No hay mayor símbolo de separación que un muro y no hay, quizá, muro más conocido que el muro de Adriano. El muro de Adriano se construyó en el siglo II para separar a los «bárbaros» caledonios y pictos de la «civilizada» provincia romana de Britania y, aunque desde entonces son incontables los días y noches que ha visto, las lluvias que ha soportado y los hombres que lo han hollado, sus restos permanecen, orgullosos, como el monumento romano más grande y uno de los más famosos. Con una historia de diecinueve siglos y una extensión de ciento dieciocho kilómetros que atraviesan el norte de la isla de Gran Bretaña –entre el golfo de Solway y el estuario del río Tyne–, el muro llegó a incluir quince fortalezas, una cada docena de kilómetros, para albergar las guarniciones permanentes que separaban a Roma de la barbarie. Su función no sería tanto detener a unos eventuales atacantes, algo imposible ante su extensión, sino ralentizar o incluso disuadirlos de tales intenciones, pues, mientras estuviera bien protegido, sería difícil atravesarlo.
Los principios de la Revolución francesa siguen siendo la única base posible para una sociedad justa, incluso si, después de más de doscientos años, son más controvertidos que nunca. En El nacimiento de un nuevo mundo, Jeremy D. Popkin ofrece un relato fascinante de la revolución que coloca al lector en el meollo de los debates y la violencia que condujo al derrocamiento de la monarquía y al establecimiento de una nueva sociedad. Conocemos a Mirabeau, Robespierre y Danton, en toda su brillantez y ánimo de venganza; presenciamos la fuga fallida y la ejecución de Luis XVI; vemos mujeres exigiendo igualdad de derechos y esclavos negros arrancando su libertad a revolucionarios que dudaban en actuar según sus propios principios; y asistimos al surgimiento de Napoleón de las cenizas del Reino del Terror. Basado en décadas de estudios, A New World Begins se erigirá como el libro definitivo sobre la Revolución francesa y el inicio del mundo en que vivimos.
Los principios de la Revolución francesa siguen siendo la única base posible para una sociedad justa, incluso si, después de más de doscientos años, son más controvertidos que nunca. En El nacimiento de un nuevo mundo, Jeremy D. Popkin ofrece un relato fascinante de la revolución que coloca al lector en el meollo de los debates y la violencia que condujo al derrocamiento de la monarquía y al establecimiento de una nueva sociedad.
La obra que revolucionó nuestra visión de la evolución. Charles Darwin invirtió más de dos décadas en escribir El origen de las especies, la obra que marcó uno de los puntos de inflexión más importantes del pensamiento científico. A lo largo de estas páginas, Darwin expone su teoría de la selección natural y defiende que las especies no fueron creadas por una mano divina, sino que primero existieron unas formas más simples que a lo largo del tiempo fueron mutando y evolucionando para adaptarse al medio. Se podría afirmar que sus ideas siguen creando controversia incluso en la actualidad. Sin lugar a dudas, El origen de las especies es el libro más influyente de la historia natural y, por lo tanto, una obra fundamental en la historia de la humanidad. La presente edición viene acompañada de una esclarecedora introducción y una cronología de la mano de William Bynum, catedrático emérito de la University College de Londres y reconocido experto en historia de la medicina y de las ciencias naturales.
En 1937, tras un año de Guerra Civil, el Gobierno de la República activó la Operación Schulmeister con el objetivo de lograr la retirada de la ayuda de Hitler y Mussolini al bando nacional, para lo cual se planteó la cesión de territorios como las Baleares, Canarias o el Marruecos español. Dada la importancia del botín en juego, las grandes potencias desplegaron una estrategia diplomática con espías, empresas pantalla y testaferros destinada a controlar el Mediterráneo occidental. A pesar de la posterior oposición de Franco a la enajenación de Mallorca, Mussolini compró la tercera finca en extensión de la isla con el fin de colonizarla y establecer en ella una cabeza de puente para el futuro.
"El óxido del cielo" hilvana con una aguja invisible literatura de viajes, novela, ensayo antropológico, poesía... El narrador es espectador privilegiado de la magia que encierra la vida de sus protagonistas, de un paisaje y una cultura que desaparecen silenciosamente ante nuestros ojos. Alejandro López Andrada da voz a la naturaleza y a los habitantes de un mundo rural ya lejano, que permanece en un rincón deshabitado de nuestra memoria. Asimismo, levanta acta del lento pero irrefrenable ocaso de una actividad que en tiempos resultó esencial, como es la minería.
Entre los siglos XV y XVIII, los europeos no solo estaban fuertemente constreñidos por las jerarquías sociales, también malvivían atormentados por el hambre y la miseria, tiranizados por el consumo diario de un pan deliberadamente adulterado, a menudo mezclado con semillas y hierbas alucinógenas.
Mientras Galileo, Descartes y Bacon trabajaban en la idea de un mundo racional y ordenada, la desnutrición crónica y la embriaguez domésticaagudizadas por estas drogas rurales y domésticas llevaban a sus coetáneos a un viaje psicodélico, a trances y explosiones dionisíacas que involucraban a pueblos enteros, a los meandros de un imaginario demoníaco y nocturno que aliviaba una existencia de otro modo invivible.
A través de una cuidadosa reconstrucción de la vida cotidiana de campesinos, mendigos y pobres, Piero Camporesi en El pan salvaje presenta una imagen vívida y desconcertante de la Europa preindustrial, azotada por el desigual reparto de bienes y alimentos, como un vasto laboratorio de sueños.
Sumida en un universo fantástico, la humanidad tenía acceso a formas de conciencia ajenas a la racionalidad, y aún podía aprovechar las reservas oníricas que la prohibición a las hierbas alucinógenas destruyó más tarde.
Cuna de un poderoso imperio en la antigüedad, Etiopía es uno de los países más singulares de África. El único que resistió al colonialismo; la Tierra Prometida de los rastafaris; fallida nación socialista; tierra de hambrunas, cruentas rebeliones y hoteles de lujo… Sobre esos contrastes despliega Olavarría su mirada, tan alejada de lo políticamente correcto como del turismo de postal. Una crónica sin concesiones de un viaje doble: hacia un país al filo de la guerra civil y hacia los orígenes de un viajero que partió un día de la Plaza Etiopía en México. Y en ese periplo de una periferia radica su honestidad.
Albert Camus, Raymond Aron y Léon Blum, tres intelectuales franceses muy distintos entre sí, tienen en común la valentía de haber defendido sus convicciones frente a la visión dogmática dominante de la izquierda. Tony Judt, uno de los más prestigiosos historiadores contemporáneos, se vale de estas figuras para arrojar luz sobre los grandes dilemas morales del pensamiento político.
El firme desafío de Blum al gobierno de Vichy, la participación de Camus en la Resistencia y en la guerra de Argelia, y la oposición de Aron a la superficial aceptación por muchos intelectuales de la utópica promesa del comunismo son algunos de los ejes de este libro, cuyas ideas tienen una poderosa resonancia en el pasado y el presente de España. La crítica a políticos e intelectuales por su falta de integridad e independencia, por su servil complacencia ideológica y por falta de valentía moral y responsabilidad pública son aspectos tan vigentes a lo largo de todo siglo XX como hoy.
El poder del objeto habla de la relación entre las personas y las cosas en la Baja Edad Media europea. A lo largo de sus páginas se presentan ejemplos diversos de cómo los objetos no solo fueron importantes para quienes los poseyeron y usaron, sino que ejercieron un poder efectivo sobre ellos. En un caso se trata del ajuar litúrgico legado por una mujer al monasterio en el que será sepultada; en otro, de las cajas, cofres y estuches que esconden y muestran lo más preciado de otras dos mujeres; en otros más, de las cadenas que fijan los libros por la geografía interior de varios monasterios, de los objetos que acompañan los rituales funerarios y activan los cinco sentidos, del ataúd vacío y el paño de oro en los que late la presencia de una ausencia, de la custodia en los coros femeninos capaz de transformar el espacio en un lugar de experiencia; o, por último, de los capazos de esparto, atestados de objetos, en los que fueron abandonados niños y niñas de meses o días a las puertas de un hospital. Todos ellos tienen algo en común, pues muestran de qué forma el objeto «mira», y porque mira ejerce poder y es capaz de construir, desde su materialidad, memoria y formas de representación.