Cinco siglos después de la Reforma, la revolución teológica que inicia Lutero sigue siendo imprescindible para comprender el presente. Este libro, coordinado José Luis Villacañas, Antonio Rivera y Juan Manuel Forte, se aproxima al gran reformador alemán con el objeto de que el lector aprecie la decisiva influencia de su teología sobre las categorías filosóficas centrales de la modernidad.
El libro también permite valorar de forma integral la figura de Lutero y juzgar los elementos de continuidad y de ruptura de su pensamiento. Los autores se adentran tanto en algunos aspectos de la obra del reformador que aún pertenecen a la mentalidad medieval como en aquellos que rompen con el pasado y permiten atravesar el umbral que lleva a la modernidad.
Especial relevancia se concede a la relación de la teología de Lutero con la revolución científica moderna. No falta tampoco el análisis de la controvertida recepción del teólogo de Wittenberg en los siglos posteriores, sobre todo de la recepción política que lleva a ver en la Reforma el inicio de la era de las revoluciones.
Leopoldo Lugones fue reconocido por sus aportes a la literatura moderna y también repudiado por su adhesión a los autoritarismos. En su vida política, que se inició en el socialismo y pegó varios giros hasta su apoyo en 1930 al primer golpe de Estado del país, buscó incidir y participar en el poder. La biografía del poeta es en este libro el punto de partida para contar la relación entre los intelectuales y la vida política en la historia argentina. Una relación que no siempre fue igual: en los años fundantes, los escritores tenían un papel relevante para los gobiernos. Literatura y poder no eran asuntos separados, como sí lo fueron después. Cristina Mucci cuenta ese recorrido hasta llegar a los hechos y los protagonistas que conoce de primera mano por su trayectoria como periodista cultural: desde el regreso de la democracia y el de los intelectuales a la conversación pública hasta las tensiones más recientes sobre el papel y el financiamiento de la cultura en sociedades en crisis.
Para los Aliados occidentales, el 11 de noviembre de 1918 siempre ha sido una fecha solemne: el fin de los combates que habían masacrado a una generación, y también la reivindicación de un tremendo sacrificio, con el desmoronamiento total de sus principales enemigos, el Imperio alemán, Austria-Hungría y el Imperio otomano. Sin embargo, para gran parte del resto de Europa se trataba de una fecha carente de significado, ya que una interminable serie de terribles conflictos fue afectando a un país tras otro. En este libro, sumamente original y absorbente, Robert Gerwarth nos pide que volvamos a reflexionar sobre el verdadero legado de la Primera Guerra Mundial. En gran medida, lo que acabó siendo un factor tan desastroso para el futuro de Europa no fueron los combates en el Frente Occidental, sino las devastadoras secuelas de la Gran Guerra, a medida que los países de ambos bandos del conflicto original sufrían el azote de las revoluciones, de los pogromos, de las expulsiones masivas y de nuevos conflictos a gran escala.
Agosto de 1944. Treinta y siete oficiales de inteligencia aliados, condenados a muerte, entran en el Bloque 17 del campo de concentración de Buchenwald. Entre ellos, el comandante Forest Yeo-Thomas, enviado especial de Churchill como enlace con los líderes de la Resistencia; el capitán Harry Peulevé, responsable de la SOE (red creada para sabotear y espiar a los nazis), y el teniente Stéphane Hessel, agente de los servicios secretos de la Francia Libre (y posteriormente célebre autor de ¡Indignaos!). Tres semanas después de su llegada, el jefe del bloque recibe una primera lista de hombres que van a ser ejecutados. Pronto les tocará a esos tres oficiales. Con la complicidad de la resistencia clandestina del campo, los tres trazarán un plan arriesgado: entrar en los mortíferos barracones donde se experimenta con una vacuna contra el tifus. Una carrera contrarreloj que dejará sin aliento a los lectores mientras viven los días de coraje, angustia y esperanza de un puñado de hombres atrapados en las luchas de poder de Buchenwald.
Los meses finales de la Segunda Guerra Mundial en Europa fueron el periodo más sangriento y destructivo de todo el conflicto; también el más confuso y menos conocido. Cada día, por término medio, treinta mil seres humanos perdían la vida en los distintos frentes, en las ciudades bombardeadas, en los convoyes de refugiados que huían del Ejército Rojo, en los navíos que se arriesgaban a navegar por el mar Báltico, en las prisiones y los campos de concentración, en los trenes, en los caminos por los que se evacuaba a los deportados…
Hitler fue el gran responsable de esta orgía de muerte y destrucción. Mermado por la enfermedad, acorralado, cuestionado u odiado por su propio pueblo, obligado a vivir bajo las bombas en un agujero húmedo, siguió alimentando la hoguera hasta el final.
Para comprender este horror, Jean Lopez hace una minuciosa reconstrucción de los últimos días del Führer, siguiéndole desde el 15 de enero de 1945, fecha de su regreso definitivo a Berlín, hasta su muerte, el 30 de abril, y aborda también algunos episodios importantes de ese periodo, como las marchas de la muerte, las verdaderas pérdidas militares alemanas o los crímenes de guerra soviéticos.
Ian Gibson nos acerca a la historia del desgarro interior de Machado, a su huida por la frontera con su madre y a su muerte a las pocas semanas, con tan solo sesenta y cuatro años. Un relato estremecedor de los últimos momentos de vida de uno de los intelectuales españoles más admirados.
La vida es sueño, la vida es teatro, la vida es... camino. Entre las grandes metáforas vitales, Antonio Machado se queda con el camino, el que se hace al andar, sin posible vuelta atrás. Poeta elegíaco, su impulso es cantar lo que se pierde. Nunca dejó de añorar el patio sevillano de sus primeros años, ni de pensar en el barco del viaje final. Este le esperaba en el exilio de Collioure, a orillas del Mediterráneo, tras su denodada lucha a favor de la República asediada por el fascismo internacional. Su último verso, encontrado en el bolsillo de su gabán, fue: «Estos días azules y este sol de la infancia».