Aclamado a menudo como el mejor historiador romano y, en general, como uno de los prosistas latinos más brillantes, Tácito es una figura literaria clave sobre la que, sin embargo, existen muchas incógnitas. Son muchas las sombras que se ciernen sobre su vida y su obra. El influyente latinista Ronald Syme le dedica la que se considera la más completa monografía sobre el escritor. En ella no solo analiza de forma pormenorizada la obra conservada de Tácito, sino que ofrece un vasto contexto histórico y político tanto de su vida como de su obra.
Este estuche incluye los dos volúmenes de la obra sobre el historiador latino.
Los grandes autores del llamado "siglo de Pericles" fueron discípulos de los sofistas, aquellos maestros que en la retórica ofrecieron al mundo una nueva enseñanza, desarrollando el arte de razonar y abriendo también la vía a todas las formas del pensamiento libre. Con fecuencia atacados y vilipendiados por una tradición ingrata, era necesario analizar qué rol desempeñaron los sofistas en la formación de la cultrua occidental.
Siempre brillante, atinada y rigurosa, Jacqueline de Romilly muestra la influencia de los sofistas en el desarrollo intelectural de la Atenas del Siglo V a. C., en este estudio clásico de la historia de la filosofía, la ciencia política y la religión.
Las Leyes es, con mucho, el diálogo platónico más extenso que conocemos. Y no solo eso, sino que además es el que supone los más exhaustivos estudios: historia, teoría, política, educación, códigos penales, sistemas constitucionales, teología, física, medicina, etc. Es el intento más antiguo que ha llegado hasta nosotros de organizar el sistema jurídico de acuerdo con principios racionales. En este segundo volumen de la obra se recogen los libros VII-XII, en los que se establecen las normas que regularán la educación de la juventud, el culto religioso y la economía, se propone un código penal y un civil y comercial, se define la administración del Estado y se describe sus sistema monetario.
El juicio y la muerte de Sócrates constituyen un momento emblemático de la civilización occidental. La imagen que tenemos de aquellos acontecimientos (creada por sus seguidores inmediatos y perpetuada a partir de entonces por un sinnúmero de obras de literatura y arte) es la de un hombre noble condenado a muerte por un acceso de locura de la antigua democracia ateniense. Sin embargo, la acusación se centraba en la impiedad y la corrupción de la juventud, y también se sugería que Sócrates era un elitista que se rodeaba de personajes políticamente indeseables, lo cual tenía cierto fundamento desde un punto de vista ateniense.
Con notable pulso narrativo, Robin Waterfield expone todos los elementos que rodearon a uno de los juicios más famosos de la historia y nos ofrece una nueva perspectiva desde la cual puede explorarse toda una época.
Fue en Eichmann en Jerusalén donde Hannah Arendt empleó por vez primera la expresión «la banalidad del mal». Su consternación ante el hecho de que un hombre que no era un monstruo pudiera actuar como agente del mal más extremo fue objeto de burla, indignación e incomprensión. La tormenta provocada por esa controversia indujo a Arendt a abordar nuevamente las cuestiones e inquietudes fundamentales suscitadas en torno a la naturaleza del mal y la elección moral. Responsabilidad y juicio reúne una serie de escritos correspondientes a la última década de la vida de Arendt, cuando se esforzaba por explicar el sentido de Eichmann en Jerusalén.
El núcleo de este libro es una profunda investigación ética: «Algunas cuestiones de filosofía moral»; en él Arendt aborda la insuficiencia de las verdades morales tradicionales como normas para juzgar lo que somos capaces de hacer y examina desde una nueva óptica nuestra capacidad para distinguir el bien del mal. Y lo justo de injusto. Vemos allí cómo Arendt viene a darse cuenta de que, junto al mal radical del que se había ocupado en anteriores análisis del totalitarismo, existe una forma más perniciosa de mal cuya ejecución no tiene límites cuando el que lo comete no siente remordimientos y es capaz de olvidar sus actos rápidamente.
La periodista y crítica de arte Laura Revuelta indaga en las claves para entender por qué un plátano pegado a la pared con cinta aislante expuesto en un museo, cuya foto da la vuelta al mundo, puede llegar a subastarse por cifras millonarias pese a que casi todos se ríen de él.
Esta obra de Maurizio Cattelan es heredera directa del urinario con el que Marcel Duchamp nos sorprendió el siglo anterior. Ya es hora de dar réplica a la manida frase de «esto lo haría mi hijo», a la que un avispado creador una vez contestó con: «El arte contemporáneo son los padres».
Arte parece, plátano es se propone bajar el arte contemporáneo de su pedestal de esnobismo y acercarlo al público para que se ría con él y no de él. O, al menos, para que sepa de qué nos reímos exactamente, y nadie se quede con cara de tonto.
En sus páginas no sé da nada por sentado y se repasan y explican algunos de los principales acontecimientos de estos veinticinco años: desde la primera cancelación de Picasso por sus comportamientos machistas hasta la aparición de los NFTS y la Inteligencia artificial.
Revuelta no se olvida de creadores fundamentales que siguen muy vivos, como Duchamp y Warhol, de otros que dan que hablar aunque no pasen por su mejor momento, como Damien Hirst y de quienes han producido las imágenes más icónicas de lo que llevamos de siglo (Yayoi Kusama, Alicia Framis, Banksy…). En ese deseo de no dejar ningún charco sin pisar, también se zambulle en temas tan controvertidos como la decolonización de los museos o al activismo climático que pone en el foco mediático las grandes obras.