Este volumen recoge una serie de ensayos dedicados a relevantes maestros españoles de pensamiento en el siglo xx. No son todos los maestros de pensamiento que ha habido en España en ese siglo, sino los del autor, aquellos con los que Pedro Cerezo se he formado durante años. Los tres grandes nombres, Unamuno, Ortega y Zubiri, constituyen la gran cordillera de altas cumbres que abre el pensamiento español del siglo xx, poniéndolo a la altura del destino de Europa, y de donde emanan las fuentes más fecundas de nuestra historia intelectual contemporánea. Luego, viene la tríada de herederos de la Escuela de Madrid, José Luis Aranguren, Pedro Laín y Julián Marías, tres relevantes especialistas en Ética, Antropología filosófica y Metafísica respectivamente. Cierra el panorama otra tríada, no menos ilustre, Jaume Bofill, en representación de la Escuela de Barcelona, Luis Rosales, brillante ensayista y gran poeta, y Francisco Ayala, orteguiano e institucionista, que aquí representa el pensamiento social y político de su generación. Los trabajos reunidos en este libro acreditan al profesor Pedro Cerezo Galán como gran especialista de referencia en el área del hispanismo filosófico.
¿Cómo se convirtió el minimalismo en una tendencia decorativa? ¿En qué momento los uniformes de trabajo empezaron a venderse como artículos de moda? ¿Se puede ser cool con una remera blanca y unos jeans, independientemente de la marca? ¿Qué es, en definitiva, el buen gusto y quién lo define? Apoyándose en la filosofía, la sociología y la estética, citando algunos capítulos de Frasier o Los Soprano, o describiendo la decoración de las casas de Donald Trump y Kim Kardashian, la periodista británica Nathalie Olah investiga sobre las superficiales líneas que separan el buen y el mal gusto.
¿Cómo se convirtió el minimalismo en una tendencia decorativa? ¿En qué momento los uniformes obreros empezaron a despacharse como artículos de moda? ¿Puedes ser cool con una camiseta blanca y unos pantalones vaqueros, independientemente de la marca? ¿Qué es, en definitiva, el buen gusto y quién lo define?
Apoyándose en la filosofía, la sociología, la estética teórica, citando algunos capítulos de Frasier o Los Soprano, o describiendo los interiorismos de las casas de Donald Trump y Kim Kardashian, la periodista británica Nathalie Olah investiga sobre las superficiales líneas que separan el buen y el Mal gusto. La suya es una crítica mordaz a las élites que operan en la sombra, construyendo ideas dinámicas y excluyentes de lo que está de moda (y lo que no). Y a la importancia capital que le damos al ‘estatus’ que nos proporciona formar parte de ese selecto grupo de connosieurs.
¿Quién mueve realmente los hilos de este intangible (en las cadenas de ropa de gran consumo, en los despachos de los líderes políticos, en los impecables rostros de las estrellas del cine y en el interior de los restaurantes de postín) y cómo se estetiza y revaloriza la escasez —otra macabra invención del capitalismo— para crear una falsa jerarquía de la virtud centrada en el consumismo?
«Busque la verdad sobre un autor en su correspondencia, más que en su obra. La obra suele ser una máscara».
Pocos pensadores contemporáneos han influido tanto en nuestra forma de enfrentar la existencia como Emil Cioran. Seleccionadas de entre los miles de archivos personales del escritor, las ciento sesenta cartas reunidas aquí, la mayoría de ellas inéditas, están dirigidas a su familia y amigos (en Rumanía y luego en Francia), a sus compañeros intelectuales y a sus lectores. En particular conoceremos su relación con Aurel, su hermano pequeño seminarista. También seremos testigos de aquello que compartió con nombres de la altura de Mircea Eliade, Carl Schmitt, Jean Paulhan, François Mauriac, María Zambrano, Fernando Savater, Samuel Beckett, Armel Guerne o Clément Rosset; y con la «Gitana», su última relación sentimental.
Lúcidas, irónicas y existenciales, estas cartas fueron escritas entre sus diecinueve y sus setenta y nueve años, por lo que componen un autorretrato íntimo del autor, quizá el más honesto hasta la fecha. Revelan, a su vez, el genio de Cioran para el arte epistolar, que cultivó y veneró por encima de los demás.
París, 1926. Walter Benjamin se enamora de la ciudad, pero ella no le corresponde... Incomprendido y desconocido, en ocasiones se siente profundamente solo. Lo que no le impide empezar a trabajar en la que será la obra de su vida, El libro de los Pasajes. Ese mismo año, André Breton conoce a Nadja, que se convierte en su heroína y lo guía a través de una ciudad de azar y maravilla. Por su parte, cada noche, Ludwig Hohl camina por París, descubriéndola barrio por barrio. Su mirada de extranjero se cruza con la de Léon-Paul Fargue, auténtico parisino, nostálgico y brillante. Y entre ellos aparece también el gran paseante Franz Hessel. París se entrega, se enamora, pero igualmente se aleja, pues el mundo que viene no está preparado para crear un mundo, nos dice Frédéric Pajak. Entre la ironía y la melancolía, este segundo volumen del Manifiesto incierto evoca las sombras de la ciudad, el tiempo previo a la Segunda Guerra Mundial y también la actualidad, el asesinato y la destrucción de París, ese París que ya no existe y ese París que, sin embargo, reclama sangre y cuenta muertos en cada calle en honor a la poesía y a la historia. Una obra épica iluminada por ciento cincuenta deslumbrantes dibujos.
En 1939, como todos los ciudadanos alemanes residentes en París, Walter Benjamin fue internado en un campo de «trabajadores voluntarios» en Nevers. Liberado después de dos meses y medio gracias a la intervención de varios amigos, regresó a París hasta que llegaron las tropas de la Wehrmacht. Entonces huyó y comenzó a vagar por el sur, primero Lourdes, luego Marsella, desde donde intentó en vano embarcarse hacia Estados Unidos. Su viaje continuó por los Pirineos, hasta el puesto fronterizo español en Portbou, donde, amenazado con ser entregado a la Gestapo, se suicidó.
Esta historia se entrelaza con una evocación del poeta estadounidense Ezra Pound, exiliado en Rapallo, en la Italia fascista, cuyas opiniones comparte ciegamente. En Roma, el poeta se encuentra con Mussolini para ponerse a su servicio, pero éste rechaza la propuesta, convencido de tratar con un espíritu perturbado. Detenido en 1944 por los estadounidenses y condenado por traición, fue encerrado en Pisa en una jaula al aire libre, antes de ser internado durante trece años en su país.