Uno se imagina los últimos momentos de los monarcas envueltos en la misma pompa y circunstancia que los rodearon en vida, sin perder un ápice de su majestad en el trance definitivo. Con serenidad, solemnidad y en silencio. Pero las excepciones a ese lienzo ritual y ceremonioso no son pocas. Están, de un lado, los que murieron en el campo de batalla, como el aragonés Pedro II, que falleció combatiendo a los cruzados de Simón de Monfort en Muret (1213), mientras defendía a sus súbditos de Occitania. Y son mucho más abundantes los que perdieron la vida en circunstancias extrañas o rocambolescas, que han propiciado toda suerte de teorías y especulaciones. En este ameno libro el historiador Manuel García Parody, con el rigor que caracteriza su ya extensa trayectoria, aborda algunas de esas muertes regias exentas de la solemnidad y de la heroicidad que se les presupone.
El 10 julio de 1596, Francisco de Mendoza, almirante de Aragón, dejaba Gante para dirigirse a la corte del Sacro Imperio, entonces asentada en Praga. Lo hacía siguiendo las instrucciones del rey Felipe II y del archiduque Alberto de Austria, nuevo gobernador de Flandes, de quien era mayordomo mayor. Su cometido consistía en presentarse ante el emperador Rodolfo II y otras destacadas personalidades, para comunicarles formalmente la toma de posesión de estos territorios por parte del archiduque; aunque a las iniciales visitas de cortesía se irían sumando otros objetivos de gran relevancia política. Esta embajada diplomática se encuentra recogida en un manuscrito inédito –cuyo autor fue con toda probabilidad el propio Francisco de Mendoza– que ahora presentamos al lector. Redactado a modo de diario de viaje y sembrado de reflexiones personales del protagonista, nos sumerge en la Europa de finales del siglo XVI.
La recuperación de las crónicas y reportajes que desde la España de la década de 1930 enviaba a la prensa neoyorquina la joven judía, mexicana y estadounidense Anita Brenner completa el perfil de una autora sorprendente de la Revolución Mexicana, con esta etapa española que pocos le suponían, y devuelve a la nómina de los corresponsales extranjeros en la España de la Segunda República y la Guerra Civil una de sus muestras más singulares y penetrantes. Traducidas por primera vez, con material de archivo, despachos originales y declaraciones inéditas de Azaña, Indalecio Prieto, Largo Caballero o Gil-Robles entre otros protagonistas. Las crónicas de una corresponsal que nunca quiso ser extranjera y a la que no interesaron las trincheras de la guerra sino las barricadas de la revolución española.
El tesoro de Tutankhamón es uno de los temas más fascinantes de la egiptología, pero la biografía de quienes sacaron a la luz el increíble mundo del antiguo Egipto no se queda atrás. En Cosas maravillosas no solo se habla del Faraón Niño y del contexto en el que vivió, sino también de la empresa arqueológica más grande de todos los tiempos: la expedición que culminó con el hallazgo de su sepultura intacta el 4 de noviembre de 1922 gracias a Howard Carter y Lord Carnarvon.
Por entonces, la ciencia de la egiptología tenía apenas un siglo de existencia, y se enfrentaban a un reto histórico de enorme complejidad. Aquí revivimos aquella aventura incomparable que conjugó intereses políticos, problemas de conciencia y grandes avances científicos.
Uno de los temas fundamentales de la España del siglo XX.
La Iglesia católica española, que había vivido la llegada de la República como una auténtica desgracia, se apresuró a apoyar la sublevación militar de julio de 1936. No lo dudó. Estaba donde tenía que estar, frente a la anarquía, el socialismo y la República laica. Y todos sus representantes, excepto unos pocos que no compartían ese ardor guerrero, ofrecieron sus manos y su bendición a la política de exterminio inaugurada por los militares rebeldes.
Tras casi tres años de guerra, el «plebiscito armado» que decían los obispos acabó el 1 de abril de 1939 con la victoria incondicional del Ejército de Franco. La Iglesia y el «enviado de Dios hecho Caudillo» caminaron asidos de la mano durante casi cuatro décadas.
Esa complicidad, sus causas y consecuencias, es lo que se narra y analiza en este libro, riguroso, fiel con las fuentes, anotado ahora por primera vez, que sumerge al lector en uno de los temas fundamentales de la España del siglo XX.
El conflicto germano-soviético (1941-1945) fue el escenario más sangriento de la Segunda Guerra Mundial. En el frente del este se decidió la suerte de la contienda en Europa y Asia, se enfrentaron dos proyectos totalitarios y se movilizaron millones de combatientes en el mayor conflicto terrestre de la historia. Fue el marco de una despiadada guerra de exterminio con arreglo a un plan de reordenación racial e imperial, y de una guerra total que afectó al frente y a la retaguardia. Además de Alemania y la Unión Soviética, millones de soldados europeos, desde España hasta Finlandia, Hungría, Italia o Eslovaquia, participaron en la guerra y sufrieron sus duraderas secuelas. Este libro reconstruye las diversas modalidades del recuerdo público y privado del frente del este en la Europa de posguerra, durante la Guerra Fría, después de la caída del bloque soviético y hasta el momento actual. Abarca con una mirada comparativa la evolución de las políticas públicas de la memoria en los antiguos países contendientes, el culto a los caídos, los héroes y las víctimas, así como las formas de remembranza social, las recreaciones literarias, visuales, artísticas y fílmicas de la contienda en Alemania, la URSS y Rusia, el espacio postsoviético, Finlandia, Italia y España, detectando paralelismos y diferencias entre las diversas culturas de la memoria. Ochenta años después, la sombra de la guerra germano-soviética sigue muy presente en la memoria y en la política europeas, como muestra el conflicto entre Ucrania y Rusia desencadenado en 2022.