No hay una sola definición de la muerte, ni una sola interpretación, aunque sí un hilo conductor basado en nuestra compresión científica de la realidad mortal. Podría decirse que no hay una, sino muchas muertes. El físico, biólogo e investigador ICREA Ricard Solé nos plantea una aproximación a algunas de estas extinciones: desde la muerte térmica del universo y de los sistemas inanimados hasta la de las ciudades y civilizaciones, los océanos o los robots, pasando por la de nuestro propio cuerpo y mente. Porque, escribir y reflexionar acerca del fin de la vida nos permite comprender mejor la naturaleza de ese principio básico e inevitable, que ha dado forma a nuestra cultura y moldeado nuestros miedos desde que surgió la conciencia y nuestra capacidad de imaginar el futuro.
Por primera vez en la historia del hombre, encaramos un nuevo y total desafío ante el ideal de la persecución de la verdad pura y abstracta. Por primera vez, podemos concebir una incongruencia fundamental, un desfase crucial, entre la búsqueda de la verdad y los ideales igual de exigentes de justicia social o, aún más centralmente, entre la verdad y la supervivencia. Lo que está en juego en la carrera obsesiva por el descubrimiento ya no es una pierna rota de Tales o el descuido mortal de Arquímedes. Podría ser, tal vez ya lo sea, la existencia continuada del individuo y de la sociedad tal como los conocemos.
«Creo que la verdad tiene futuro. Que lo tengamos nosotros es algo que está menos claro. Pero solo el hombre puede suponerlo».
Un análisis iluminador y fascinante de una las mentes fundamentales de la cultura europea del siglo XX. La incisiva, audaz e irónica mirada del irrepetible humanista, recorre épocas históricas, las vidas de sus protagonistas, clásicos de la literatura, obras de arte cautivadoras y filosofías clarificadoras, para ofrecernos una verdad que solo un pensador como Steiner, observando desde la atalaya de su infinita erudición, puede destilar.
La historia de cómo cuatro genios revolucionaron la filosofía y cambiaron nuestra forma de entender el mundo. «Un libro que no tendrá parangón en mucho tiempo. Engancha como un thriller y ayuda más a la comprensión de nuestro presente que ningún estudio sociológico.»Micha Brumlik, Die Tageszeitung Estamos en 1919. La guerra acaba de terminar. «El doctor Benjamin huye de su padre, el subteniente Wittgenstein comete un suicidio económico, el profesor auxiliar Heidegger abandona la fe y monsieur Cassirer trabaja en el tranvía para inspirarse.» Comienza una década de creatividad excepcional que cambiará para siempre el rumbo de las ideas en Europa. Los años veinte del siglo XX en Alemania dieron forma a nuestro pensamiento contemporáneo, y son el verdadero origen de nuestra moderna relación con el mundo.
El tiempo es un tema de reflexión tan apasionante como escurridizo. Si no nos lo preguntan, todos sabemos qué es, pero, como advirtió san Agustín, si tratamos de definirlo, acabamos enredados en complejas paradojas. Nuestra vida se mueve en una leve franja de tiempo presente, con un pasado, que ya no es, a sus espaldas, y un futuro, que aún no es, por delante. Proust elogió la capacidad del arte para resucitar momentos pretéritos de nuestra vida; los existencialistas alabaron la conciencia de nuestra finitud como forma de autenticidad; los biólogos hablan de un tiempo interno que regula funciones vitales sin nuestra intervención consciente y Albert Einstein definió el tiempo como la cuarta dimensión. Safranski explora de forma atractiva y accesible la multiforme experiencia humana del tiempo y descubre en su inexorable transcurso un rasgo esencial de la condición humana.
Hoy se cuestiona ya no sólo el poder del arte, sino que éste tenga derecho a vivir. ¿Hasta qué punto es posible la obra de arte? Confrontando con la actividad artística como problema en sí, revisando la historia de la estética tradicional y sus categorías, o criticando ese arte que ofrece mero consuelo o embriaguez, y que se rige por una lógica mercantilista, Adorno persigue examinar la problemática de la autonomía del arte y garantizar su derecho a la vida y la legitimación de su verdad. Teoría estética, libro póstumo de Adorno en el que confluyen todas las inquietudes estéticas que lo acompañaron en el desarrollo de toda su obra y texto fundamental para comprender la deriva de la estética contemporánea, muestra cómo el arte, aunque parte del mundo en que vivimos, debe ser atisbo de lo que aún no existe, ha de ser expresión utópica, potencia de resistencia y ruptura con la realidad social. Sólo así podremos salvar el arte de su decadencia o, lo que es lo mismo, salvarnos a nosotros mismos del devenir catastrófico al que nos vemos abocados.
La acuñación moderna de la filosofía no puede separarse de la crítica del prejuicio, de la sospecha de los hábitos y convenciones que rigen nuestros pensamientos y acciones. Pese a ello, la historia de la filosofía no siempre escapa al influjo de una mezcla de prejuicios, hábitos y convenciones que ofrece, como patrimonio no contestado, una cierta imagen de sus autores, temas y conceptos. Tal es el caso de la supuesta ruptura que realiza Cartesio, con su propuesta teórica, de los vínculos que antaño unían el saber filosófico con el saber teológico. Pedro Lomba muestra en este libro lo endeble de esta tesis o, en otras palabras, que la clave de bóveda de la filosofía cartesiana, en pugna con un escepticismo revestido con nuevos hábitos, tiene un nombre antiguo, pero irremplazable: Dios. La obra de Lomba ejerce así el noble oficio de la filosofía ilustrada: desautoriza nuestra comprensión prejuiciosa de la tradición. La crítica del programa cartesiano tiene un alcance inesperado: muestra la facilidad con que la filosofía se confunde con la teología política.