La memoria es una forma de invocar el pasado que se conjuga en presente y se traduce en futuro. Muchas veces, la puerta de acceso del hoy a los ayeres requiere de llaves codificadas que, al estilo de la magdalena de Proust, nos ayuden a liberar del olvido a quienes en él quedaron desterrados. En 'El arte de invocar la memoria', la escritora e historiadora Esther López Barceló da cuenta de la fuerza del recuerdo colectivo a través de sus múltiples representaciones y materialidades: objetos personales encontrados en fosas, como los zapatos representados en la cubierta de este libro; grafitis fugaces, a modo de epitafios de urgencia, que dan cuenta del paso de condenados por un campo de concentración; unas escaleras transformadas en pruebas periciales; libros y documentales, depositarios de incómodas verdades, a los que se trata de hacer desaparecer… Este vibrante ensayo, escrito en un delicado tono poético, trenza un recorrido por distintas formas de invocar la memoria de una herida abierta, la de las víctimas del franquismo ―y de otras dictaduras―, a través de vestigios arqueológicos y de artefactos culturales que nos interpelan y, a la vez, nos conectan a un pasado que, gracias a ellos, no es ni será nunca un tiempo perdido.
Quien pregunta «¿de qué te ríes?» no suele esperar una respuesta: quiere que alguien deje de reír. La risa es lenguaje y, como las palabras, puede ser cortés, falsa, amigable, mordaz, insultante y discriminadora. Aunque la educación intente disciplinarla e indicar los modos correctos de su emisión, lo hilarante es indomable porque habla el lenguaje del cuerpo y se desencadena más allá del bien y el mal. El «buen humorista» es más gracioso que el «humorista bueno». Hoy, las pantallas siembran entretenimiento y cosechan carcajadas. Estas risas masivas, electrónicamente difundidas, son melodías para cualquier ideología: ríen los fascistas y ríen los buenistas. La libertad de expresión es colonizada por lo provocativo y lo abyecto. El pensamiento se hace caricatura y se mercantilizan las bromas. Daniel Gamper sostiene que los tiempos están maduros para nuevos aguafiestas que pongan palos en las ruedas de la risa. Tras leer este libro no volverás a reír sin antes detenerte a pensar dónde, cómo, cuándo, con quién y por qué lo haces.
Una lectura indispensable para comprender e implicarse con sus saberes, de manera activa y solidaria, en la coyuntura sociohistórica que estamos atravesando. Prólogo de Javier Melloni... Tanto el psicoanálisis como la espiritualidad se adentran en un espacio sagrado: el interior del ser humano. Ambas son una forma de contemplación. En estas páginas, Roberto Longhi comparte su experiencia psicoanalítica y señala sugerentes afinidades entre las sesiones de psicoanálisis y la meditación, y va integrando diversas polaridades: dos sujetos (yo y no-yo), dos mediaciones (palabra y silencio), dos estados (plenitud y vacío). Todo ello no lo hace de una forma sistemática, sino que va apareciendo, como las flores silvestres que uno va encontrando a medida que recorre un paisaje lleno de sutiles ondulaciones. Sin embargo, lo que al principio es una simultaneidad, poco a poco se convierte en una progresión. Si bien al comienzo psicoanálisis y meditación están en una relación de complementariedad y simultaneidad, acaba produciéndose una traslación: del psicoanálisis a lo espiritual.
La filosofía cambió de rumbo con la obra de Michel Foucault. El pensamiento ya no debe alzarse en una pirueta hacia las ideas ni buscar en el interior de las cosas una forma. Tampoco tiene que recorrer la compleja dialéctica de lo concreto a lo abstracto ni seguir el camino de las relaciones sociales. Para Foucault todo resultaba más sencillo: la filosofía tiene que mancharse las manos, escavar hacia el subsuelo, tiene que ser una arqueología capaz de historizar y diagnosticar el presente en que vivimos. Para alcanzar su objetivo, esta arqueología huirá de universales, claves de inteligibilidad o nociones previas y analizará prácticas y discursos que constituyen el fundamento de los regímenes de poder que nos oprimen.
Este proyecto, con la Historia de la sexualidad, se centra en las condiciones bajo las que se formaron los saberes, los sistemas de poder y los sujetos de la sexualidad. En tercer tomo, El cuidado de sí, Foucault problematiza y analiza «textos griegos y latinos de los dos primeros siglos de nuestra era» para hallar una mayor claridad sobre la doctrina del placer y las pasiones.
Esta historia nos descubrió que la sexualidad ajena a lo normal no debe ser una justificación de la marginación social o la exclusión política, sino que puede y debe ser una de las principales barricadas desde la que iniciar una rebelión genuinamente emancipadora.
La filosofía cambió de rumbo con la obra de Michel Foucault. El pensamiento ya no debe alzarse en una pirueta hacia las ideas ni buscar en el interior de las cosas una forma. Tampoco tiene que recorrer la compleja dialéctica de lo concreto a lo abstracto ni seguir el camino de las relaciones sociales. Para Foucault todo resultaba más sencillo: la filosofía tiene que mancharse las manos, escavar hacia el subsuelo, tiene que ser una arqueología capaz de historizar y diagnosticar el presente en que vivimos. Para alcanzar su objetivo, esta arqueología huirá de universales, claves de inteligibilidad o nociones previas y analizará prácticas y discursos que constituyen el fundamento de los regímenes de poder que nos oprimen.
La filosofía cambió de rumbo con la obra de Michel Foucault. El pensamiento ya no debe alzarse en una pirueta hacia las ideas ni buscar en el interior de las cosas una forma. Tampoco tiene que recorrer la compleja dialéctica de lo concreto a lo abstracto ni seguir el camino de las relaciones sociales. Para Foucault todo resultaba más sencillo: la filosofía tiene que mancharse las manos, escavar hacia el subsuelo, tiene que ser una arqueología capaz de historizar y diagnosticar el presente en que vivimos. Para alcanzar su objetivo, esta arqueología huirá de universales, claves de inteligibilidad o nociones previas y analizará prácticas y discursos que constituyen el fundamento de los regímenes de poder que nos oprimen.
Este proyecto, con la Historia de la sexualidad, se centra en las condiciones bajo las que se formaron los saberes, los sistemas de poder y los sujetos de la sexualidad. El segundo tomo, El uso de los placeres, Foucault lo consagra «a la forma en que la actividad sexual ha sido problematizada por los filósofos y los médicos en la cultura griega clásica del siglo iv a.C.» y poder establecer un punto de partida de la investigación.
Esta historia nos descubrió que la sexualidad ajena a lo normal no debe ser una justificación de la marginación social o la exclusión política, sino que puede y debe ser una de las principales barricadas desde la que iniciar una rebelión genuinamente emancipadora.