«Quizás, aunque esto es solo una suposición, la única respuesta válida frente al desamor la ofrece el camino del arte».
El desamor causa sufrimiento, desubicación, incluso ira. Y esto nos ocurre a todos, pero hay una serie de personas, todas ellas artistas (escritores, pintores, escultores, actores, músicos) que encontraron en el dolor que provoca una ruptura la mecha que encendió su creatividad.
En esta edición revisada y ampliada de El amor después del amor, la literatura de Laura Ferrero conversa con las ilustraciones de Marc Pallarès en el retrato de esos personajes privilegiados que supieron convertir la tristeza en genio creador. Desde Sylvia Plath y Ted Hughes, Camille Claudel y Auguste Rodin, o Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, hasta Taylor Swift y Jake Gyllenhaal, Madonna y Jean-Michel Basquiat, o Amy Winehouse y Blake Fielder-Civil, en todas las historias reales de este libro el arte aparece como elemento clave a la hora de superar la disolución del amor y poder seguir adelante.
Unos años antes de la Revolución rusa, dos perfumistas franceses establecidos en Moscú—Ernest Beaux y Aguste Michel—recibieron el encargo de crear una nueva fragancia para conmemorar el tercer centenario de la dinastía Románov. Con la caída de los zares y la subsiguiente guerra civil, Beaux regresó a Francia, donde conocería a Coco Chanel, y Michel permaneció en Rusia, convirtiéndose en uno de los artífices de la industria del perfume soviética. La fórmula del perfume imperial jamás se perdió, y de ella surgirían dos icónicas fragancias: Chanel nº 5 y Moscú Rojo, estandartes de dos mundos confrontados. En esta apasionante pesquisa Karl Schlögel rastrea el pasado para ofrecer una perspectiva inaudita sobre la pugna por el poder en el «siglo de los extremos» que marcó la existencia de millones de personas, mostrándonos que una gota de perfume puede encapsular una buena porción de la convulsa historia del siglo XX.
La lucha territorial va unida a la del ser humano. Nuestros antepasados más remotos crearon armas para defenderse o atacar y, con el tiempo, una de las primeras clases sociales fue precisamente la del guerrero, aquel que dedicaba su vida al combate: el soldado. Y unido a él, el desarrollo tecnológico del armamento y el estudio de la estrategia militar. Este libro contiene textos con rigor histórico contrastado que presentan datos precisos de cada ejército, armamento, bajas de guerra, etc.
En el territorio de las tierras altas que va desde la cordillera del Himalaya hasta Vietnam y la península de Malaca, se extiende una región que James C. Scott llama Zomia. Marcada por su contraste con las llanuras
fluviales de cultivo de arroz y los primeros Estados que allí se establecen, Zomia se ha desarrollado durante varios milenios como una mezcolanza de pueblos y gentes que, de forma consciente, han establecido sociedades de base igualitaria en oposición a las formas de dominio, servidumbre y esclavitud tan propias de las llanuras civilizadas. La principal característica de estos pueblos es, según Scott, que son «bárbaros por diseño». Su organización social, el entorno montañoso, su horticultura autosuficiente y sus prácticas culturales se han empleado con el fin de proteger a esos mismos pueblos de la intromisión y dominio de los Estados que los circundan.
En una dirección así opuesta a la historia escrita a partir de las civilizaciones agrarias, y luego de los Estados modernos, Scott nos ofrece un importante fragmento de una «historia anarquista» de la humanidad. La novedad de este enfoque es que la historia de Zomia no se presenta como la de unos pueblos apartados y primitivos, sino como una corriente cultural y política consciente, que se opone a las formas de vida estatales, y que en este caso perdura hasta tan tarde como las décadas finales del colonialismo. Zomia, además, no se puede explicar como una excepción en la historia, sino seguramente como una trayectoria casi siempre reconocible justo a los lados de la larga marcha que ha llevado a los Estados a convertirse en la única forma de vida política concebible.
Nuestro desasosiego ante la sobrecarga informativa no es un fenómeno nuevo. Mucho antes de la llegada del mundo digital e internet, nuestros ancestros lectores experimentaron con inquietud los efectos de la acumulación infinita de libros y escritos. Pero junto a la tradición que desea aumentar siempre las colecciones de la biblioteca hay otra, menor y subversiva, que advierte de los peligros que corremos de vernos sepultados por el pasado.
Desde Petrarca hasta Voltaire, pasando por los primeros filólogos, los enciclopedistas barrocos, los revolucionarios franceses, y Montaigne, los protagonistas de este ensayo presentan rasgos contradictorios. Aquí, las vanguardias y los antimodernos sellan el pacto contrario al de Fausto: en lugar de entregar su alma a cambio de un conocimiento ilimitado, se explora la idea de cómo ponerle un límite al deseo de saberlo todo. Armados con tijeras, estos lectores fabrican bibliotecas portátiles y otras formas abreviadas, ligeras y móviles del saber con el objetivo de sacar el conocimiento de las estanterías polvorientas y practicar un verdadero humanismo transformador. Su arte de la reducción nos recuerda que a la barbarie se llega tan pronto por la falta de libros como por su sobreabundancia.
La extraordinaria operación de rescate llevada a cabo en la embajada iraní de Londres en 1980, un evento histórico que marcó un hito en las operaciones de fuerzas especiales y capturó la atención mundial.
El 30 de abril de 1980, seis hombres armados irrumpieron en la embajada iraní en Princes Gate, delante del Hyde Park de Londres. Allí tomaron como rehenes a 26 personas, incluyendo al personal de la embajada, visitantes y tres ciudadanos británicos. Luego siguió un tenso asedio de seis días retransmitido en directo y visto por millones de espectadores en lo que se convirtió en el boletín de noticias más largo en la historia de la televisión británica, Negociadores y psiquiatras buscaron una solución pacífica al enfrentamiento, mientras que el SAS – hasta entonces una organización envuelta en secreto – planeaba una audaz misión de rescate: la operación Nimrod.
Basándose en material de fuentes inéditas, entrevistas exclusivas con el SAS y testimonios de rehenes, negociadores, oficiales de inteligencia y el psiquiatra en el lugar, el historiador superventas Ben Macintyre lleva a los lectores en un apasionante viaje que comienza en las semanas o años, anteriores de preparación de ambos lados, hasta el relato minuto a minuto del asedio y del rescate.
Chris Wickham ofrece una reinterpretación extraordinariamente rica de la economía mediterránea entre los años 950 y 1180. Esta obra magna destinada a convertirse en una referencia ineludible para futuros historiadores, invita a los lectores a repensar por completo la lógica subyacente a los sistemas económicos medievales, así como la propia concepción que tenemos de la época en su conjunto. Basada en cinco estudios exhaustivos de casos regionales desde Italia hasta Egipto, su tesis marca un cambio de paradigma respecto a lo que conocíamos: fue a orillas del Mediterráneo donde en realidad la economía fundada en la época romana tuvo continuidad. La dinámica del sistema económico medieval combinaba redes internas (el recorrido a lomos del asno) y rutas de intercambio (el viaje en la nave). Y por último, tópicos como el oscurantismo se demuestran como obsoletos, al estar basados en datos incompletos. A través de la arqueología disponible en la actualidad, Wickham revela cómo funcionaban realmente las relaciones entre las economías de la época medieval e ilumina una nueva comprensión sobre ella.
Un recorrido fascinante por la edad de oro de la cultura rusa, por el autor deLos europeos.
En una escena deGuerra y paz, la condesa Natasha, educada en Europa, escucha una danza folclórica rusa e instintivamente se lanza a bailar. Este emocionante momento literario con el que arranca El baile de Natasha simboliza las sensibilidades y los impulsos compartidos y a menudo contradictorios que dieron lugar a una de las culturas más deslumbrantes del mundo.
En esta obra maestra, Orlando Figes explora con elegancia, rigor y un maravilloso talento narrativo las poderosas y complejas fuerzas culturales que crearon y unieron a una de las naciones más vibrantes del mundo. Analiza el nacimiento de la identidad cultural de un país tan inmensamente grande y heterogéneo como Rusia, y revela cómo los escritores, artistas y músicos lidiaron con su carácter, su esencia espiritual y su destino.
Probablemente nunca se han reunido bajo un mismo techo tantos escritores de prestigio internacional como durante los juicios de Núremberg de 1946-1949, cuando se decidió albergar en el Castillo de Faber -perteneciente a la familia detrás de la famosa marca de lápices Faber-Castell- a los autores y periodistas internacionales que venían a informar sobre aquel juicio a las atrocidades de la guerra y el Holocausto. El castillo se convirtió en un lugar de frenética actividad periodística, pero sus huéspedes también convivieron, discutieron, bailaron, se desesperaron y bebieron (algunos hasta el delirium tremens).
Entre aquellos escritores, muchos de ellos aún poco conocidos, estaban Erich Kästner y Erika Mann, John Dos Passos y Martha Gellhorn, Augusto Roa Bastos, Victoria Ocampo y Xiao Qian. Como corresponsales de distintos medios, miraron a la cara a los criminales en el tribunal, fueron testigos del empleo de la más moderna tecnología (como la interpretación simultánea a todos los idiomas) y trataron de encontrar las palabras para narrar lo inenarrable, para hacer conocedor al mundo de aquel horror sin precedentes.
En el microcosmos del castillo Faber tuvieron lugar encuentros de antiguos exiliados con supervivientes del Holocausto, comunistas con representantes de grupos mediáticos occidentales, reporteros de primera línea con extravagantes y reputados reporteros. Dormían en catres y se reunían en el bar, el salón, la sala de juegos y el cine que los aliados habían instalado en aquel albergue global. Juntos se asomaron al abismo de la historia y reflexionaron sobre la culpa, la expiación y la justicia, algo que los cambió y cambió su escritura para siempre.