Las escuadras de La Habana y Jamaica estaban destinadas a enfrentarse. La primera buscaba defender la flota presta a zarpar desde Nueva España con extraordinarias cantidades de oro, plata, y valiosas mercaderías, imprescindibles en España. La segunda intentaría a toda costa capturarla, cumpliendo así el designio de su almirante. El 12 de octubre de 1748, al este de La Habana, sobre la zona de Boca de Jaruco y Santa Cruz del Norte, se produjo el combate, seguramente el más importante en lo que iba de siglo en aguas cubanas. Andrés Reggio y Charles Knowles como máximos oficiales pusieron en valor lo mejor de sus conocimientos, secundados por valiosos oficiales, marineros y militares altamente capacitados en el arte de la guerra en el mar. Vencedores y vencidos son etiquetas que no siempre evidencian la esencia de una batalla y mucho menos el valor de los que la libraron. Si algo se pretende enfatizar es el coraje y el honor de los hombres que tomaron parte en el lance.
Un estudio histórico sobre la misteriosa desaparición en 1563 de la nao capitana de la Flota de Juan Menéndez, la incesante búsqueda llevada a cabo por su padre, don Pedro, para tratar de encontrarle en la Florida y las diversas tentativas, realizadas a lo largo de varios siglos, para intentar recuperar el fabuloso tesoro que transportaba cuando se perdió. Pedro Menéndez de Avilés (1519-1574) es uno de los marinos más famosos del Siglo de los Descubrimientos. Esta obra, a través de documentación histórica, mucha de ella inédita, además de ofrecer un enfoque global de su marco histórico, aborda también sus decisiones y acciones desde un punto de vista humano y sentimental; presentándonos al militar y adelantado de la Florida no solo como el primer conquistador y colonizador de aquellos territorios, sino como un padre desesperado por encontrar a su único hijo varón, un leal esposo deseoso de reunirse con su mujer, un incondicional compañero de sus amigos y familiares y un fiel servidor de su religión y su rey.
Una emocionante novela inédita que bebe de la experiencia única del autor, testigo del dramático episodio histórico por el que miles de españoles acabaron en el campo de concentración francés de Argelès.
Emocional, bella y sencilla, esta breve novela pone el foco en los miles de españoles que llegaron a Argelès-sur-Mer, cerca de Colliure, huyendo de las tropas de Franco en 1939. La historia gira en torno a un francés, Pierre, testigo de la pavorosa retirada a Francia, que se enamora de Pilar, una española muy joven. Aunque pasan una noche juntos, al día siguiente descubre con enorme desazón que Pilar ha desaparecido. Pierre la buscará inútilmente, y en esa búsqueda se topará una y otra vez con la vida en el terrible campo de Argelès y el cruel destino que encontraron miles de españoles allí.
Elvira Roca acomete con rigor en este volumen la cuestión de delimitar las ideas de imperio, leyenda negra e imperiofobia. De esta manera podemos entender qué tienen en común los imperios y las leyendas negras que irremediablemente van unidas a ellos, cómo surgen creadas por intelectuales ligados a poderes locales y cómo los mismos imperios las asumen. El orgullo, la hybris, la envidia, no son ajenos a la dinámica imperial. La autora se ocupa de la imperiofobia en los casos de Roma, los Estados Unidos y Rusia para analizar con más profundidad y mejor perspectiva el Imperio español. El lector descubrirá cómo el relato actual de la historia de España y de Europa se sustenta en ideas basadas más en sentimientos nacidos de la propaganda que en hechos reales.
Roca Barea investiga las causas de la perdurabilidad de la hispanofobia, que, como ha probado su uso consciente y deliberado en la crisis de deuda, sigue resultando rentable a más de un país. Es sabido por todos que el conocimiento de la historia es la mejor manera de comprender el presente y plantearse el futuro.
Nuestro desasosiego ante la sobrecarga informativa no es un fenómeno nuevo. Mucho antes de la llegada del mundo digital e internet, nuestros ancestros lectores experimentaron con inquietud los efectos de la acumulación infinita de libros y escritos. Pero junto a la tradición que desea aumentar siempre las colecciones de la biblioteca hay otra, menor y subversiva, que advierte de los peligros que corremos de vernos sepultados por el pasado.
Desde Petrarca hasta Voltaire, pasando por los primeros filólogos, los enciclopedistas barrocos, los revolucionarios franceses, y Montaigne, los protagonistas de este ensayo presentan rasgos contradictorios. Aquí, las vanguardias y los antimodernos sellan el pacto contrario al de Fausto: en lugar de entregar su alma a cambio de un conocimiento ilimitado, se explora la idea de cómo ponerle un límite al deseo de saberlo todo. Armados con tijeras, estos lectores fabrican bibliotecas portátiles y otras formas abreviadas, ligeras y móviles del saber con el objetivo de sacar el conocimiento de las estanterías polvorientas y practicar un verdadero humanismo transformador. Su arte de la reducción nos recuerda que a la barbarie se llega tan pronto por la falta de libros como por su sobreabundancia.
Pocos conflictos han generado tal cantidad de libros como la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, prácticamente ninguno se detiene a analizar el papel que jugó el radar en ese conflicto.
Este dispositivo permitió a los contendientes detectar de manera anticipada los movimientos de los adversarios tanto por mar como, sobre todo, por aire.
La obra, abundantemente ilustrada con imágenes y fotografías de la época, recorre la historia del radar, desde sus orígenes en el siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial y los años inmediatamente posteriores.
Es cuestionable afirmar que el radar ganó la guerra, pero sí contribuyó decisivamente a que los aliados obtuviesen la victoria en ciertos escenarios. Y no solo eso, sino que, como explica bien este libro, el radar cambió decisivamente el mundo.