A lo largo de la historia, algunos libros han cambiado el mundo. Han transformado la manera en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Han inspirado el debate, la discordia, la guerra y la revolución. Han iluminado, indignado, provocado y consolado. Han enriquecido vidas, y también las han destruido. Taurus publica las obras de los grandes pensadores, pioneros, radicales y visionarios cuyas ideas sacudieron la civilización y nos impulsaron a ser quienes somos.
Junto con Marco Aurelio y Epicteto, Séneca es uno de los tres grandes pensadores estoicos. Los textos elegidos para este pequeño volumen, que incluyen las mejores cartas a Lucilio, pueden leerse como la síntesis perfecta de su filosofía práctica. Incluyen poderosas reflexiones sobre dónde se encuentran la sabiduría y la tranquilidad, sobre la brevedad de la vida y cómo aprovecharla de verdad, deshaciéndonos de las trivialidades que nos acaparan sin aportarnos nada.
Esta pequeña joya del pensamiento traza el camino hacia una vida equilibrada, razonablemente feliz.
Nacido en una familia hispano-romana, Lucio Anneo Séneca (ca. 3 a.C-65 d.C) pasó muy joven a la capital del imperio, donde andando el tiempo fue encargado de la educación de Nerón, ejerciendo gran influencia en los primeros tiempos de su reinado. Su tratado acerca de la cólera es una reflexión abiertamente polémica guiada por una intención ejemplar. Frente a los epígonos del aristotelismo y el platonismo, el estoicismo romano (y Séneca especialmente) se muestra cauteloso ante los excesos teóricos y otras tentaciones, sintonizando más bien con el epicureísmo en la idea de que el hombre, en medio de los avatares, ha de alcanzar la «apatía», la impasibilidad.
¿Por qué son tan fascinantes las montañas? Antaño temidas como horribles moles de piedra, son consideradas desde la época de Rousseau como un lugar de alivio y serenidad, en contraste con las degeneradas ciudades, y despiertan una atracción que no decae. Hijo de la nieve y los abetos, criado en Austria y Suiza, el autor tiene también una relación muy especial con el tema: cuanto más alto sube, más cercano es el reencuentro con su juventud. De modo que este libro es, en realidad, una especie de autobiografía sensorial en la que todo contribuye al recuerdo del pasado.
Escalar significa oxigenar el espíritu, volver a conectar alma y cuerpo en un único bucle, un ejercicio de amistad que une a los compañeros de cordada… Pero, ¿por qué subir a la cima si solo es para volver a bajar, por qué el dolor de ascender se convierte en placer, por qué lo absurdo de esta práctica hace que lo absurdo de la existencia parezca trivial, qué metafísica de lo absoluto está aquí en juego; qué desafío al tiempo, al envejecimiento, al pánico y al peligro? ¿Queda espacio para una ontología del heroísmo en nuestros tiempos postheroicos?
Con un estilo resplandeciente y sensual, este ensayo es un compendio de cosas vistas y leídas, de literatura y filosofía, de los rituales de una práctica apasionada y de preguntas sobre la destrucción de nuestro ecosistema; el crepúsculo de una forma de entender la aventura y, en último extremo, el sentido de la vida.
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En 1565 Richard Breton edita en París Les Songes drolatiques de Pantagruel, una colección de 120 estampas grabadas en madera por un autor anónimo, que las firmó utilizando el nombre de Rabelais. El artista desconocido que grabó las estampas pudo ser François Desprez. Una selección de 25 estampas de Desprez fueron la inspiración directa de la serie de 25 litografías de Salvador Dalí tituladas también Les Songes drolatiques de Pantagruel. Dalí mantuvo las composiciones originales, introduciendo pequeños detalles que subrayaban su carácter fantástico. El imaginario carnavalesco pasa por el filtro de la «paranoia-crítica» daliniana, en una expansión de la estética de lo grotesco. Ese ciclo satírico-surrealizante sirve como pretexto visual para revisar a ese artista extravagante que llegó a decir que «la belleza será comestible o no será». Dalí canibaliza el mundo pantagruélico y nos invita a degustar un menú que es más inquietante que sabroso.
Hace no muchos años Rafael Gambra observaba cómo la filosofía, confinada a los círculos de especialistas, se había convertido en un saber imprescindible tanto para los expertos como para el público en general, debido a la inquietante presencia de técnicas destructivas y por la presión que ejercían las nuevas doctrinas políticas sobre la comunidad.
Hoy esa necesidad se ha agudizado intensamente a causa de las nuevas tecnologías de comunicación que llenan y desbordan nuestra capacidad intelectual hasta impedir cualquier respuesta racional ante la avalancha que paraliza nuestras mentes por inundación.
Pero la filosofía no es conocimiento de fácil acceso en sí mismo por albergar un conjunto inabarcable de sistemas heterogéneos. De ahí que nuestra época exija recurrir al pensamiento sensato que, partiendo de evidencias indudables, se atiene a la experiencia cotidiana anterior al alud de opiniones que las modas enaltecen transitoriamente.
El presente libro versa sobre uno de los aspectos más importantes de las prácticas artísticas recientes en el ámbito latinoamericano y en la Península Ibérica: la implicación cada vez mayor de creadores y promotores culturales junto a actores sociales en los procesos de producción simbólica con la mira puesta en la regeneración urbana y comunitaria de toda clase. El desarrollo de esos proyectos situados y la invención de estrate- gias para la colaboración que cuestionan la idea autoral tradicional nos parapetan contra los monocultivos de la mente a los que se refiere Vandana Shiva, quien compara la imposición del saber especializado occidental con la práctica de los monocultivos de plantas que desplazan y destruyen las variedades autóctonas aniquilando la diversidad local en muchas partes del planeta.