En el punto álgido de la Segunda Guerra Mundial, cuatro mujeres comenzaron sus estudios en la universidad de Oxford: una católica conversa extremadamente brillante; una chica de buena familia que anhelaba escapar del asfixiante ambiente en el que había sido criada; una ferviente comunista aspirante a novelista con una lista de pretendientes más larga que su brazo, y la cuarta: una tranquila y desordenada amante de tritones y ratones que se convertiría en una gran intelectual pública de su tiempo. Se hicieron amigas de por vida. En ese momento, solo un puñado de mujeres había hecho de la filosofía su modo de vida. Pero cuando la mayoría de los hombres de Oxford fueron reclutados en la guerra, todo cambió.
Mientras Elizabeth Anscombe, Philippa Foot, Mary Midgley e Iris Murdoch trabajaban para hacerse un lugar en un mundo dominado por hombres, mientras construían sus amistades y familias, mientras se acercaban y se alejaban entre ellas, siempre defendieron que algunas maneras de vivir son mejores que otras. Las diferencias en el ámbito de la filosofía moral que marcaron sus aportaciones provocó el cambio más importante en la disciplina durante más de un siglo, reemplazando la árida escolástica por una vuelta a las discusiones sobre la bondad, la virtud y el carácter.
Después de la Última Cena, Jesús se dirigió al Huerto de los Olivos de Getsemaní, donde solía orar con sus discípulos. Esa noche fue traicionado por Judas y negado por Pedro. Esa noche Dios guardó silencio. Jesús el hombre estaba solo. Fue detenido por los soldados y se inició su calvario.
La deslealtad de sus dos discípulos tiene matices diferenciales muy relevantes: Judas actúa por venganza y acepta un pago -las treinta monedas- por su felonía; su gesto es el desafío del discípulo al maestro. En cambio, la negación por tres veces de Pedro, el predilecto, está impulsada por el miedo.
Una vez consumada la vileza, cada uno de los dos discípulos reaccionará de forma diferente, arrastrado por la motivación de su gesto: Judas quitándose la vida; Pedro reconociendo su error y la imperfección humana, lo cual hará posible un amor renovado.
La noche de Getsemaní nos habla del Dios ausente, de la soledad del hombre, de la traición y del perdón. Este episodio del Nuevo Testamento esconde lecciones muy relevantes sobre la condición humana, que el autor aborda desde el psicoanálisis.
La tecnología ha sido siempre documento de civilización, pero también de barbarie. Este libro expone algunos casos, como el del zoológico fundado en Hamburgo por Carl Hagenbeck, que en 1875 exhibió indígenas porque resultaban más económicos de importar que los animales; o el de Eduardo Kac, que en 2001 utilizó la ingeniería genética como lenguaje plástico en su obra Génesis, al encriptar una frase traducida a morse en pares de ADN e inocularla en bacterias.
Según Michel Nieva, la historia de la literatura argentina se funda sobre esa fricción: la tecnología como cruce entre civilización y barbarie. En estas páginas encontramos una recopilación de ensayos que exploran, en la estela de Sarmiento y Borges y con la colaboración de Agamben y Burroughs, los imaginarios literarios y políticos que instituyeron el límite entre lo humano y lo no humano, lo cultural y lo natural, lo que merece vivir y lo que debe ser exterminado y capitalizado.
Santa Catalina de Alejandría e Hipatia de Alejandría fueron dos portentos de sabiduría, valentía y lucidez, que desafiaron el orden establecido esgrimiendo su convicción de que salvaguardar la razón, la libertad y la justicia es necesario para que cualquier civilización sea digna de llamarse así. La primera es emblema de fe y virtud; la segunda, de erudición científica y filosófica. Ambas figuras son una sola en las tradiciones cristiana y pagana, y comparten el mismo fatídico destino: fueron asesinadas a causa de la intolerancia religiosa.
En un recorrido apasionante y muy personal, Ana Rossetti reflexiona sobre las vocaciones y principios de estas dos mujeres, y entreteje sus vivencias con el devenir histórico de la primera gran ciudad cosmopolita y el declive de su esplendor. La autora abunda en las entretelas de la escena sociopolítica de la época y en sus personajes más relevantes, aportando así una perspectiva reveladora, de profundo calado espiritual, que nos permite comprender mejor la deriva de las célebres alejandrinas hacia su trágico final. Somos un cuerpo herido es un ensayo amplio y riguroso, a la vez que reivindicativo, con el que la autora constata, una vez más, su formidable capacidad para entrelazar erudición y narrativa.
Esta obra se centra en la vocación y faceta periodística de Ortega mediante las múltiples colaboraciones que llevó a cabo con rotativos como El Imparcial o la creación de la Revista de Occidente. El balance final evidencia que, en la circunstancia orteguiana, el periodismo fue determinante tanto en la forma como en el fondo de su filosofía.
«La filosofía es la actividad disruptiva de la razón y ésta se encuentra en el límite de todo pensamiento científico.»
La obra filosófica, histórica, ensayística y periodística de Luis Villoro se ha extendido a lo largo de más de siete décadas, y transcurre por las corrientes más importantes de la segunda mitad del siglo xx: el existencialismo, la filosofía de lo mexicano, la fenomenología, la filosofía analítica, el marxismo y el multiculturalismo. La lista completa de sus publicaciones es extensa y se ocupa de una diversidad de temas sobre metafísica, epistemología, ética, filosofía política y filosofía de la religión; por lo mismo, resulta relevante contar con una guía para empezar a leer su obra o adentrarse más en su pensamiento.