Ante la intolerancia, queda siempre Voltaire. Nadie ha escrito mejor ni de forma más precisa contra un mal endémico y secular que aún hoy nos golpea.
Cree lo que yo creo y lo que no puedes creer, o perecerás. Cree o te aborrezco; cree o te haré todo el daño que pueda. >> Ese era el dogma del fanatismo según Voltaire. Y, como los atentados contra Charlie Hebdo volvieron a demostrar, ese sigue siendo hoy, dos siglos y medio después. Así que no es casual que este autor se haya convertido en el fenómeno editorial del momento en Francia, con más de 150.000 ejemplares vendidos en un solo mes.
Voltaire, la estrella editorial de la rentrée, como tituló Echo, fue según Savater el primer intelectual, un pensador que nunca se conformó con entender el mundo, sino que ansiaba transformarlo y que entendió como nadie antes que el texto era un poderoso instrumento de propaganda. De ahí su estilo directo, divertido, nunca frívolo, en el que prima siempre la voluntad pedagógica. Los paralelismos entre autor y editor son claros. En Savater reconocemos a Voltaire y por eso nadie mejor que él para exprimir su pensamiento y hacer lo que él nunca hizo, exponerlo en forma de máximas y aforismos. Se nos permite así conocer a un hombre genial, que dedicó su vida a combatir a siglos de intolerancia, de rutinas dogmáticas, de autoridad mal entendida y peor ejercida. ¿Sus armas? Una aguda inteligencia y un espíritu sarcásticamente irreverente que impregnan toda su obra.
"Lejos de ser una eventualidad extravagante y marginal, o un asunto que puede interesar sólo a los lógicos de profesión, el interminable "y así sucesiivamente" atañe de cerca a todo tipo de cogniciones, comportamientos prácticos, afectos. Con él tiene familiaridad ya el niño que pregunta por el motivo de cierto acontecimiento, y más tarde por el motivo de ese motivo, y aún más tarde el motivo de ese segundo y más fundamental motivo, etc., dando así lugar a una vertiginosa jerarquía ascendente de "porqués". El regreso al infinito es una suerte de refrain, familiar e inquietante a la vez, que acompaña, y en cierta medida condiciona, cualesquiera experiencias. Poco se comprende acerca de los modos en que nuestra especie se adapta (o no se adapta) a su propio contexto vital, como también acerca de los conflictos sociales y políticos que constelan su historia, si no se tiene en la debida cuenta el carácter expansivo de este fenómeno lógico lingüistico." PAOLO VIRNO
A pesar de su origen diverso, los cuatro ensayos que forman este volumen constituyen una unidad de contenido. En el primero Habermas elabora las tesis para una división del trabajo entre las investigaciones empíricas y las filosóficas, alentado por el ejemplo de la epistemología genética de Jean Piaget. En el segundo ensayo la teoría de la moral de Lawrence Kohlberg sirve a Habermas como modelo para aclarar la interpretación de las explicaciones causales y las reconstrucciones en función de hipótesis. El tercer trabajo, escrito con motivo de un homenaje a Karl-Otto Apel, pretende ayudar a esclarecer la propuesta de la ética discursiva. El último, en fin, es una contribución a la división del trabajo planteada desde la asunción de que el desarrollo de una ética discursiva no es una tarea autosuficiente.
Cuestión de énfasis reúne 41 ensayos escritos entre 1982 y 2003 y seleccionados por la propia autora; un compendio de prólogos, artículos y semblanzas en los que Sontag analiza la obra de escritores como Borges, Machado de Assis o Robert Walser, contagia su pasión por el cine y la fotografía y da muestras de su inquebrantable compromiso ético y estético con los retos del mundo contemporáneo. Sin lugar a dudas, Susan Sontag es una de las figuras imprescindibles del pensamiento del siglo XX.
La «dialéctica de la Ilustración» expresa la conciencia de la densa complejidad de los procesos que dieron lugar a la Modernidad y que ahora están a punto de superarla sin llevar consigo hacia adelante sus momentos de verdad. Significa, además, que esos procesos y la situación a la que nos han conducido están atravesados por una fundamental «ambigüedad»: que pueden realizar la Ilustración, pero también liquidarla, lo cual sucede siempre que se ignora aquella dialéctica. Éste es el tema que se dilucida en el debate que marca este fin de siglo: el debate sobre el tránsito de la Modernidad a la denominada posmodernidad. Un debate en el que están en juego los valores de la Ilustración que configuran la identidad de nuestra cultural. Preservar los valores de la Ilustración fue el interés que movió a Horkheimer y Adorno a escribir esta obra, cuya presente edición ofrece por primera vez al público de habla española una traducción completa con sus tres variaciones textuales, así como un estudio introductorio.