficos de «monarcas del pensamiento» como Platón, Aristóteles, Francis Bacon, Spinoza, Kant, Voltaire, Locke y otros de similar estatura, sino también sus personajes, sus biografías de carne y hueso. El autor presenta a los titanes de antaño y, de igual manera, no se olvida de los filósofos modernos más célebres de su tiempo, como Bergson, Croce, Russell o Dewey. En esta obra magna, construye con rigor y escrupulosa erudición una historia de la filosofía en la que muestra cómo las ideas de cada pensador inspiraron e influyeron, entrelazándose unas con otras, en las siguientes generaciones.
Poseedor de una prestigiosa trayectoria poética, Jorge Gimeno acomete en Poesía y tao una revisión de los fundamentos de la poesía, sometida como se halla a una colonización categórica paralizadora. Lo hace a la luz de la noción de tao, tomado este como un polo de relación perfecto, dinámico y no intrusivo.
Poesía y tao es un tratado aforístico que argumenta por acumulación y yuxtaposición. El efecto, en último término, es musical.
Es este el primero de una serie de tratados filosófico-poéticos de Jorge Gimeno consagrados a repensar la poesía, a menudo rehén de la búsqueda de nuevos sujetos de trascendencia. Tal situación ha conducido a que la poesía no se piense desde sí misma ni para sí misma. O a que se encastille en los ideales de una espuria categorización que propone la palabra como traslación de una idea de ser que se juzga caduca pero que sigue instrumentalizando la relación del hombre con el mundo y con la propia poesía.
“¿Por qué es imposible que los filósofos de hoy en día no puedan escribir, al menos en parte, como hablan? ¿Son necesarias estas palabras tan terriblemente artificiales? ¿No se puede decir lo mismo de una forma más natural y humana? ¿Debe ser insoportable un libro para que sea de filosofía?”.
Siguiendo la estela de estas palabras que Friedrich W. J. Shelling dejó escritas hace más de doscientos años, Günther Anders centró buena parte de su obra en la reflexión sobre el lenguaje y el estilo filosóficos. Su búsqueda de un tono directo, lo menos “deformado” posible, que beba del mismo lenguaje cotidiano sin que por ello pierda precisión y claridad, lo opuso a la forma estilísticamente esotérica habitual dentro de su propio gremio: “Porque no hay ningún grupo que escriba en bloque de forma tan deplorable como ellos, y su tono de mezcla de cátedra sagrada, de mística y olor a moho, de exaltación y cuero es apenas soportable al oído del amante de la verdad”.
De todo ello trata, con ironía y a veces con amargura, pero con implacable lucidez, el texto que aquí presentamos, “Sobre el esoterismo del lenguaje filosófico”, hasta la fecha la única versión completa y corregida que existe en castellano.
¿Qué es la experiencia? ¿Cómo se constituye? Una aproximación común a estas preguntas supone que el entendimiento es algo que emerge de la percepción sensorial. Luis Miguel Isava retoma estas interrogantes y desarrolla una propuesta muy distinta: la experiencia no se produce como resultado del percibir, entendido como acto originario y no mediado, sino que tiene lugar a partir de ciertas condiciones específicas de posibilidad. Para Isava este requisito funciona efectivamente como un protocolo: un sistema de criterios formales, sujetos a contingencias históricas y culturales, que efectivamente organizan y le otorgan sentido a lo percibido y así lo “sancionan” como experiencia. Estos protocolos que hacen posible la experiencia están arraigados tan profundamente que pueden resultarnos invisibles y “naturales”, pero en realidad son cambiantes. Distintas culturas, en distintos momentos históricos, fundan cada una sus experiencias en base a protocolos diferentes. Esto puede resultar evidente al momento de considerar los procesos de encuentro entre culturas disímiles que han ocurrido a lo largo de la historia. Sin embargo, Isava se enfoca en un problema menos obvio y más sugerente: ¿qué ocurre cuando en el seno de una misma cultura aparecen objetos que, bajo los protocolos vigentes, no pueden ser asimilables como experiencia? Esta posibilidad, nos muestra Isava, podemos hallarla en el arte, o más exactamente, en lo que él denomina los “artefactos culturales” de la modernidad. A partir de ejemplos concretos tomados de la poesía, la pintura, el cine y la música, Isava muestra cómo el arte puede suscitar momentos extraños, reflexivos o críticos que, al enfrentarse con los protocolos de la experiencia ya establecidos, pueden generar nuevas formas de hacer mundo y, en consecuencia, nuevas posibilidades de habitarlo.