Impulsado por la energía que abunda en la escritura de Vaneigem, este libro se propone «rastrear la huella de lo vivo bajo el oscurantismo religioso e ideológico», en este caso de una Edad Media que tantas veces se nos ha transmitido «sumergida en la fe cristiana como la sardina en el aceite». En dirección contraria a este postulado, este trabajo recupera la historia del «Libre Espíritu»: el movimiento herético que llevó la religión hasta su disolución en la afirmación inmediata del goce y de la vida sin más mediación que la libre voluntad. Para ello el autor procede a realizar un vasto recorrido que arranca del siglo y llega hasta el , y en el cual se recupera la estela de una corriente insospechada: el milenarismo joaquinista, la herejía valdense, los llamados amaurianos, la multitud de comunidades de beguinas y begardos que abrazaron el «Libre Espíritu», los Homines Intelligentiae, algunos sectores de los taboritas, los llamados eloístas (proletarios despreciados por Lutero) e incluso los alumbrados de Sevilla.
En enero de 1907, cuando solo tenía veintiún años, Natacha Klimova fue condenada a muerte por participar, junto a otros miembros del movimiento maximalista, en un atentado contra el ministro del Interior del régimen zarista. La pena fue conmutada por cadena perpetua, pero antes, mientras esperaba la sentencia, Klimova había escrito a su familia una extensa carta que acabó publicada en la prensa y que conmovió a buena parte de la sociedad rusa. La historia de Natacha Klimova no había hecho más que empezar.
Pero ¿quién fue Natacha Klimova? ¿Cómo llegó una joven de la nobleza de Riazán a colaborar en el mayor atentado terrorista de la Rusia prerrevolucionaria? ¿Cómo consiguió escapar de prisión y qué fue de ella durante su vida como fugitiva?
Maud Mabillard decidió seguir la pista de Klimova y reconstruir su historia a través de cartas, documentos policiales y testimonios de quienes la conocieron. El resultado es esta Flor roja que, además de llenar los vacíos biográficos de Natacha Klimova, ayuda también a componer el complejo puzle político y social de la Rusia de comienzos del siglo xx.
Un texto en el que habitan ideólogos, espías, campesinos o literatos —Tolstói y Mayakovski, entre otros, transitan por estas páginas— y que, sin perder el rigor del documento histórico, adquiere por momentos la tensión de una trama policial.
Óscar Calavia se mueve con maestría entre las fuentes directas para aportar su particular visión crítica del Imperio español en América, huyendo al mismo tiempo de la imperiofilia y de la caricatura. Este libro se escribe —nos dice— porque reducir el pasado a la contabilidad de hazañas y fechorías es un modo de desperdiciarlo.
Entre 1914 y 1918 se libró la mayor guerra que el mundo había conocido, y los ejércitos de Europa se desangraron a una escala inédita mientras en el frente se revolucionaba la forma de combatir: los ejércitos se atrincheraron y, en Francia y Bélgica, la región fronteriza entre los Aliados y las Potencias Centrales se convirtió en una letal tierra de nadie surcada de alambre de espino, castigada por los proyectiles y sembrada de cadáveres. En el Frente Occidental, como se llamó a este teatro de la guerra, los soldados decidieron el destino de Europa y el mundo.
Con firme pulso narrativo, y respaldado por una profunda investigación que ofrece nuevas perspectivas sobre la Primera Guerra Mundial, Ismael López acomete una auténtica hazaña y nos sumerge en cuatro años de combates para conocer la historia completa del Frente Occidental, desde el empuje inicial alemán y el terror francés hasta la precaria paz de Versalles, pasando por la heroica resistencia belga y las grandes batallas y ofensivas, como el Marne, Verdún, el Somme o la Kaiserschlacht. Todo ello, sin perder jamás de vista el componente social del conflicto, pues la Gran Guerra también se libró en los hogares, ciudades y fábricas del continente, con consecuencias que se dejan sentir hasta nuestros días.
La guerra de las trincheras es la obra de referencia sobre la brutal trituradora de carne que fue el Frente Occidental.
¿Hubo realmente tolerancia religiosa en al-Ándalus y en los reinos cristianos medievales? ¿Qué papel tuvieron los visigodos en la Península? ¿La unidad de España empezó con los Reyes Católicos? ¿Tiene sentido usar el término «reconquista»? ¿Fue beneficioso el Imperio de los Habsburgo en nuestro país? ¿Cuándo y cómo comenzaron los desacuerdos con Cataluña? En un contexto donde la opinión a menudo eclipsa al conocimiento, Manuel García Parody desmantela mitos y patrañas arraigados, revelando la verdad detrás de figuras emblemáticas como don Pelayo, el Cid Campeador y el apóstol Santiago, y conceptos equívocos como la España árabe, Latinoamérica o la guerra de Independencia. Desde Ataúlfo hasta Juan Carlos I, nos sumergiremos en momentos clave de nuestro país, cuestionando las versiones simplificadas y descubriendo una trama más compleja y rica, que desafía la idea de una nación identificada únicamente con lo castellano y lo católico, en defensa de la pluralidad que la historia revela. La otra historia de España ofrece al lector una mirada crítica, con rigor y sentido del humor, a través de un libro que busca ser fiel a un principio fundamental: la verdad, el eje que todo historiador debe seguir.
Chamanes, héroes, dioses, licántropos, hechiceros, rituales, mitos... A lo largo de la historia, muchas son las manifestaciones de la utilización, junto con otros métodos, de sustancias psicotrópicas o enteogénicas a fin de inducir estados que posibilitaban conocimientos o experiencias imposibles de adquirir de otras maneras. Síntesis de largos años de estudio e investigación, "Las drogas sagradas en la Antigüedad" reúne y sistematiza, acompañados de un útil índice analítico, los conocimientos acumulados acerca de la materia por Carlos G. Wagner. Además de hallar un completo elenco de estas sustancias y del papel que desempeñaron en los distintos pueblos y civilizaciones de la Antigüedad -desde las sociedades arcaicas hasta otras más estructuradas-, el autor apunta asimismo a su potencial importancia para contribuir a justificar una visión del mundo y de la sociedad impuesta por las elites de turno por medio de su manipulación y control, restricción y prohibición.