En el prólogo de la primera edición de sus Máximas, La Rochefoucauld advierte al lector que su propósito es retratar el corazón del hombre. Y efectivamente, aunque no trata exclusivamente de ello, en sus reflexiones plasma con gran perspicacia los mecanismos y motivaciones que subyacen a los comportamientos humanos, con una clarividente exposición de lo que las apariencias esconden. Con este propósito, este noble, guerrero, conspirador y filósofo hizo de su obra, llena de ironía, humor y despego, notable cinismo y prodigiosa lucidez, la más profunda reflexión moral que nos ha legado el racionalismo y, a la vez, una obra maestra del estilo, de la inteligencia y de la literatura.
La teoría cuántica es la teoría más fascinante que haya concebido la imaginación humana. Se apoya en cuatro principios: la complementariedad (que exige incorporar la intención del investigador al experimento); la incertidumbre (que establece un límite al hecho mismo de observar); la espontaneidad (que niega que la materia sea inerte o mecánica, y la muestra activa y respirando luz); y el entrelazamiento (que obliga a reconocer que todo está relacionado con todo, como decían Parménides o Plotino). La filosofía entra en la propia teoría y los principios de libertad y reciprocidad espantan los fantasmas cartesianos del universo máquina. La intencionalidad del investigador se cuela en el experimento y la materia rehusa ser objetiva, reclamando su condición de sujeto.
La formulación de la teoría cuántica se debe a un conjunto de físicos geniales, capitaneados por Niels Böhr y sus dos escuderos: Heisenberg y Pauli. Tuvo, además, dos grandes enemigos, tan geniales como los anteriores, Einstein y Schrödinger, que paradójicamente contribuyeron a establecerla. Lo que muestra esta elegante teoría es que todo experimento acaba por convertirse en experiencia. El universo es el conjunto de todas las experiencias. La experiencia del materialista y la del idealista, la del creyente y el ateo, la del ave, el insecto, la planta o el mineral, son todas ellas reales. No en función de su contenido, sino por el hecho mismo de ser experiencias. La elección de una experiencia u otra es condicionada. La libertad no puede entenderse sin la necesidad. Esa es la revolución, filosófica, que plantea la nueva física. Un desafío en toda regla a nuestro modo de entender la realidad.
Bajo el título de Más allá de la filosofía se ofrece una serie de textos de Hannah Arendt, en su mayoría inéditos en lengua castellana, que dan a conocer el importante papel que en sus reflexiones desempeñan la crisis de la cultura, la poesía, el arte y la narración literaria. Al recoger trabajos y artículos redactados casi a lo largo de una vida, esta colección permite descubrir la articulación del estilo de su autora, la genealogía de algunos de sus conceptos más relevantes y de ciertos temas que atraviesan toda su obra. Los materiales aquí reunidos tienen un carácter heterogéneo debido a que fueron escritos con distintos propósitos, en tiempos muy diversos, publicados en dos continentes y en dos lenguas distintas por una mujer que no se cansó de insistir en que lo importante, lo verdaderamente esencial, es reflexionar a partir de la experiencia. Entre estos materiales encontramos ejercicios de pensamiento, notas para conferencias, partes de sus libros, discursos de recepción de premios, obituarios y, en fin, reseñas tanto de escritos de amigos como de obras por las que no siente afinidad alguna. A través de esta variedad de géneros, despunta una nueva perspectiva sobre el pensamiento de Hannah Arendt con la que también emergen las siluetas de autores como Rainer Maria Rilke, Bertolt Brecht, Hermann Broch, W. H. Auden o Nathalie Sarraute, que ella supo trazar de manera singular.
Durante su vida, Roland Barthes publicó poco sobre Proust —cinco textos o artículos— aunque él mismo confiesa que sin duda fue el autor que más leyó, ya desde la adolescencia pero especialmente en sus últimos años, durante el duelo por su madre, de la que constantemente hizo eco con la de la madre de Proust.
Este volumen reúne los textos de Barthes publicados en vida, la transcripción de tres emisiones que efectuó en France Culture, algunas obras inéditas, algunos fragmentos de un curso que llevó a cabo en el Collège de France y una importante selección de sus conocidos archivos personales.
Barthes abre caminos, toma atajos, adopta, descarta y ofrece una visión perfectamente moderna de un autor extraordinariamente moderno. Básicamente llena un vacío: faltaba el «Proust de Barthes» y aquí lo tenemos centelleante, vibrante, seminal.
A lo largo de la historia, algunos libros han cambiado el mundo. Han transformado la manera en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Han inspirado el debate, la discordia, la guerra y la revolución. Han iluminado, indignado, provocado y consolado. Han enriquecido vidas, y también las han destruido. Taurus publica las obras de los grandes pensadores, pioneros, radicales y visionarios cuyas ideas sacudieron la civilización y nos impulsaron a ser quienes somos.
¿Cómo podemos ser felices y libres a pesar de las vicisitudes de la vida? En esta obra maestra del pensamiento estoico, también conocida como Enquiridión, Epicteto nos invita a centrarnos en tratar de controlar solo lo que depende de nosotros y a aceptar lo que venga de fuera. Basándose en ejemplos prácticos y cotidianos, el libro condensa los principios del estoicismo, la corriente filosófica para la tranquilidad del espíritu, de la que, junto con Marco Aurelio y Séneca, Epicteto es el máximo representante.
Un nuevo clásico del pensamiento estoico, la corriente filosófica para la vida moderna.
En esta obra maestra del pensamiento estoico, Epicteto nos invita a centrarnos solo en lo que depende de nosotros y aceptar lo que hagan los demás. Esta es la clave principal para vivir mejor. Epicteto -crecido como esclavo en la turbulenta Roma de Nerón- nos ofrece los principios de la filosofía estoica, corriente de la que, junto con el emperador Marco Aurelio y el filósofo Séneca, es su máximo representante. Por medio de unas reflexiones afiladas y certeras y un lenguaje claro y sin concesiones, Epicteto nos propone la ética estoica como punto de partida en la búsqueda de la tranquilidad de ánimo y de la felicidad.