La conciencia uncida a la carne es el segundo volumen de los diarios de
Susan Sontag, que abarcan desde 1964 a 1980.
El segundo de los tres volúmenes de los diarios de Susan Sontag arranca donde acaba Renacida: a mediados de los años sesenta. Estos diarios trazan y documentan la evolución de la autora de principiante en el mundo artístico e intelectual de Nueva York a influyente crítica mundialmente reconocida con la publicación de Contra la interpretación en 1966.
La conciencia uncida a la carne sigue a Sontag durante los turbulentos años de la decada de los sesenta -sus viajes a Hanoi en el punto álgido de la guerra de Vietnam y a Suecia para rodar largometrajes-, hasta los ochenta y el inicio de la era Reagan.
Este libro es un registro de incalculable valor de los mecanismos internos, emocionales, espirituales e intelectuales de una de las pensadoras más incisivas y analíticas del siglo XX en pleno apogeo de sus facultades, además de una ventana al despertar político y moral del individuo.
San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianismo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios (de civitate Dei), redactada en los años de la toma de Roma en manos de los visigodos. En ella se establece por vez primera la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental.
Este volumen, en una completísima edición a cargo de R. Mª Marina Sáez, incluye los libros I-VII, precedidos de un exhaustivo estudio introductorio revisado y actualizado. En su parte inicial, san Agustín refuta las acusaciones de que Roma hubiera caído por el efecto pernicioso del cristianismo, al tiempo que censura el paganismo y el culto a muchos dioses. El autor recurre a multitud de ejemplos de la historia de Roma, que demuestra conocer muy bien. La segunda parte del libro está dedicada a su tema principal, la divina providencia, y su presencia en la historia de la humanidad. En ella se contraponen la ciudad espiritual, creada por Dios y construida por los que creen en Él, y la ciudad terrenal, fundada por el egoísmo mundano y la injusticia.
San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianimo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios, redactada en los años de la toma de Roma a manos de los visigodos. En ella se establece por primera vez la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental.
Este volumen, que incluye los libros XVI-XXII, cierra la publicación íntegra de esta obra, culminando así la labor de Rosa Mª Marina Sáez con una espléndida traducción exhaustivamente anotada. En esta última parte, Agustín de Hipona recurre a la historia bíblica para explicar la evolución entre la ciudad de Dios y la terrenal; y a continuación recapitula todo lo dicho en la obra antes de acometer por último las finalidades de ambas ciudades: el juicio final, el infierno y el cielo.
San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianismo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios redactada en los años de la toma de Roma a manos de los visigodos. En ella se establece que por vez primera la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental.
Este volumen incluye los libros VIII-XV, en los que inicialmente demuestra la inutilidad de los dioses tradicionales romanos, debate sobre teología con los filósofoos, sobre todo platónicos, y razona que los espíritus buenos desean adorar a un solo Dios. Finalmente, emprende su explicación cristiana de la historia, que comienza con el origen de la ciudad de Dios, de la creación del mundo al pecado original, y continúa con la relación de las dos ciudades: la de Dios y la terrenal.
Alcanzar a conocer y a comprender es un proceso bastante más complejo que el de alcanzar a juzgar; en especial si para juzgar algo o a alguien partimos no de lo que podemos llegar a conocer sino de lo que podemos llegar a sentir, es decir, de nuestros más altos o bajos sentimientos. Viene esto a cuenta o a cuento, cómo no, de este libro que lleva por título La caza y los toros y que no es tanto un defensa de la caza y de los toros sino una reconsideración histórica, una meditación de lo que la caza y los toros han representado en la vida española durante cientos de años y aun milenios. Libro este muy ameno, sugerente y comprensivo por el que muchos ciudadanos (como yo mismo, pacíficos e incluso mansos), sentimos gran afición (pese a no haber ido nunca a los toros ni practicado jamás la caza, excepto de erratas) aunque en nuestro bárbaro tiempo haya devenido todo esto en asunto polémico, casi peligroso. Nuestra edición cuenta con un resiliente y atinado prólogo de Víctor J. Vázquez, que no solo sabe de Ortega y Gasset sino también, cosa bastante más rara, de toros. A.L.
Una reflexión filosófica sobre dos artes en peligro de extinción.
La caza y la tauromaquia nunca habían estado tan amenazadas en España como en nuestros días. La nueva sensibilidad animalista, incapaz de entender ni tolerar cualquier actividad que implique la muerte de un animal, ha puesto en la diana de sus ataques estas dos tradiciones de arraigo milenario, y algunas administraciones ya han prohibido o estudian prohibir las corridas de toros. La nueva legislación, aduciendo una protección del bienestar animal, también ha comenzado a perseguir las actividades cinegéticas y el circo.