Este libro reúne una pluralidad de voces –tanto israelíes como palestinas y de otras nacionalidades– que analizan de modo crítico el pasado, el presente y el futuro del proceso de paz. Concebido sin apriorismos de parte, su única premisa es que el diálogo y la palabra son los únicos medios verdaderamente fructíferos para resolver este terrible conflicto.
La obra está estructurada en dos secciones. La primera está dedicada a los antecedentes históricos, en especial a partir de los Acuerdos de Oslo, de la sobrecogedora situación actual. La segunda recoge diferentes propuestas para avanzar en el proceso de paz, a día de hoy quebrado, así como sus variados matices y límites.
Este volumen surge en el medio universitario, alcanzado también por un clima de polarización que se ha vuelto transversal y omnipresente. Sin embargo, tiene la confesa aspiración de que la universidad pueda convertirse en un espacio propicio para el diálogo riguroso, en el que distintas perspectivas puedan confrontarse y debatirse bajo el mismo techo, siempre desde el supuesto de la tolerancia y el respeto recíprocos.
Desde la creación del Estado de Israel hasta la ofensiva contra Gaza tras los atentados del 7 de octubre, este volumen recorre ocho décadas de violencia, tensiones y promesas incumplidas.
Un análisis claro, riguroso y accesible, con mapas, infografías, cronologías y documentos históricos, pensado para quienes buscan comprender, de forma ágil, pero con profundidad, la crisis israelopalestina y su impacto en la geopolítica mundial.
El infatigable Italo Calvino habría cumplido cien años el 15 de octubre de 2023 si el esfuerzo excesivo que conlleva ser, entre otras cosas, no hubiera acabado con él. El presente volumen pretende ser una «semblanza demediada» del meticuloso editor y del perseverante amigo que fue; quiere reconstruir los primeros pasos del Calvino escritor, su afilada visión de la industria cultural y su forma de trabajar con las personas que le rodeaban, con especial atención a la relación con Cesare Pavese, quien le abrió las puertas de Einaudi, le puso el apodo de «ardilla» y marcó decisivamente, en vida y después de muerto, su forma de ejercer «el oficio más discreto del mundo»: el de editor.