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PROMETEME QUE TE PEGARAS UN TIRO

La epidemia de suicidios que barrió Alemania al caer el nazismo. En 1945, el Tercer Reich cayó y Adolf Hitler se suicidó en su búnker de Berlín. Pero no fue el único que decidió acabar con su vida. Con la caída del régimen nazi, miles de alemanes de a pie se ahorcaron, pegaron un tiro, envenenaron o ahogaron, siguiendo al Führer a la muerte. Muchas de estas muertes fueron provocadas por el terror ante el avance de las tropas soviéticas o por los sentimientos de culpa, pero, como sucede a menudo, la explicación no es tan sencilla. Florian Huber explora con maestría el porqué de este terrible fenómeno. Alemania no ha sido el único país en perder una guerra, pero en ningún otro lugar se respondió de manera tan cataclísmica. Otros países, como Japón, tenían una cultura del suicidio por honor, pero no así Alemania. ¿Qué llevó, pues, a familias enteras a acabar con sus vidas, incluso a matar a los niños y bebés?
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PRIMAVERA REVOLUCIONARIA

Pocos momentos hay más emocionantes y aterradores en la historia europea que la primavera de 1848. Como por arte de magia, en una ciudad tras otra, de Palermo a París, de Berlín a Viena, de Roma a Praga y Budapest, enormes multitudes se reunieron, de forma pacífica o violenta, y el orden político que había prevalecido desde la derrota de Napoleón simplemente se derrumbó. Reyes y emperadores, aristócratas y terratenientes, vieron cómo el mundo sólido en el que creían se deshacía en polvo. El nuevo y magnífico libro de Christopher Clark recrea con brío, ingenio y perspicacia este extraordinario periodo. Algunos gobernantes se rindieron de inmediato, otros lucharon encarnizadamente, pero en todas partes surgieron nuevos políticos, creencias y expectativas. El papel de la mujer en la sociedad, el fin de la esclavitud, el derecho al trabajo, la propiedad de la tierra, la independencia nacional y la emancipación de los judíos, entre muchos otros, se convirtieron en temas de acalorados debates. Clark evoca tanto este fermento de nuevas ideas como la serie de contraataques, cada vez más despiadados y eficaces, lanzados por regímenes conservadores que aún resultaban tener muchas cartas que jugar. Pero incluso en la derrota, los exiliados difundieron las ideas de 1848 por todo el mundo y -a veces para bien y a veces no tanto- una Europa nueva y muy diferente surgió de entre los escombros, en un proceso que tiene muchas similitudes con lo que vivimos hoy.
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PRETERITO IMPERFECTO.HISTORIAS DEL MUNDO

Este nuevo libro de Nieves Concostrina empieza en el Año de la Pera y llega a nuestros tiempos, pasando, cómo no, por Fernando VII. En estas historias podrá descubrir las consecuencias que trajo la única criadilla del último Austria, saber que fumamos por culpa de Colón, desmitificar el 2 de mayo, conocer que María Cristina de Borbón fue la reina de la corrupción y sorprenderse con la condecoración que Franco le plantó a un comunista. Una obra para comprender que en la Historia todo tiempo pasado, además de anterior, fue imperfecto.
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PRESENTES

La guerra ha terminado. España está en ruinas. En el cementerio de Alicante exhuman los restos de José Antonio Primo de Rivera. Sus camaradas falangistas van a llevarlo a hombros hasta enterrarlo en El Escorial, morada de reyes, sepulcro imperial. Durante once días y diez noches, el cortejo fantasmagórico avanzará por pueblos y ciudades entre hogueras, escarcha, brazos enhiestos y propaganda: una epopeya fascista de 467 kilómetros para demostrar quién manda en la nueva España. Sin embargo, la guerra no ha terminado. Una memoria se está construyendo y otra memoria se quiere borrar. En esos días crudos del otoño de 1939, miles de vidas humildes sufren la zarpa de la represión. Presos, fusilados, exiliados, trabajadores forzados, internos en campos de concentración, maestros depurados, vencedores desgraciados para siempre. El régimen trata de esconderlos. Pero ahí están: presentes. Paco Cerdà, que trazó el rostro humano del 14 de abril, compone una vibrante sinfonía de posguerra. Con un coro de voces olvidadas por la Historia. Con el delirio megalómano de un mito –José Antonio– al servicio de su amo: Franco. Presentes es un viaje al corazón de nuestras tinieblas. El conmovedor relato de quienes soñaron unos ideales jamás enterrados.
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PREFIRIERON MORIR

¿Qué fue de los líderes nazis que acompañaron a Hitler? Rommel, Goebbels, Göring, Himmler, Hess… Los líderes nazis que prefirieron seguir el final de Hitler El suicidio como «solución final» para la élite nazi del Tercer Reich es un fenómeno poco estudiado que Philippe Valode analiza en este libro a partir de seis casos ejemplares: los de Rommel, Hitler, Goebbels, Himmler, Hess y Göring. Son casos paradigmáticos que arrojan luz sobre otros muchos, los de miles de administradores territoriales, funcionarios, profesionales de todo tipo o industriales comprometidos, oficiales o trabajadores de los campos de concentración que, al término de la guerra, también prefirieron morir.
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POSTGUERRA Y FALANGE

A partir de una ingente documentación inédita del archivo personal de José Luis de Arrese durante su primera etapa como ministro secretario general de FET y de las JONS entre 1941 y 1945, Joan Maria Thomàs explica en Postguerra y Falange cómo se consolidó el partido único como fundamental brazo civil organizado del Régimen franquista. Las páginas de este exhaustivo estudio detallan el modo en que sus líderes ejercían el mando; la violencia estructural que practicaba la organización ―que formaba parte de su ADN―; su populismo, al presentarse como auténtico y único representante del pueblo y plantear medidas «sociales» en medio de un panorama de desolación, hambre y privaciones; su voluntad de lograr la hegemonía sobre el resto de sectores franquistas (algo que jamás conseguirían); y su gran oportunismo político. El mesianismo de los falangistas fue, en última instancia, su principal seña de identidad. Creían en su papel señero e imprescindible en tanto que proveedores de la única doctrina capaz de llevar a España a su plenitud, liderada por un jefe nacional, Francisco Franco, flanqueado por un José Luis de Arrese que acabaría arrogándose ni más ni menos que el papel de intérprete máximo del pensamiento del fundador del partido, José Antonio Primo de Rivera.
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