Nuestro desasosiego ante la sobrecarga informativa no es un fenómeno nuevo. Mucho antes de la llegada del mundo digital e internet, nuestros ancestros lectores experimentaron con inquietud los efectos de la acumulación infinita de libros y escritos. Pero junto a la tradición que desea aumentar siempre las colecciones de la biblioteca hay otra, menor y subversiva, que advierte de los peligros que corremos de vernos sepultados por el pasado.
Desde Petrarca hasta Voltaire, pasando por los primeros filólogos, los enciclopedistas barrocos, los revolucionarios franceses, y Montaigne, los protagonistas de este ensayo presentan rasgos contradictorios. Aquí, las vanguardias y los antimodernos sellan el pacto contrario al de Fausto: en lugar de entregar su alma a cambio de un conocimiento ilimitado, se explora la idea de cómo ponerle un límite al deseo de saberlo todo. Armados con tijeras, estos lectores fabrican bibliotecas portátiles y otras formas abreviadas, ligeras y móviles del saber con el objetivo de sacar el conocimiento de las estanterías polvorientas y practicar un verdadero humanismo transformador. Su arte de la reducción nos recuerda que a la barbarie se llega tan pronto por la falta de libros como por su sobreabundancia.
Pocos conflictos han generado tal cantidad de libros como la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, prácticamente ninguno se detiene a analizar el papel que jugó el radar en ese conflicto.
Este dispositivo permitió a los contendientes detectar de manera anticipada los movimientos de los adversarios tanto por mar como, sobre todo, por aire.
La obra, abundantemente ilustrada con imágenes y fotografías de la época, recorre la historia del radar, desde sus orígenes en el siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial y los años inmediatamente posteriores.
Es cuestionable afirmar que el radar ganó la guerra, pero sí contribuyó decisivamente a que los aliados obtuviesen la victoria en ciertos escenarios. Y no solo eso, sino que, como explica bien este libro, el radar cambió decisivamente el mundo.
Cada periodo histórico y cultural crea sus propios monstruos, dependiendo de los temores y valores que la sociedad va estableciendo y proclamando. La época victoriana, pródiga en seres monstruosos, constituye un momento en el que el sueño de la razón, impulsado por un avance tecnológico y científico sin precedentes, y sustentado por un vasto imperio de ultramar, produjo toda suerte de aprensiones, inquietudes, obsesiones y ansiedades que se plasmaron en la literatura y en el entorno circundante mediante monstruos ficticios e imaginarios... y tristemente reales, como es el caso de Jack el Destripador, producto de aquel tiempo y aquel momento. El primer asesino en serie «moderno» de la historia personifica y culmina de manera espeluznantemente real la monstruosidad que, de manera imaginaria, se venía forjando en las páginas de numerosos autores victorianos.
Un estudio impresionante sobre la historia cultural del pasaporte.Desde el Egipto faraónico hasta los abarrotados campos de refugiados del siglo XXI, esta obra es un viaje fascinante por la historia del pasaporte: un objeto pequeño, a veces olvidable, pero poderoso como pocos. Con un estilo brillante y accesible, Patrick Bixby examina los documentos y trayectos de músicos e intelectuales, antiguos mensajeros y migrantes modernos, para revelar cómo este librito ha moldeado el arte, el pensamiento y la experiencia humana, contribuyendo a definir nuestro mundo. Los pasaportes encierran historias íntimas sobre los deseos y movimientos de las personas, así como dan forma material a los derechos, privilegios y restricciones que las dirigen. Esta sorprendente historia global de un documento clave es también, así, un estudio profundo de las promesas de movilidad, las estructuras de sentimiento y los instrumentos de poder estatal que nos afectan hasta el día de hoy, quizás con más fuerza que nunca.
Esta es la historia de cómo nació uno de los imperios más poderosos que el mundo ha visto. Una historia de cómo Roma se convirtió en un pueblo hegemónico destinado a dominar el mundo mediterráneo durante siglos.
Iban Martín, historiador y creador del exitoso podcast de Roma Aeterna, relata en esta obra, como si de un episodio del mismo se tratara, el fin de la monarquía romana y el ascenso de la República. Un vibrante recorrido por una Roma envuelta en conflictos sociales constantes y en guerras cada vez más lejanas en el que desfilan personajes como Lucio Junio Bruto, Marco Manlio Capitolino, Lucrecia, Hannón, Aníbal o Escipión el Africano, entre otros muchos.
Cinco siglos de luchas de poder, ambiciones y guerras interminables que tendrán como epílogo un conflicto que marcaría un antes y un después en la Historia Antigua: las guerras púnicas, la destrucción de Cartago y el auge de Roma como gran imperio.
La cultura del pueblo en la antigua Roma.
Las historias de Roma suelen hablarnos tan solo de las élites dirigentes y de su cultura. Este libro, por el contrario, se refiere al pueblo romano: a la masa de 50 a 60 millones de artesanos, trabajadores, campesinos, mendigos o esclavos que formaban el 99 por ciento de la sociedad y que compartían una cultura integrada por sus estrategias de vida y por sus formas de entretenimiento, en ocasiones netamente subversivas. Jerry Toner nos introduce en este “mundo al revés” y nos guía por terrenos fascinantes, y hasta ahora mal estudiados, como el de la salud mental en unos tiempos llenos de tensiones o el de la historia sensorial, en un intento de reconstruir un mundo de sentidos, olores y sensaciones que separaba al pueblo de la élite, y que es también muy distinto al nuestro.