«Los aedos y sus mitos son los ojos y los oídos de un pueblo que hace de su memoria el cemento de su identidad y sabe que existir significa recordar.» De los orígenes de una estirpe condenada a enfrentarse ante las murallas de Troya, de las lides con Aquiles al victorioso regreso a la patria con Casandra: este es el emocionante relato de una civilización perdida, narrado a través de las palabras del rey que lideró al ejército griego en una guerra convertida en leyenda. Hombre poderoso y acostumbrado a decidir la suerte de su pueblo, orgulloso, arrogante y duro, Agamenón está solo en la oscuridad de la noche mientras escudriña el horizonte desde la proa. Recuerda los diez años de una guerra sangrienta, en cuyos campos de batalla ha visto caer a hombres fuertes y valerosos, tan desdeñosos del adversario como de su propio destino. Con una mirada más compleja y objetiva que la de Odioseo o Aquiles, el rey de Micenas nos conduce al centro del mundo homérico con sus héroes, sus valores y su sentido de la gloria y la venganza, del amor y la muerte.
El poema toca la vida. Quizá porque, como en la vida, en cualquier obra de arte el sentido no es algo dado, sino algo que hay que encontrar, asignar o estar en disposición de recibir. En este ensayo, Mariano Peyrou investiga las maneras en que determinadas obras intentan suprimir la distancia entre el arte y la vida e integrar el ámbito de la obra y el de lo real. Para alcanzar una mayor espontaneidad, una mayor naturalidad, a veces se pone el foco, más que en el producto, en el proceso creativo; para generar un espacio más libre y dinámico, a veces la atención se centra en el impulso creador. Se trata de una aspiración antigua, que puede rastrearse desde los orígenes de nuestra cultura, pero que se manifiesta con gran intensidad y de un modo nuevo a partir del siglo pasado.
El acto de mirar es siempre interpretativo: supone el establecimiento de una relación íntima que afecta tanto al observador como al objeto de su mirada. Pese al supuesto distanciamiento que suele exigirse al teórico del arte, Miguel Ángel Hernández lleva años aproximándose así a las imágenes para establecer con ellas un diálogo profundo en el continuum de arte y vida. El resultado son los textos aquí reunidos, a medio camino entre el ensayo, la autobiografía y la narrativa, en los que siguiendo la estela de Benjamin, Sontag y Barthes se exploran cuestiones como el valor de la memoria y su vínculo con el conocimiento, el duelo, la ética de la mirada, las relaciones entre tecnología y deseo, o la percepción subjetiva del tiempo. A través de una prosa atravesada de vivencias, iluminaciones y experimentación literaria, el ejercicio de contemplar imágenes se nos revela como una experiencia vital y transformadora.
"Lejos de ser una eventualidad extravagante y marginal, o un asunto que puede interesar sólo a los lógicos de profesión, el interminable "y así sucesiivamente" atañe de cerca a todo tipo de cogniciones, comportamientos prácticos, afectos. Con él tiene familiaridad ya el niño que pregunta por el motivo de cierto acontecimiento, y más tarde por el motivo de ese motivo, y aún más tarde el motivo de ese segundo y más fundamental motivo, etc., dando así lugar a una vertiginosa jerarquía ascendente de "porqués". El regreso al infinito es una suerte de refrain, familiar e inquietante a la vez, que acompaña, y en cierta medida condiciona, cualesquiera experiencias. Poco se comprende acerca de los modos en que nuestra especie se adapta (o no se adapta) a su propio contexto vital, como también acerca de los conflictos sociales y políticos que constelan su historia, si no se tiene en la debida cuenta el carácter expansivo de este fenómeno lógico lingüistico." PAOLO VIRNO
¿Puede una filosofía del siglo XX ser una guía en la actualidad? El pensamiento de Xavier Zubiri (1898-1983) lo es, porque nos presenta la filosofía desde la perspectiva necesaria para el hombre contemporáneo que busca una verdad que no sea postura dogmática sino el camino hacia una investigación sincera.
Zubiri construye una nueva metafísica a partir de la lectura de Husserl y Heidegger en la que la realidad y la inteligencia se piensan como congéneres, al tiempo en que examina los problemas fundamentales de la filosofía occidental.
Este libro presenta la evolución del pensamiento de Zubiri organizado en dos etapas sucesivas. Una primera más fenomenológica y ontológico-hermenéutica y una segunda metafísica, en la que se aleja de sus predecesores y propone una antropología para el hombre de nuestro tiempo a través de una nueva mirada sobre lo real y la inteligencia. A través de la lectura de los textos zubirianos, Paolo Ponzio nos invita a descubrir los conceptos más importantes de su filosofía: lo real, la verdad, el hombre y la experiencia de Dios.
Ante la intolerancia, queda siempre Voltaire. Nadie ha escrito mejor ni de forma más precisa contra un mal endémico y secular que aún hoy nos golpea.
Cree lo que yo creo y lo que no puedes creer, o perecerás. Cree o te aborrezco; cree o te haré todo el daño que pueda. >> Ese era el dogma del fanatismo según Voltaire. Y, como los atentados contra Charlie Hebdo volvieron a demostrar, ese sigue siendo hoy, dos siglos y medio después. Así que no es casual que este autor se haya convertido en el fenómeno editorial del momento en Francia, con más de 150.000 ejemplares vendidos en un solo mes.
Voltaire, la estrella editorial de la rentrée, como tituló Echo, fue según Savater el primer intelectual, un pensador que nunca se conformó con entender el mundo, sino que ansiaba transformarlo y que entendió como nadie antes que el texto era un poderoso instrumento de propaganda. De ahí su estilo directo, divertido, nunca frívolo, en el que prima siempre la voluntad pedagógica. Los paralelismos entre autor y editor son claros. En Savater reconocemos a Voltaire y por eso nadie mejor que él para exprimir su pensamiento y hacer lo que él nunca hizo, exponerlo en forma de máximas y aforismos. Se nos permite así conocer a un hombre genial, que dedicó su vida a combatir a siglos de intolerancia, de rutinas dogmáticas, de autoridad mal entendida y peor ejercida. ¿Sus armas? Una aguda inteligencia y un espíritu sarcásticamente irreverente que impregnan toda su obra.