La increíble historia del detective del arte que localizó uno de los grandes iconos nazis.
En 2014, el‘detective del arte’Arthur Brand es convocado por su viejo amigo y mentor Michel Van Rijn (un antiguo traficante de antigüedades reconvertido, supuestamente, en colaborador encubierto de Scotland Yard), para pedirle que se encargue de un caso: la puesta a la venta de dos caballos de bronce, de tres metros de altura, que habían estado frente a la Cancillería del Reich. La hipótesis de partida es que se trata de una falsificación que algún personaje relacionado con los círculos neonazis intenta vender para financiar sus actividades clandestinas y subversivas. Pero Arthur Brand pronto descubre que pueden estar tras la pista de las verdaderas estatuas que, lejos de haber sido destruidas como siempre se había creído, estarían ocultas en algún lugar.
Esta es la historia del encuentro entre dos mundos: Oriente y Occidente conectados por una red de caminos conocida como la Ruta de la Seda, por la que circularon la ambición, las riquezas, el poder y, sobre todo, el conocimiento.
Todo comenzó con un puñado de objetos. Valiosas posesiones que pasaban de mano en mano y recorrían miles de kilómetros a través de océanos, desiertos y montañas. Su inmenso valor no dependía solo de su belleza o de la pericia necesaria para elaborarlas; aquellas mercancías exóticas poseían la capacidad de hacer soñar a los que las contemplaban con tierras lejanas y parajes desconocidos, preguntándose cómo serían las gentes capaces de fabricar esas maravillas. Fue así como Oriente y Occidente comenzaron a buscarse.
Estas páginas relatan esa búsqueda. Una fascinante aventura protagonizada por emperadores, mercaderes, misioneros, peregrinos errantes, feroces conquistadores, portadores de tributos y eruditos que recorrieron tres continentes —desde el valle del río Amarillo hasta las aguas del Mediterráneo— junto a caravanas de camellos, a bordo de dhows y naos o a lomos de veloces caballos de la estepa.
En las bodegas de sus barcos y en las alforjas de sus bestias de carga transportaron mercancías, pero también inventos, costumbres y nuevas formas de pensar. Fue así como los caminos de la seda se convirtieron en las venas del mundo, el escenario en el que se intercambiaron creencias y productos, y donde se materializó uno de los anhelos más hermosos del ser humano: el deseo de conocer al otro.
En agosto de 1914, la historia de la humanidad cambió su curso. Después de un largo período de engañosa calma, ese mes de verano tronaron los cañones en Europa y empezó la Gran Guerra. Con el estallido del conflicto, ya no hubo vuelta atrás: se abrió un abismo entre un mundo que moría y otro que marcaría el devenir del convulso siglo XX.
Gracias a una increíble labor de investigación y una asombrosa capacidad narrativa, Barbara W. Tuchman alumbró el mejor libro sobre la Primera Guerra Mundial —y uno de los Pulitzer de no ficción más renombrados—, indispensable para entender el mundo que se abrió hace 100 años con el final del conflicto.
El vibrante relato de las guerras que marcaron el destino de Occidente.
«Emprended el camino para obtener la remisión de vuestros pecados, seguros en la indestructible gloria del Sagrado Reino». Estas fueron las célebres palabras que dieron inicio a uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Europa. Era el 1095: Jerusalén llevaba cientos de años en manos musulmanas y los cristianos de Oriente eran vilipendiados por los seguidores de Mahoma. Tras siglos de dominación islámica, la prédica de Urbano II marcó el comienzo de las guerras religiosas por los Santos Lugares: las cruzadas.
El fervor desatado en Clermont y la promesa de la salvación llevó a miles de príncipes y monarcas de Occidente, pero también a piadosos cristianos corrientes e incluso a familias enteras a tomar la cruz y participar en las sangrientas luchas contra los enemigos de Cristo que se prolongarían durante dos siglos y abarcarían tres continentes. En Los cruzados, Dan Jones, uno de los historiadores que mejor conoce el periodo, nos ofrece el apasionante relato de las guerras medievales cuyos efectos se dejan sentir todavía hoy. Por estas páginas desfilan hombres y mujeres, cristianos de Oriente y de Occidente, sunníes, chiítas, árabes, judíos, bereberes, mongoles e incluso vikingos que, de un modo u otro, fueron protagonistas de estos conflictos.
"Uno reveló ser un matricida. Otro se dedicó a luchar como gladiador. Dos ejercieron de filósofos. E incluso hay uno al que la Iglesia Ortodoxa tiene por santo y rinde veneración". DAVID POTTER (del Prólogo)"Un libro que nos enseña que aquellas historias de romanos, tan reales como a menudo inverosímiles, siguen siendo el mejor de los combustibles narrativos". EL MUNDO"Contar la historia de Roma no es fácil. Pero Potter lo hace de una manera amena y rigurosa". LUIS ALBERTO DE CUENCA
Los Esclavos de Yucatán es el primero de los reportajes que forman México Bárbaro, en él, Kennet Turner describe la brutal explotación en las haciendas henequeneras de la península del sureste mexicano. "Una y otra vez comparé, en la imaginación, el estado de los esclavos de nuestros estados del Sur, antes de la Guerra Civil, y siempre resultó favorecido el negro. Nuestros esclavos del Sur estaban casi siempre bien alimentados; por regla general no trabajaban con exceso; en muchas de las plantaciones rara vez se les pegaba; de cuando en cuando era costumbre darles algo de dinero para pequeños gastos y se les permitía salir de la finca por lo menos una vez por semana. Éstos, como los esclavos de Yucatán, eran ganado perteneciente a la finca; pero, a diferencia de aquéllos, se les trataba tan bien como al ganado." John Kenneth Turner