Las Meditaciones del gran emperador-filósofo romano Marco Aurelio son sencillas aunque profundas obras de filosofía estoica que, a día de hoy, continúan ofreciendo a muchos orientación y consuelo con su elocuencia, sabiduría y humildad.
Meditaciones recoge las reflexiones que escribió al final de su vida el emperador romano Marco Aurelio, gran filósofo estoico. Marco Aurelio Antonino Augusto fue un gobernante intelectual y famoso por su sabiduría tanto en tiempos de paz como durante la guerra. Esta obra, compuesta de doce partes, fue escrita en el siglo II d.C. Marco Aurelio escribió estas reflexiones como recordatorio a modo de diario para sí mismo para lograr permanecer calmado y tranquilo, incluso en situaciones adversas. Reflexionando sobre los problemas cotidianos que cualquier persona puede enfrentar en su vida: ya sea compañeros de trabajo difíciles, discusiones familiares o metas que parecen demasiado lejanas. Trata, en definitiva, de cómo alcanzar la felicidad. Las Meditaciones del gran emperador-filósofo romano son sencillas aunque profundas obras de filosofía estoica que, a día de hoy, continúan ofreciendo a muchos orientación y consuelo con su elocuencia, sabiduría y humildad.
En el prólogo de la primera edición de sus Máximas, La Rochefoucauld advierte al lector que su propósito es retratar el corazón del hombre. Y efectivamente, aunque no trata exclusivamente de ello, en sus reflexiones plasma con gran perspicacia los mecanismos y motivaciones que subyacen a los comportamientos humanos, con una clarividente exposición de lo que las apariencias esconden. Con este propósito, este noble, guerrero, conspirador y filósofo hizo de su obra, llena de ironía, humor y despego, notable cinismo y prodigiosa lucidez, la más profunda reflexión moral que nos ha legado el racionalismo y, a la vez, una obra maestra del estilo, de la inteligencia y de la literatura.
La teoría cuántica es la teoría más fascinante que haya concebido la imaginación humana. Se apoya en cuatro principios: la complementariedad (que exige incorporar la intención del investigador al experimento); la incertidumbre (que establece un límite al hecho mismo de observar); la espontaneidad (que niega que la materia sea inerte o mecánica, y la muestra activa y respirando luz); y el entrelazamiento (que obliga a reconocer que todo está relacionado con todo, como decían Parménides o Plotino). La filosofía entra en la propia teoría y los principios de libertad y reciprocidad espantan los fantasmas cartesianos del universo máquina. La intencionalidad del investigador se cuela en el experimento y la materia rehusa ser objetiva, reclamando su condición de sujeto.
La formulación de la teoría cuántica se debe a un conjunto de físicos geniales, capitaneados por Niels Böhr y sus dos escuderos: Heisenberg y Pauli. Tuvo, además, dos grandes enemigos, tan geniales como los anteriores, Einstein y Schrödinger, que paradójicamente contribuyeron a establecerla. Lo que muestra esta elegante teoría es que todo experimento acaba por convertirse en experiencia. El universo es el conjunto de todas las experiencias. La experiencia del materialista y la del idealista, la del creyente y el ateo, la del ave, el insecto, la planta o el mineral, son todas ellas reales. No en función de su contenido, sino por el hecho mismo de ser experiencias. La elección de una experiencia u otra es condicionada. La libertad no puede entenderse sin la necesidad. Esa es la revolución, filosófica, que plantea la nueva física. Un desafío en toda regla a nuestro modo de entender la realidad.
¿Puede la filosofía combatir los problemas y dificultades cotidianos?
Esto es precisamente lo que propone Más Platón y menos Prozac: aplicar la filosofía a nuestro sistema de vida para alcanzar un mayor equilibrio interior. Se trata de considerar la filosofía como una forma de vida más que como una disciplina, idea que existe desde Sócrates.
Más Platón y menos Prozac se inspira en los más importantes filósofos de la historia para enseñarnos a afrontar los principales y más habituales aspectos de la vida, el amor, la ética, prepararse para morir o simplemente enfrentarse a un cambio de trabajo.
Entre 1885 y 1886 Nietzsche ofrecía dos títulos que condensaban su ideología principal, de manera muy distinta. Si Así habló Zaratustra expresaba su mensaje intelectual de forma poética y enigmática, Más allá del bien y del mal aparecía, en cambio, como discurso directo y perfectamente estructurado. La denuncia a la vacuidad del pensamiento general, acrítico y sujeto a la moral judeocristiana, emerge entonces en toda su crudeza, para animarnos a superarlo. Debemos situarnos por encima de él, «más allá del bien y del mal», esa debería ser nuestra «condición de vida».