En 1932, la música, como las demás disciplinas artísticas, fue reducida a una única doctrina: la del realismo socialista. La finalidad del arte era servir al Estado. Los músicos tuvieron que someterse a la línea ideológica del partido. Algunos la sortearon como pudieron; otros, sin embargo, no se doblegaron, y sus obras fueron prohibidas, sus conciertos cancelados y ellos relegados al olvido. Eso sucedía en el mejor de los casos, porque en el peor se los destinaba a campos de trabajo en Siberia o simplemente eran ejecutados. Músicos de la altura de Dmitri Shostakóvich y Serguéi Prokófiev e intérpretes de fama internacional como Mstislav Rostropóvich, Sviatoslav Richter, David Oistrakh, Leonid Kogan y Mariya Yúdina fueron capaces de crear melodías sublimes en las circunstancias más hostiles y oscuras. Pero esa política represora no sólo se circunscribió a la música clásica. La Asociación Rusa de Músicos Proletarios (RAPM) se ocupó también de la música ligera. Era conocida la afición de Stalin por ese tipo de música, así que, en consecuencia, la represión fue menor que en la música y la literatura clásicas. Pero, con todo y con eso, los intérpretes no podían bajar la guardia.
El orientalismo fue y sigue siendo un ambiguo concepto añorante, dramático, a veces perverso, sobre un mundo mágico y elitista, siempre al borde de su destrucción. Nació en un carmen granadino, se extendió por la Europa femenina de los salones y se remodeló con los cuentos de las "mil y una noches". Después del "shock" de la invasión napoleónica de Egipto, el orientalismo impuso la perspectiva de cartógrafos y académicos que acompañó al imperialismo colonial, lo justificó tanto como canalizó la rebelión personal y colectiva contra la imposición de las normas morales hipócritas occidentales. El orientalismo es, en fin, un caleidoscopio de poder, sueños, pesadillas y subversión.
Un recorrido por la memoria familiar siguiendo las huellas geográficas, mentales y sociales de todo un siglo en nuestro país.
Tal vez el más difícil de los sujetos de estudio sea nuestra propia familia. Esta historia nace del relato fragmentado e interrumpido de los abuelos, pero también de la vivencia del conflicto como historiador del autor, Gutmaro Gómez, que es a la vez el hijo que vive el deterioro y la precariedad en la que viven sus mayores y el padre que ve como sus hijos mantienen y reproducen muchas de las claves heredadas del pasado a pesar de la distancia generacional y tecnológica.
Los descendientes nos ofrece una visión de conjunto de todo un siglo a través de los archivos, las imágenes, los recuerdos y las experiencias familiares, y trata de explicar, en definitiva, por qué la historia se ha convertido en un arma de polarización y de división política en nuestros días. El lector tiene en sus manos un tratado de recuerdos, de fronteras, de llamadas perdidas. Un mapa de las huellas geográficas, mentales y sociales de un tiempo, un país, un continente. Una historia de los afectos, de los miedos y los fracasos que se transmiten en el hogar. Una guía, un antídoto para el dolor de adentrarnos en los silencios, en las pistas falsas y mentiras que nos legaron nuestros seres queridos.
Los meses finales de la Segunda Guerra Mundial en Europa fueron el periodo más sangriento y destructivo de todo el conflicto; también el más confuso y menos conocido. Cada día, por término medio, treinta mil seres humanos perdían la vida en los distintos frentes, en las ciudades bombardeadas, en los convoyes de refugiados que huían del Ejército Rojo, en los navíos que se arriesgaban a navegar por el mar Báltico, en las prisiones y los campos de concentración, en los trenes, en los caminos por los que se evacuaba a los deportados…
Hitler fue el gran responsable de esta orgía de muerte y destrucción. Mermado por la enfermedad, acorralado, cuestionado u odiado por su propio pueblo, obligado a vivir bajo las bombas en un agujero húmedo, siguió alimentando la hoguera hasta el final.
Para comprender este horror, Jean Lopez hace una minuciosa reconstrucción de los últimos días del Führer, siguiéndole desde el 15 de enero de 1945, fecha de su regreso definitivo a Berlín, hasta su muerte, el 30 de abril, y aborda también algunos episodios importantes de ese periodo, como las marchas de la muerte, las verdaderas pérdidas militares alemanas o los crímenes de guerra soviéticos.
Año 1793: Luis XVI ha sido ejecutado y Europa entera contiene el aliento. María Antonieta aguarda su turno mientras la Convención Nacional está más dividida que nunca: girondinos, jacobinos… la tensión y la violencia política se palpa en el ambiente, la guerra ha estallado fuera y dentro de Francia, y el epicentro de esa inmensa turbina histórica es la sobrepoblada ciudad de Paris, marco de la Revolución francesa, un acontecimiento que cambió la historia.
En este viaje aprenderemos a saber qué ha llevado a la situación actual, conoceremos todo el panorama de las diversas corrientes políticas, todos los estratos sociales, el papel de la mujer, los militares, la abogacía, el clero. Desde las Tullerías a las catacumbas, aprenderemos a quién temer y a quién debemos arrimarnos. Adquiriremos las virtudes del buen ciudadano, adoptaremos las técnicas del mejor orador, y sabremos en todo momento cómo evitar comportamientos calificados como antirrevolucionarios. Dominaremos, en suma, todos los resortes de una ciudad, con único objetivo: participar en los hechos sin que nuestra cabeza acabe en un cesto.
Si en la Antigüedad parecía que más allá de las columnas de Hércules se extendía un universo en el que todo era posible, hoy, en una época en que hasta la última "terra incognita" ha desaparecido de nuestros mapas, aquellos maravillosos terrenos baldíos en que la fantasía podía erigir sus edificios ya no existen. Solo la imaginación de los hombres sigue creando, como ha hecho durante siglos, lugares que no caben en este mundo. Impulsados por la añoranza de lo desconocido, Alberto Manguel y Gianni Guadalupi han reunido en esta "Guía de lugares imaginarios" -que compendia la edición publicada en formato mayor en esta misma editorial-, ordenadas alfabéticamente, las más destacadas creaciones a las que, a lo largo de la historia, ha dado vida la fantasía en la literatura, desde Homero hasta Michael Crichton o J. K. Rowling, pasando por las obras del ciclo artúrico, "Las Mil y Una Noches" o los relatos de Verne, Tolkien, Borges, Calvino, Chatwin o Rushdie. Enriquecido por alrededor de un centenar de mapas, planos e ilustraciones, la obra invita al lector a internarse en el sugerente territorio de la literatura fantástica y puede servir, asimismo, como libro de referencia, al estar completado por un índice de autores que da cuenta de las obras recogidas y las entradas relacionadas con cada una de ellas.