A Gilles de Rais, barón, terrateniente y mariscal de Francia, pocas figuras le hacían sombra en cuanto a poder feudal, prestigio y posesiones. Heredero de un gran patrimonio, se cuenta que su fortuna superaba a la del mismísimo rey. Alcanzó la gloria militar en el contexto de la Guerra de los Cien Años como compañero de armas, protector y admirador de Juana de Arco, santa y heroína de Francia. Pero en lo que verdaderamente no tuvo rival en su época fue como criminal demente y aterrador, violador y homicida. A él se le considera el primer asesino múltiple de la historia. Su momento mayor excitación sexual se producía cuando veía a los niños morir, ya fuesen estrangulados hasta la asfixia o degollados y chorreando sangre.
La falta de límites propia de la nobleza feudal explica en parte por qué Gilles de Rais se convirtió en el monstruo desalmado que fue. Pero tan interesante como analizar su contexto histórico, lo es profundizar en las casuísticas personales que forjaron su comportamiento destructivo y delirante.
La impresionante historia real de la estadounidense que se convirtió en espía y combatió a Hitler desde el corazón de la resistencia alemana.
Nacida y criada en Estados Unidos, Mildred Harnack estudiaba un doctorado en Alemania cuando asistió al meteórico ascenso del Partido Nazi. En 1932, junto a su marido Arvid Harnack, impulsó la creación de un grupo clandestino que en 1940 se había convertido en el mayor grupo de resistencia antinazi de Berlín. Mildred reclutaba a nuevos miembros, ayudaba a escapar a judíos, planeaba actos de sabotaje y, tras el estallido de la segunda guerra mundial, espió para los aliados hasta que fue descubierta; fue condenada a seis años de internamiento en un campo de concentración, pero finalmente Hitler ordenó que fuera ejecutada.
En mayo de 1938, alrededor de 2.500 hombres se amontonaban en las brigadas del penal del fuerte de San Cristóbal (Navarra). Entre los reclusos había presos políticos y prisioneros de guerra que vivían en condiciones infrahumanas y bajo permanente amenaza de tortura o ejecución.
El domingo 22 de mayo de ese año, el calendario marcaba la fiesta de santa Rita, patrona de los imposibles, cuando 795 de ellos lograron escapar de la histórica fortaleza. Esta gran evasión republicana no fue una fuga improvisada y provocó un enorme impacto en las autoridades franquistas.
Ante la idea de que, en plena Guerra Civil, «un puñado de presos desnutridos y apaleados» tomara una de las prisiones más seguras de la España franquista, estas ordenaron una feroz cacería de los fugados en l a que participaron soldados, guardias civiles, carlistas, falangistas y civiles. Solo tres de ellos lograron llegar a Francia. 206 fueron asesinados, otros catorce fueron ejecutados posteriormente y los demás, reingresados en el propio fuerte de San Cristóbal, donde otros 46 fallecerían en los próximos años. Eran los héroes de una fuga histórica y sin precedentes que quedó silenciada.
En la tercera semana de febrero de 1944, las fuerzas aéreas aliadas con base en Gran Bretaña e Italia lanzaron su primera gran ofensiva de bombardeos contra Alemania. Su objetivo: aniquilar las principales fábricas y centros de producción de la Luftwaffe y, al mismo tiempo, atraer a los aviones alemanes a una batalla aérea de desgaste con la que neutralizar a la aviación germana antes del desembarco de Normandía. Oficialmente llamada operación Argument, esta ofensiva aérea no tardó en conocerse como la «Gran Semana», y fue uno de los momentos decisivos de la Segunda Guerra Mundial.
Max Hastings, el autor de Armagedón y Némesis, nos ofrece una sorprendente reinterpretación de lo que fue la Segunda Guerra Mundial, vista desde Gran Bretaña y a través de la actuación personal de Winston Churchill. Basándose en documentación hasta ahora no utilizada, Hastings nos hace vivir los acontecimientos desde el nivel en que se tomaban las grandes decisiones, y nos descubre unas realidades que el propio Churchill se esforzó en ocultar en sus memorias. Revivimos así la verdad de lo que fue «su guerra», desde su soledad en los años de humillación y derrota, cuando era poco menos que el único que se negaba a negociar una paz con Hitler, hasta una victoria que relegaba a su país a un lugar secundario, pasando por sus difíciles relaciones con Roosevelt y con Stalin. Hastings puede corregir así muchos aspectos de la versión políticamente correcta de esta historia y poner al descubierto algunas de las miserias y de los errores que se nos han ocultado.
"La guerra de independencia de las Trece Colonias británicas en América fue un conflicto trascendental en la historia. Abrió la época de las revoluciones atlánticas, que acabó provocando el derrumbamiento del Antiguo Régimen y cambiando el mapa mundial con la aparición de nuevas naciones. Sus principios ideológicos igualitaristas, contrarios a cualquier privilegio hereditario (aunque con evidentes contradicciones internas, como la esclavitud o el papel de la mujer en la sociedad), acabaron impregnándolo todo y despertaron ilusión en muchos hombres, a ambos lados del Atlántico, desde el momento de los sucesos, configurando las bases de la sociedad contemporánea. Esta obra detalla los antecedentes, los protagonistas y el desarrollo del conflicto, pero también plantea una necesaria revisión, desde bases historiográficas actuales, de la mitificada visión de aquel conflicto. La guerra de independencia norteamericana no fue una guerra limpia, sino una dolorosa y cruel guerra civil. No todos los Padres de la Patria fueron tan dignos de admiración como el mito que ha pervivido hasta el día de hoy, ni las tropas que conformaron los ejércitos rebeldes estaban únicamente nutridas por idealistas que abandonaron sus casas y posesiones en pos de la libertad. La guerra de Independencia fue el inicio de la modernidad, y vio el nacimiento de los ejércitos nacionales y de un Estado acorde a las ideas difundidas por Hobbes y la Ilustración casi un siglo atrás. Pero no podemos olvidar que, por encima de todas las cosas, fue una guerra… y en las guerras casi todos sufren.