La «Historia del pensamiento» de Jesús Mosterín está integrada por libros monográficos autónomos que se caracterizan por la frescura de la mirada, el enfoque interdisciplinar, la relevancia actual, la lucidez del análisis y la claridad de la exposición. En su conjunto, la serie ofrece una panorámica única y completa de la evolución de las ideas filosóficas, religiosas, científicas y políticas, situadas en su contexto social. El volumen dedicado a Aristóteles trata monográficamente del más famoso e influyente de los filósofos, un sabio de inteligencia serena y raro sentido común, fundador de casi todas las disciplinas filosóficas. Tras un capítulo inicial que narra su vida, el resto del libro presenta los diversos aspectos de su obra: la poética, la retórica, la dialéctica, el lenguaje, la lógica formal, la ciencia, el cambio, la cosmología, la zoología, los principios, la ontología, la teología, la ética y la política.
Albert Einstein pensaba que únicamente las personas lo suficientemente locas como para pensar que podían cambiar el mundo lo cambiarían realmente. En las últimas décadas hemos avanzado en la comprensión de la locura no como irracionalidad, sino como una forma diversa de pensamiento, fuera de la norma y capaz de alumbrar nuevas interpretaciones y visiones de nuestro entorno. Lamberto Maffei nos adentra aquí en los caminos entrecruzados del arte y el cerebro y nos ofrece las historias de algunos artistas locos que mejoraron la vida con su creatividad y su verdad. El resultado es una imagen novedosa y auténtica de la naturaleza humana que pone en el centro la fragilidad, la búsqueda de la belleza y el miedo a la muerte y al infinito.
Ralph Waldo Emerson, fue uno de los padres fundadores de la regeneración de la literatura americana del siglo XIX, y junto a David Thoreau o Walt Whitman, desarrollaron la filosofía del trascendentalismo: un nuevo pensamiento místico y pragmático que puso toda su confianza en el ser humano como individuo y creyó en la intuición y la integridad de uno mismo como fuente de sabiduría.
Autómatas espermáticos es una delirante narración que transcurre esencialmente en la mente de Osmodiar, personaje cuyo hastío y desasosiego existencial nos conducen a una lúcida metafísica del "estar-hasta-los-güevos" de la cotidiana, implacable y en ocasiones divertida batalla de la existencia. Su ontología del asco diario lo lleva a desentrañar de manera punzante aquello que nunca ha soportado, pero sin lo cual le sería imposible saber dónde terminan él y su conciencia y dónde empieza 'lo otro': el mundo mismo y los seres que lo pueblan. Pero se trata aquí de una extensa concepción del mundo que se permite incluir la velada pero firme presencia de potencias que se inscriben en el orden de lo divino y lo sagrado, y que inciden de manera definitiva en los asuntos humanos, sin importar el que los hombres quieran (puedan) reconocerlas o no.
Existe la opinión generalizada de que España no tiene una filosofía propia, cuando lo cierto es que lo mejor de la filosofía española se encuentra diseminado en su literatura. Prueba fehaciente de ello es Baltasar Gracián, «padre de filósofos», como lo llamó Schopenhauer. En un mundo carente de orden y sentido como el Barroco, el jesuita aragonés proporciona todo un arte de saber vivir, una antropología existencial del hacerse persona que se funda en la autoafirmación personal. ¿Cómo se llega a ser lo que se es? He aquí el leitmotiv de toda la obra graciana: la filosofía como manual de comportamiento en tiempos de crisis. El hombre prudente de Gracián aspira a crear sentido en medio del «sin-sentido», y hacerlo con medios humanos (como si no hubiese divinos), con la sola fuerza de su agudeza y de su ingenio. Si bien es cierto que el héroe graciano no está solo: su soledad es una soledad compartida. Por eso todo proyecto de realización personal debe hacerse valer en el gran teatro del mundo. La actualidad de Gracián no se agota en el largo siglo xvii, y no es casual que su obra haya logrado saborear las mieles del éxito en Wall Street.
Espacios mágicos y rituales, laboratorios de la cultura y de la tecnica, los pasajes permiten pensar el gran texto urbano desde sus notas a pie de página. En Barcelona hay cerca de cuatrocientos. Algunos son caminos que conducen a un pasado rural; otros, pasadizos proletarios o callejones de chabolas que hablan de la metrópolis fabril y del franquismo; los más famosos tienen forma de intersecciones ajardinadas y de galerías burguesas del siglo XIX; los más recientes están en polígonos industriales o acogen casas con piscina y restaurantes para turistas.