Nunca sé si Pedro Torrijos está loco o es un genio. Supongo que es una mezcla. Lo que si sé es que me encanta leer lo que escribe»,Juan Tallón
Lo que hacemos los seres humanos es construir. Desde ese instante eléctrico en el que ponemos un pie en el suelo por primera vez pero luego resulta que debajo del pie hay una pieza de Lego que habíamos tirado antes desde la cuna, y entonces la cogemos y la encajamos con otra. Sí, construimos. Construimos una vida, construimos un amor, construimos familias, casas, carreteras, ciudades, aeropuertos y naves espaciales. Transformamos lugares en lugares nuevos. A veces son cambios mundanos. A veces son asombrosos. Y los hechos asombrosos se convierten en historias.
Tras el brutal golpe de Estado de 1936, la represión fue uno de los pilares fundamentales para que la dictadura franquista se mantuviera durante cuarenta años en el poder, y la Dirección General de Seguridad (DGS), situada en la Real Casa de Correos, en plena Puerta del Sol, el símbolo del terror impuesto.
Por los calabozos de la DGS pasaron miles de hombres y mujeres que fueron encarcelados, torturados y asesinados: Marcos Ana, Marcelino Camacho, Enrique Ruano, Nicolás Sartorius o el histórico dirigente comunista Julián Grimau, entre otros. A pesar de que la DGS se mantuvo activa hasta entrada la democracia, actualmente no queda vestigio alguno que rememore lo que allí sucedió. Hay placas en honor a los que lucharon el 2 de mayo de 1808, a las víctimas del atentado del 11M o a los muertos por la Covid-19, pero nada que recuerde a todos aquellos que padecieron la dictadura de Franco.
Si en la Antigüedad parecía que más allá de las columnas de Hércules se extendía un universo en el que todo era posible, hoy, en una época en que hasta la última "terra incognita" ha desaparecido de nuestros mapas, aquellos maravillosos terrenos baldíos en que la fantasía podía erigir sus edificios ya no existen. Solo la imaginación de los hombres sigue creando, como ha hecho durante siglos, lugares que no caben en este mundo. Impulsados por la añoranza de lo desconocido, Alberto Manguel y Gianni Guadalupi han reunido en esta "Guía de lugares imaginarios" -que compendia la edición publicada en formato mayor en esta misma editorial-, ordenadas alfabéticamente, las más destacadas creaciones a las que, a lo largo de la historia, ha dado vida la fantasía en la literatura, desde Homero hasta Michael Crichton o J. K. Rowling, pasando por las obras del ciclo artúrico, "Las Mil y Una Noches" o los relatos de Verne, Tolkien, Borges, Calvino, Chatwin o Rushdie. Enriquecido por alrededor de un centenar de mapas, planos e ilustraciones, la obra invita al lector a internarse en el sugerente territorio de la literatura fantástica y puede servir, asimismo, como libro de referencia, al estar completado por un índice de autores que da cuenta de las obras recogidas y las entradas relacionadas con cada una de ellas.
Durante siete siglos, los samuráis constituyeron la élite social y política de Japón y forjaron en torno a sí el mito del guerrero noble de espíritu, valiente, honorable y fiel.Pero, ¿qué hay de cierto en aquello que sabemos -o creemos saber- acerca de los samuráis? ¿Cuál es su verdadera historia?A lo largo de los doce capítulos que conforman este libro, recorreremos más de mil años de la historia de esta casta de guerreros, desde su paulatino surgimiento durante la segunda mitad del primer milenio hasta su desaparición oficial a finales del siglo XIX. Un relato veraz y ameno, basado en hechos, bibliografía y documentos históricos, que describe también la parte legendaria y mítica pero sin confundirla con la realidad, pues esta resulta suficientemente apasionante por sí misma.
EN LA GUERRA, ALGUNOS LUCHAN POR LA GLORIA; OTROS, POR DINERO.
¿LOS PERROS DE ESSEX? LUCHAN EL UNO POR EL OTRO.
Julio de 1346. Diez hombres desembarcan en las playas de Normandía. Son los Perros de Essex: un pelotón de arqueros y hombres de armas dirigidos por un capitán cuyos mejores días han quedado atrás. Esta banda de hermanos, que se adentra cada vez más en territorio enemigo hacia Crécy, sabe que va a librar una batalla que forjará naciones. ¿Conseguirá el viejo capitán que vuelvan a casa sanos y salvos o los devorará la vorágine de la guerra de los Cien Años?
Gran parte de la historia se explica de forma jerárquica: tiene que ver con papas, reyes o presidentes. Pero, ¿y si fuera así por el simple hecho de que han sido ellos los que han creado los archivos históricos? ¿Y si estuviéramos omitiendo y relegando la influencia de redes de organización igual de poderosas pero menos visibles?
El siglo XXI se ha proclamado como la Era de la Red, pero en este libro Niall Ferguson nos recuerda que las redes sociales no tienen nada de novedoso. Desde la época de la imprenta y de los predicadores que llevaron a cabo la Reforma hasta los masones que lideraron la Revolución estadounidense, fueron las redes organizacionales las que interrumpieron el orden establecido. Así pues, lejos de ser una novedad, nuestra era es más bien una prolongación de la anterior, con el ordenador en el lugar central que en su momento ocupó el papel impreso. Las redes son propensas a la agrupación y la expansión, pero, ante todo, son propensas a las interrupciones. Así, los conflictos del pasado encuentran paralelismos desconcertantes en la actualidad, tanto en Facebook, como en el Estado Islámico y el mundo trumpiano.
En La plaza y la torre, el mejor Ferguson revela la historia oculta de las redes organizacionales que han cambiado el rumbo del mundo y la presenta como un antídoto contra las teorías de la conspiración y un desafío a la historiografía tradicional, que nunca ha prestado demasiada atención a las redes informales de influencia.